Mientras, Contador se despide del Tinkoff en Abu Dabi
El recorrido del Tour de 2017 se adapta como un guante al carácter guerrero y rebelde del escalador de Pinto
Nadie habló de Alberto Contador en el escenario de París, pese a que el estilo que busca la organización del Tour para dar alegría a su carrera centenaria es el que encarna el chico de Pinto, ganador del Tour en 2007 y 2009. Etapas de montaña cortas, como la de 100 kilómetros entre Saint Girons y Foix en los Pirineos, con puertos temprano para romper equipos fríos y permitir que los ataques de primera hora, estilo el Formigal de la pasada Vuelta, puedan llegar. O etapas como la de Nantua a Chambéry, con comienzo en subida ya, que reclaman corredores con un gramo de locura y kilos de desafío. Corredores como Contador, que a los 34 años y en equipo nuevo, el Trek, buscará un nuevo Tour.
Contador no estuvo en París. Se encontraba en Abu Dabi, obligado a correr la última carrera del año, su última carrera con el maillot del Tinkoff, cuyo dueño, el millonario ruso Oleg Tinkov, le insulta cotidianamente en los medios. En las redes comenzó a circular con velocidad una foto del equipo con todos sus corredores formados junto a sus bicis y relajados, vistiendo un equipamiento Tinkoff vintage, el de su primer año como equipo italiano, incluido el propio Contador, quien se permite, sin embargo, un gesto que podría ser interpretado como rebeldía o desafío: la cremallera de su maillot está bajada hasta el ombligo, rompiendo así el nombre de su equipo estampado en el pecho, Tinkoff, por la mitad. “Pero eso ha sido un descuido, no un gesto consciente. Tenía calor y tenía la cremallera bajada, después se la subió para hacerse más fotos”, explica, por teléfono, su asistente, Jacinto Vidarte. “Alberto no va a entrar nuca en disputas públicas con el equipo”. Tampoco quiso Contador analizar el recorrido del Tour, pues apenas había tenido tiempo para mirarlo por encima antes de echarse la siesta (en Abu Dabi son dos horas más que en París) y nada le había llamado la atención: subidas, bajadas, contrarrelojes, lo de siempre
Aunque tenga menos puertos puntuables que el de 2016 (23 frente a 28), Christopher Froome, el ganador de los dos últimos años, lo calificó de “montañoso”, principalmente porque cuenta con menos kilómetros contrarreloj que el último, solo 36 kilómetros en una tanda llana de 13 en Düsseldorf, el primer día, y una turística de 23 en Marsella el penúltimo, con salida y llegada en el Stade Vélodrome y ascenso entre medias por la escarpada subida a Notre Dame de la Garde, la iglesia que domina la ciudad. “Será un Tour difícil de controlar”, dijo Froome, siempre preocupado por que su equipo, el Sky, lleve tranquilo las riendas. Aunque el director del Tour, Christian Prudhomme, le lanzó un par de indirectas en la presentación –una alusión y un aplauso al Movimiento por un Ciclismo Creíble, que está en contra del uso de corticoides hasta con autorización, el caballo de batalla del Sky, y un deseo de que los equipos sean de ocho y no de nueve corredores como hasta ahora--, Froome no entró a comentar ambos asuntos.
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