La inesperada irrupción de Deulofeu
Marginado por Koeman en el Everton, el último extremo de La Masia despega en el Milan y regresa a la selección después de tres años de ausencia
Llamados por la necesidad orgánica del juego a interpretar el papel asignado a los aventureros desaforados, los extremos siempre fueron por definición jugadores poco ortodoxos. En Argentina les llamaban locos. En La Masia, una escuela que pretendió producirlos en serie, sencillamente no encontraron palabras para definir a Gerard Deulofeu cuando ascendió del cadete al juvenil en 2010. Sus entrenadores se quedaron perplejos ante las actuaciones de un muchacho inclasificable dentro y fuera del campo. Proliferaron las anécdotas. Una de las más extendidas le sitúa en el túnel de vestuarios tras meter tres goles en un derbi contra el Espanyol juvenil. Se aproximó a sus rivales y les exhortó a tener paciencia:
—Esperad que me duche y os firmo los autógrafos.
Siete años después de aquellos días salvajes, Deulofeu se presentó en Las Rozas más pálido, más flaco y más comedido. El seleccionador, Julen Lopetegui, le inscribió en la lista para jugar contra Israel y Francia convirtiéndole en la mayor sorpresa de la nómina. Su única aparición con la selección absoluta se remontaba a mayo de 2014, cuando disputó 11 minutos en un amistoso contra Bolivia. Desde entonces, su carrera se dispersó. Fue tan dispersa como inaudita en un joven de 23 años que puede ufanarse de haber jugado en el Barça de Guardiola, el Everton de Martínez, el Sevilla de Emery, el Everton de Koeman y el Milan de Montella. Se cuentan con los dedos de la mano los veteranos capaces de acreditar un recorrido similar.
Lopetegui justificó su inclusión diciendo que desde que fue cedido por el Everton al Milan en enero “ha progresado en todas las cosas que tenía que progresar”. Deulofeu explicó que el seleccionador se refería a la capacidad para aumentar la frecuencia de su producción. “Creo”, dijo, “que soy más maduro, más inteligente. He mejorado en el aspecto defensivo y eso me hace ser más regular. Estar más enchufado en defensa me ha facilitado tener más continuidad con el balón. Me ayuda a poder jugar los 90 minutos sin tener altibajos. El míster buscaba regularidad en mí, y yo también”.
Como tantas cosas en el fútbol, la rehabilitación del driblador más famoso de las categorías inferiores de España en la última década obedece a una sucesión de casualidades. Adriano Galliani, el perspicaz administrador delegado del Milan, buscaba un jugador de banda con desborde, a ser posible sin hacer desembolsos. El mejor ejemplar que le ofreció el mercado en la relación calidad-precio fue el catalán. Así obtuvo la cesión del Everton a cambio de pagar medio salario, unos 700.000 euros. El 25 de enero debutó con el Milan: en la Copa de Italia, contra la Juve en Turín. Diez minutos. Desde entonces ha disputado 770 minutos y se ha ganado la admiración de la hinchada. En el Everton, Ronald Koeman le perdió la confianza después de darle 450 minutos.
“Estoy muy agradecido con Vincenzo Montella porque desde el primer día ya me convocó y me hizo jugar un ratito contra la Juve”, dice el jugador, que cifra gran parte de su eclosión en el afecto con que le recibieron en Italia. “El Milan se interesó por mí desde el primer día del mercado y no lo dudé. La confianza con la que llegué, cómo me trataron los dirigentes y los compañeros, cómo me dieron esos primeros minutos, cómo me encontré, fue clave. Ahora siento que puedo mejorar”.
Contracorriente del manual de convenciones del buen canterano culé, Deulofeu cargó desde adolescente con el marchamo de figura díscola. Su participación en las convocatorias de las selecciones inferiores de España fue constante. Lo alentó la fe que le tuvo el coordinador, Ginés Meléndez. Siendo Lopetegui el seleccionador de la categoría conquistó el Europeo sub-19 de Estonia, en el que metió cuatro goles. Su prestigio en Barcelona, sin embargo, declinó. Por alguna razón, su carácter efervescente no armonizó con las ideas de orden de Guardiola, Vilanova y Luis Enrique.
Hace un par de días, Robert Fernández, el director deportivo del Barça, sorprendió a la audiencia de la SER admitiendo que contempla repescarle previo pago de los 12 millones de euros previstos en el contrato de traspaso al Everton: “Tenemos la posibilidad y eso es bueno. Estoy muy contento de lo que está pasando. Esperaremos acontecimientos”.
“Se te va la cabeza”
Deulofeu se encogió de hombros cuando le mencionaron la posibilidad del regreso al Camp Nou. “Pienso en el presente”, dijo. “En el fútbol he aprendido que hay que olvidar el pasado, vivir el presente, y el futuro ya llegará. Estoy muy contento en Milán y ahora es un momento de selección. Es bonito escuchar cosas buenas, pero los jugadores necesitamos pensar en el presente porque si no se te va la cabeza. Si pensamos más allá seguimos el camino incorrecto”.
Acorralada la extravagancia por un discurso conductista que parece la mano de un coach, o de un psicólogo —“no puedo decir todo lo que hago durante la semana cuando no compito”— el muchacho se esforzó este miércoles por no salirse de los carriles de la buena etiqueta industrial. Pero hubo un momento durante su aparición, en la sala de conferencias de Las Rozas, en que pareció resignarse y dejó volar la imaginación: “Está claro que el Milan es un gran club y siempre a uno le gustaría estar en un grande. Pero estoy tranquilo. Estoy cedido por el Everton y el Barça tiene una opción de compra... Si pienso más allá me equivocaría...”.
Tantas veces se ha equivocado que ya puede considerarse un experto. El destino de Gerard Deulofeu ha sido tan raro que él, el más impredecible de los extremos de La Masia, acabó recuperando el prestigio en el férreo calcio.
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