Plácido triunfo del Barcelona ante el Athletic
El león del Camp Nou se llama Neymar, que brinda goles a Alcácer, goleador junto a Vidal y Messi en un equipo muy pendiente de la Copa en la alineación y el juego
Hay partidos que pasan sin pena ni gloria, a favor del inventario y cuyo protagonismo recae en futbolistas inesperados, jornadas como la vivida en el Camp Nou ante el Athletic. Los héroes no fueron Luis Suárez ni Messi, suplente el uruguayo y reservado media hora el argentino, sino que el foco estuvo puesto en Alcácer y Aleix Vidal, circunstancia que dice mucho en favor de la apuesta de Luis Enrique. Ausentes Iniesta y Busquets, ningún hincha se quejó por jugar sin mediocentro, ni sin los laterales titulares y con pocos canteranos. Y la mayoría se felicitó por el desafío de Neymar.
La vitalidad del brasileño y la pegada del equipo, soberano en las áreas, contrastaron con la esterilidad del Athletic. La placidez fue tan extrema que la afición se entretuvo con unas declaraciones de Jordi Mestre sobre Neymar, el hombre de la semana en el Camp Nou. El vicepresidente tuvo que corregirse sobre el fútbol del 11, desequilibrante para sus compañeros y provocador para los contrarios, jugador siempre controvertido y uno de los mejores de la Liga. A partir de Neymar, los goles llegaron de forma tan oportuna que no se reparó en la alineación de Luis Enrique.
Ningún jugador reflejaba mejor la precariedad del Barcelona que Aleix Vidal, presente en las alineaciones de entretiempo, que ahora mismo se dan más en la Liga que en la Copa, cuya final queda pendiente de la visita el martes del Atlético al Camp Nou. El lateral estuvo excelente en ataque con una apertura profunda que no supo acabar Neymar, exuberante en el desborde y torpe en el remate, y por contra se mostró errático acto seguido en defensa cuando no supo tapar una entrada de Iñaki Williams que Raúl García remató al palo después de la intervención decisiva de Ter Stegen.
Vidal tiene alma de delantero y Neymar es hoy mejor pasador que finalizador, de manera que cuando cada uno asumió su función natural llegó el gol azulgrana: Alcácer ejerció de ariete puro y remató estupendamente el pase atrás de Neymar después de un excelente desmarque en el área de Gorka. La contundencia del Barcelona contrastaba con la elaboración del Athletic. Tocaban y llegaban los rojiblancos, fluidos en el juego y chatos en el tiro, y se defendían los azulgrana, faltos de autoridad y control, entregados al caos que genera Neymar y no al orden de Messi.
No había un mediocentro que regulara el juego del Barcelona, diseminado y expuesto en cada ataque del Athletic, cuya interesante obra futbolística quedaba hipotecada por su inocencia ante el excelente Ter Stegen. Alcanzaba con ver a Umtiti para saber de las dificultades del Barça. Habitualmente fiable, el central francés era un flan en el Camp Nou. Tampoco entraba en juego Messi y no había noticia de los tres volantes dispuestos por Luis Enrique. A los barcelonistas les quemaba el balón, muy imprecisos, nada graciosos, entregados al gol de Alcácer.
La camisa de fuerza
No salía el Barça de la camisa de fuerza que le había puesto Valverde el día que cumplía los mismos partidos que Clemente en el banquillo del Athletic (211). Inocuos en el área contraria, los rojiblancos se vencieron también en la propia en un libre directo de Messi. Ausente durante largo rato, el 10 chutó una falta desde el costado derecho y Raúl García y Gorka se tragaron el cuero de forma consecutiva, como si fuera pecado llevar la contraria a Messi. El meta ya no sabe cómo ponerse cada vez que el rosarino posa para una falta, tanto da que sea en la Copa como en la Liga.
El marcador, y también el paisaje, invitaron a tomar precauciones al Barcelona. El barcelonismo teme más a Aduriz que el Athletic, y el ariete ni siquiera calentaba, un motivo suficiente para sustituir en el descanso al exigido y lastimado Piqué con 2-0. Aduriz compareció un poco después, cuando Williams, desbordante de alegría y también velocidad, había penalizado como 9. A los rojiblancos, satisfechos con la reaparición del central Yeray en el día mundial contra el cáncer, más alegres y seductores que intensos y agresivos, les faltaba picante para complicarle la vida al Barça.
Vive tanto el Barça del desborde de Neymar que, pasada la hora, Luis Enrique dio descanso a Messi. El brasileño, al fin y al cabo, no podrá jugar el martes contra el Atlético en la Copa y al tridente le conviene rotar ante el calendario que le aguarda en la Liga y la Champions. Reforzado el Athletic y disminuido el Barça, el partido anunciaba más emociones que nunca para el Camp Nou cuando se presentó Aleix Vidal y metió el 3-0 en una jugada de perseverancia y de fe, más propia de un delantero centro que de un extremo, la demarcación que pasó a ocupar con la entrada de Sergi Roberto.
Nada tuvo que decir el Athletic, igual de inofensivo con 0-0 que con 3-0, víctima de un Barça muy efectivo, inferior en la medular y superior en las porterías, sin demasiado control y en cambio con mucho gol, consecuente con el plan de Luis Enrique. No era un partido para hacer historia sino una jornada para pasar de puntillas, de manera fácil y sencilla, camino de encuentros más importantes contra adversarios con más dentadura que el manso Athletic. El león fue Neymar y, si se quiere, Aleix Vidal o Alcácer, no Aduriz ni tampoco Messi.
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