Bruno Hortelano: “Voy a volver más fuerte, con más hambre”
El campeón de Europa de 200m ya ha comenzado a entrenarse, mes y medio después de destrozarse la mano derecha en un accidente
Al final del brazo derecho Bruno Hortelano no tiene una mano, sino una obra de arte de la medicina que no puede enseñar aunque quisiera porque una espesa venda la cubre y la protege. Lo dice así, como quien bromea sobre un objeto ajeno, lejano. La sonrisa con la que lo cuenta da vida a su cara, más pálida que hace un mes, cuando su esplendor en Río, también más carita bajo una gorra desmesurada, más de niño ilusionado, y refleja su pensamiento, siempre optimista, siempre positivo. Una mente siempre fuerte a la que el accidente de coche que machacó su mano la madrugada del 5 de septiembre no ha sino fortalecido más aún, como si necesitara una prueba más de superación para alcanzar su destino.
“El accidente me ha cambiado. Tengo más hambre que antes, más ganas de seguir peleando, más motivación. Desde el primer momento supe que del accidente saldría mejor aún”, dice Hortelano, de 25 años, en su primera aparición pública después del accidente. “Tengo un futuro en el que espero hacer cosas muy buenas. Voy a volver más fuerte. No al 100% que alcanzaba antes. Más aún. Al 110%. Me veo muy positivo. Para superar psicológicamente las secuelas del accidente me ha ayudado enormemente el entrenamiento psicológico tan fuerte que he tenido con el deporte”.
El plusmarquista nacional de 100m (10,06s) y 200m (20,12s, conseguidos al ganar su serie en los Juegos de Río), marcas conseguidas en un verano de 2016 en el que también se proclamó campeón de Europa de 200m, habla en Madrid, en un viaje de ida y vuelta rápido desde Barcelona, en cuyo Centro de Alto rendimiento trabaja en la rehabilitación total de una mano reconstruida en varias operaciones y donde ya ha empezado a entrenarse, a hacer algo de pesas y de máquinas de carrera. “No me marco plazos, pero pienso estar en el próximo Mundial, en Londres 2017”, dice el atleta formado deportivamente en la Universidad de Cornell, en Nueva York, donde se licenció en Ingeniería Biomédica. “Y estaré muy fuerte”.
Durante los Juegos de Río, el entrenador de Hortelano, Adrian Durant, habló de cómo había planificado ya la temporada de 2017 para llegar a su apogeo agosto, a los Mundiales de Londres. "Puede que no le guste, pero quizá le haga correr los 400 metros el año próximo. No le agradará, pero creo que es parte importante de su progresión como velocista. El año pasado corrió cuatro veces 400 metros, y eso contribuyó significativamente a lo que está pasando ahora. Muchos atletas se estancan, corren rápido y se quedan ahí: distancias cortas, entrenos cortos, todo corto. Y llegan a una meseta. En algún punto tienes que revisitar las distancias y hacer entrenamientos más largos. Si tienes eso, puedes después regresar a lo corto y veloz y seguir creciendo", explicaba Durant. "Debo decidir si va a ser el próximo año, o quizá le deje disfrutar un año después de lo que ha hecho este, y al siguiente pasemos a 400m. Sin duda será en el próximo ciclo olímpico de cuatro años. En algún punto correrá 400m y le ayudará en los 200m y en los 100m. Tenemos que sentarnos y hablar. No hago esto yo solo, ese es uno de los mayores beneficios de la relación coach-atleta. Le escucho y tengo todo en cuenta, quizá esté de acuerdo con él ("qué tio más listo") o quizá no y le diga: ‘lo siento, al 400’, y tendrá que vivir con ello. Cuando hago algo, lo entiende. A ningún corredor de 100-200 le agrada el 400. Porque duele. Pero es esencial".
Dice Hortelano que si antes su ética del trabajo, la llamada seriedad como atleta, ya era muy alta, como un 95% de su vida, ahora lo es más, del 99% por lo menos. “Y hasta Tokio 2020 solo pensaré en atletismo. Después quizás vuela a estudiar”, añade. Hortelano, hijo de padres investigadores que tras trabajar en Australia y Canadá están ahora en Kazajstán, quiere ser médico. Pero antes, quiere ser grande como atleta. "El 400, en efecto, duele, es muy duro, pero si el entrenador me lo manda porque me hará mejor atleta, lo voy a hacer", dice Hortelano, quien cuenta también que en Londres piensa en el 200m antes que en nada y que ya está en contacto con Durant para buscar soluciones creativas para hacer entrenamientos fuertes con pesas pese a la mano la dañada. "Yo corría con la palma extendida, y lo seguiré haciendo. No sé corre con la mano, de todas maneras, se corre con las piernas y con la cabeza".
Estos días, aparte de hablar de su mano, Hortelano ha aprovechado para renovar su contrato de patrocinio con Nike. Las negociaciones las lleva su mánager, Alberto Armas, quien, para explicar la seguridad que ve en su atleta, la confianza, cuenta que el día anterior le dijo que en el contrato incluyera un bonus por batir el récord de Europa de 200m, los 19,72s que el italiano Pietro Mennea consiguió en 1979 en la altitud del Estadio Olímpico de México. Desde entonces, siete europeos más han bajado de los 20s, pero ninguno se ha acercado a menos de ocho centésimas de la marca de Mennea, en su tiempo también récord mundial y aún décima mejor marca mundial de la historia. En eso piensa Hortelano, positivo y grande, quien para conseguirlo necesita seguir con el entrenador que le hizo en Cornell, Adrian Durant.
“Seguiré con Durant con total seguridad”, dice. “Y quiero hacerlo aquí, en Madrid, quiero traer a mi entrenador aquí. Eso estamos intentando”. Las dificultades del empeño parecen mayores aún que las de bajar de los 10s en los 100m o las de borrar a Mennea de las listas. Durant es el entrenador del equipo de Cornell, un trabajo que debería abandonar para centrarse en Madrid con Hortelano, lo que supone un gasto que ni el atleta ni la federación española de atletismo pueden asumir. Armas ha esbozado una alternativa, un proyecto que pasaría porque Nike se decidiera a financiar en la capital española un grupo de entrenamiento de velocistas dirigido por Durant similar al que en Oregón creó hace tiempo para fondistas con el entrenador Alberto Salazar. Olvidada la mano, la obra de arte con la que dentro de nada volverá a saludar y a agarrar fuerte, la mentalidad siempre positiva que hizo grande a Hortelano tiene otra tarea por delante.
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