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EL QUE APAGA LA LUZ
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La felicidad, Messi y el portero de Serrat

La renovación (o no) del astro argentino tiene a la afición del Barça carcomida por la incertidumbre

Messi, en el partido ante el Leganés.
Messi, en el partido ante el Leganés.Francisco Seco (AP)

Ya es paradójico que el único club de élite en España que vive feliz sea el Valencia, que hace apenas unos meses merodeaba por el infierno llorando sus miserias. Dirá el siempre atento lector que de qué va esto, que hay un equipo, el Barça, invicto en la Liga, invicto en Europa, intocable, intratable y líder con 10 puntos de ventaja sobre su gran rival, el Madrid. Cierto es. El Barça vuela a velocidad de crucero y poco importa que de fútbol se le vea escaso, más allá de que con Messi en la partida siempre saque la carta más alta. Pero buena parte de la hinchada azulgrana sigue sin alcanzar la felicidad. Y no por el derrotismo que un siglo atrás acompañó a este club, ni tampoco por el motín y posterior fuga de Neymar. Debería estar la gent blaugrana entretenida en pitotes y francachelas y, sin embargo, vive carcomida por la incertidumbre. Así lo certifica la carta que Joan Manuel Serrat, uno de sus más ilustres miembros, y el más universal, escribió a Josep Maria Bartomeu, sorprendentemente todavía presidente del Barça, y publicada en este periódico el pasado sábado. Serrat es ese hombre que ha llevado Cataluña y la lengua catalana por todo el mundo sin necesidad de cubrirse con estelada alguna. Muestra el artista en la misiva su preocupación por “un tema que desde hace demasiado tiempo mantiene confusos y desasosegados a socios y simpatizantes de nuestra entidad”. “Digámoslo claro”, añade. “Culés del mundo: Leo Messi puede negociar a partir del 1 de enero con quien quiera y por lo que quiera”.

“Cuarenta y cinco días” se titula la carta, que más bien es una plegaria. Ese es el tiempo que queda para que llegue la ansiada renovación de Messi por el Barça. Son muchas las voces que aseguran que esa renovación ya se ha producido, que todo está en orden. Voces que llegan de aquí y de allí, de directivos, de periodistas que manejan contrastada información (tantos como hay) e incluso del pueblo llano: “Pregunto al portero de la finca que es hombre informado en estos casos y me dice que esté tranquilo, que Messi está renovado por poderes de su padre y su abogado. Solo falta que firme él y se hagan la foto”, escribe Serrat, más creyente del portero de su finca que de dirigentes y comunicadores. La firma y la foto faltan. Detalles insignificantes, dirán algunos, pero que mantienen en vilo a millones de aficionados que no se creen ni una sola de las palabras de unos directivos responsables (perdón por el oxímoron), de cuya boca han salido frases del estilo “Neymar seguirá en el Barça al doscientos por ciento”. Como para creerles.

Así que el Barça, al que asisten mil y una razones futbolísticas para ser feliz, no lo es. Y qué decir del Madrid, equipo llamado a marcar época al que se le ha olvidado que para marcar época es necesario marcar goles. En este caso el problema no son las renovaciones que no se producen sino las que ya se han producido, pues todo el mundo está renovado y cuídese usted de pasear por los aledaños del Bernabéu no sea que aparezca un señor y le renueve. Pero aquí el crítico madridista lo tiene fácil, pues le basta con despellejar a la BBC, por mucho que una de las bes no juegue, y asunto concluido. Y entre los grandes queda el Atlético, que fue enorme hasta hace bien poco y que ahora pena al borde del despido de la Champions. Con este panorama no es extraño que en el fútbol español de élite la felicidad sea propiedad del Valencia y del portero de la finca de Serrat, al que viene como anillo al dedo aquella magnífica canción cuyo escueto título reza Uno de mi calle me ha dicho que tiene un amigo que dice conocer un tipo que un día fue feliz.

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