La natación: deporte de equipo
¿Se unirán Leah Smith y Katie Ledecky, dos fondistas americanas, para evitar que Mireia Belmonte les pueda quitar una medalla?
Las pruebas de relevos muestran cómo es posible la colaboración de un nadador con otros compañeros, de una forma reglada, para conseguir el menor tiempo posible en sus esfuerzos consecutivos. Sin embargo, las pruebas individuales a veces pueden permitir alguna forma de colaboración. Uno de los ejemplos históricos más relevantes fue la final de 1.500 libre en los Juegos de Montreal 76. En dicha final partía como favorito el nadador australiano Stephen Holland, autor de cuatro récords mundiales entre 1973 y 1976, el último de 15m 10,89s. Tres nadadores americanos coordinaron sus esfuerzos para conseguir finalizar la distancia delante de él. Entonces todavía se permitía que un mismo país pudiera incluir tres nadadores en una prueba. Cuanto más larga es la distancia, más opciones hay para diferentes planteamientos tácticos individuales o en cooperación. De los americanos, Hartloff inició la serie con un ritmo muy por debajo del récord del mundo y sirvió de liebre para que Holland le siguiera realizando un esfuerzo demasiado intenso. A mitad de la prueba el americano se dejó ir y fue entonces cuando sus compañeros Goodel y Hackett atacaron al australiano, que no pudo responder, ya fatigado por el esfuerzo inicial.
Goodel ganó con un nuevo récord del mundo[15:02.40] (15m 2,40s), Hackett fue medalla de plata y Holland tercero. Tres nadadores se coordinaron para obtener el mejor objetivo posible ante un rival con más potencial individual. Como curiosidad en esa final participó un desconocido de 16 años que acabó quinto. Se llamaba Vladimir Salnikov y estaba destinado a superar a todos sus rivales en los años sucesivos.
El éxito descrito se consiguió gracias a procedimientos tácticos. Pero sin mucho esfuerzo se pueden combinar dichos procedimientos con una ayuda hidrodinámica, cuando las compañeras de equipo nadan en calles contiguas. Se conoce como drafting el fenómeno de aprovechar el oleaje producido por un nadador sobre otro que nada al lado o detrás. Es bien conocido en las pruebas de aguas abiertas o triatlón, donde no existen las corcheras y los nadadores se aproximan sin obstáculos. Y muy evidente en deportes como el ciclismo. Esto puede ocurrir durante una competición en piscina, aunque la corchera reduzca dicho efecto. Si el nadador que va delante es de un tamaño mayor que el que va detrás este efecto aumenta.
Los nadadores tratan, sobre todo en pruebas de fondo, de utilizar este efecto, pegándose al nadador que va delante y manteniéndose a la altura de su cintura, para luego utilizar la energía ahorrada para adelantarlo en los últimos tramos de la piscina. Pero esto puede ser utilizado por dos compañeros o compañeras de equipo para que una ayude a la otra a lo largo de la prueba, y así mejorar el rendimiento de la segunda. Eso puede ocurrir siempre y cuando la primera renuncie a su mejor rendimiento y se preocupe de mejorar el de la compañera, aunque solo sea como liebre, sin ni siquiera tomar en consideración la hidrodinámica. ¿Les suena esta situación? ¿Se unirán Leah Smith y Katie Ledecky, dos fondistas americanas, para evitar que una española les pueda quitar una medalla? Esta tarde en la final de 800m lo veremos. Si finalmente Ledecky sale a batir el récord del mundo, se acabaron las estrategias y Mireia tendrá muchas más posibilidades. Ojalá ocurra así.
Raúl Arellano es catedrático de la Universidad de Granada y biomecánico de natación.
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