Saúl Craviotto: “No soy diferente a nadie, sólo hago mi trabajo”
El piragüista español, cuatro medallas en tres Juegos y ejemplo de humildad, confiesa que estuvo a punto de tirar la toalla
Llueve en Río. La entrada a la Villa Olímpica está llena de charcos y barro. Es un ir y venir de deportistas con maletas –por las pegatinas y el chándal sabes de qué nacionalidad son- con bolsas de la compra de la tienda oficial. Algunos están sentados delante de la tele para ver el maratón. Saúl Craviotto (Lleida, 31 años) también llega con su maleta. Hoy (domingo) dormirá por primera vez en la Villa. Su técnico, Miguel García y su compañero del K2, Cristian Toro, se han alojado en un apartamento cerca de Lagoa para no perder tiempo en los traslados. Ahora se unen a la expedición española para participar en la ceremonia de clausura. “Estoy reventado. No he dormido nada, me acosté a la una después de que nos tomáramos una caipirinha porque estaba muerto y a las cinco de la mañana ya estaba con los ojos abiertos. Es la hora que llevo en el cuerpo, estos días me he estado levantando a las cinco para irnos a entrenar”, dice Craviotto, cuatro medallas en tres Juegos, mientras se sienta en una de las mesas en la entrada principal de la Villa, la que está reservada a los atletas.
Pregunta. ¿La felicidad era esto?
Respuesta. Parece ser que sí. Estoy en una nube, todavía no me lo creo. Estoy muy feliz sobre todo porque he hecho feliz a mucha gente, a mi familia. He visto imágenes de mis padres y de mi mujer llorando, todos locos. Esto es lo que más me llena.
P. ¿Cómo se olvida uno de un oro ganado un jueves para luchar por otro el sábado?
R. Ha sido complicado, miré el móvil y las redes sociales para que la que habíamos liado, pero enseguida lo que tienes que hacer es apagarlo y desconectar. Estuve toda la tarde tirado en la cama, descansando, viendo series [Hannibal] e intentando olvidar ese oro, aunque era imposible. Pero había que cambia rápido el chip porque yo sólo llevaba el 50% de los Juegos.
P. ¿Cuántos mensajes ha recibido?
R. Bufff, muchísimos. Todavía tengo WhatsApp sin abrir.
P. ¿Qué es lo que más le ha emocionado?
R. Ver a la gente llorar, ver a Toro en el podio cómo se abrazaba a mí llorando. Vivir esta experiencia con Cristian [Toro], ver a mi entrenador y a mi fisio tan emocionados, ha sido un boom de felicidad de todos porque hemos trabajado mucho para llegar hasta aquí y ha salido.
P. ¿Cuánto va a durar la adrenalina y la felicidad?
R. Hasta que me marque el próximo reto: será entonces cuando me baje de la nube y ponga los pies en el suelo otra vez porque es la única forma de conseguir nuevos retos. Si sigues en la nube y te crees algo no lo consigues. Tienes que hacer borrón y cuenta nueva, pies en el suelo y empezar de cero.
P. ¿Cómo se consigue ser tan competitivo durante 12 años y ganar cuatro medallas en tres Juegos?
R. Buscando la motivación, es la que te mantiene a alto nivel. Si no estás motivado y no tienes ilusión te acabas estancando. En mi caso los palos también me han hecho espabilar. El año pasado no conseguí pasar ni a la final del campeonato del mundo, no me clasifiqué para los Juegos, tuve que ir a la repesca y fue un año muy duro. Los palos a veces ayudan, tienen dos caminos: o venirte abajo y hundirte o coger más fuerza todavía que es lo que me pasó a mí.
P. ¿Dónde busca motivaciones?
R. Por suerte no la busco, la tengo a mi alrededor: mi familia. Mi mujer es la que más me tiene que aguantar a diario, convivir con un deportista de elite y con lo que hace un deportista de elite tiene que ser difícil. Las semanas de concentraciones, mis estados de ánimo, cuando llego cansado de entrenar seguramente esté insoportable. Ella es el pilar de todo. Tengo un entorno que favorece también a que lo consiga.
P. ¿Cómo era el Saúl de Pekín?
R. El mismo que ahora. Intento ser como siempre, no olvidar mis raíces, de dónde vengo, lo que me ha enseñado mi familia, intento ser lo más humilde posible y trabajar con humildad que es lo último que se tiene que perder.
P. ¿Quién le inculcó la humildad?
R. Mis padres, es la educación que recibes. Nunca me han dejado creerme nada, no soy diferente a nadie, simplemente hago mi trabajo. Como usted el suyo de periodista. Los deportistas conseguimos cosas y parece que tenemos más repercusión pero no deja de ser un trabajo más que se me da bien y ya está.
La felicidad durará hasta que me marque el próximo reto: será entonces cuando me baje de la nube y ponga los pies en el suelo. Es la única forma de conseguir nuevos retos"
P. Decía el sábado que otro ciclo olímpico así y acaba chiflado. ¿Qué fue lo más duro?
R. La repesca, no clasificarte, verte fuera a un año de los Juegos, tener que volver a hacer selectivos a nivel nacional. En la repesca sólo hay una oportunidad, no puedes fallar porque sólo hay una plaza y sólo vale ganar. Es mucha tensión la que genera, muchos nervios, te estás jugando muchas cosas. Tienes patrocinadores detrás, que en mi caso nunca me han exigido nada y siempre me han apoyado, pero yo quiero recompensarles y sientes esa presión, sientes que les estás fallando. He ido a la repesca todos los años, Pekín, Londres y Río, por eso acabas chiflado, es duro de cabeza pasar por eso.
P. ¿Eso le hace dudar?
R. Mucho. El año pasado dudé demasiado, después del Mundial de agosto, me fui de vacaciones, hablé con mi mujer y le dije que yo ya había conseguido lo que tenía que conseguir y que no quería pasar otra vez un año así. Estuve pensando incluso en ver otras cosas para el futuro y tirar la toalla. Pero mi mujer me ayudó mucho y mis compañeros también y al final recapacité. En frío luego cogí más fuerzas que nunca.
P. ¿Qué es lo que no se ve desde fuera en los cuatro años que preceden unos Juegos?
R. Resumir lo que no se ve es imposible. Usted nos vio entrenando en Trasona… Diría que lo que no se ve es el sufrimiento constante en cada entrenamiento, tienes que dejarte el alma. Psicológicamente es muy duro, en piragüismo tenemos Mundiales todos los años, pero la repercusión máxima son los Juegos y nos jugamos el trabajo de cuatro años en 30 segundos.
P. Dijo su entrenador el sábado que cualquier otro con un oro ganado dos días antes y se hubiese desequilibrado en los primeros 50 metros, habría tirado la toalla. Usted remontó hasta el bronce.
R. Antes del cien me veía último y no era una percepción, he visto las imágenes e iba el último de verdad. En el pase del cien me dije: mira Saúl o lo haces ahora o nada, es la última oportunidad, tienes que darlo todo. Me salió mi mejor versión en esos últimos cien metros, me enganché muy bien, me sentí fuerte y subsané ese error. No ha sido mi mejor 200, no me queda buen sabor de boca pero al menos me he hecho un regalo con la medalla.
P. ¿Por qué ha vuelto a ver el vídeo?
R. Justo me coincidió en el control antidopaje, estaban puestas las imágenes. Lo vi por casualidad, ya no estoy para analizar nada ahora mismo.
P. ¿Cuál ha sido el momento más feliz?
R. Está por venir, cuando vaya a casa y abrace a mi hija y a mi mujer.
P. ¿Qué le ha dado el piragüismo?
R. Muchísimo, ha forjado mi personalidad. El deporte te da unos valores que casi nadie te da y los puedes aplicar en la vida, en mi trabajo de policía, en el día a día.
P. Después de Londres se pilló unos meses sabáticos. ¿Ahora?
R. Necesito parar y me lo ha recomendado todo el mundo, mi entrenador, el presidente de la Federación. Me han dicho que me lo he ganado y que me merezco un descanso de unos meses, los que necesite, que a veces es bueno parar. Cuando esté más tranquilo me sentaré con Miguel [su entrenador] y analizaremos, veremos el proyecto que tenemos entre manos y si veo que hay un proyecto en condiciones y que podemos optar a medalla en Tokio seguiré. No voy a seguir si veo que no puedo ir a por una medalla. Si voy a Tokio es porque sé al cien por cien que lo voy a conseguir. Es muy probable, aunque no oficial, que en Tokio vuelva el 500, que es mi distancia. Si lo ponen, segurísimo que sigo, porque en esa distancia es donde mejor rindo. Si me ponen eso no tengo excusa para no seguir.
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