Independiente empata en el Maracaná y vuelve a ser el Rey de Copas
Los de Holan igualan con Flamengo y revalidan el resultado obtenido en casa para levantar la Sudamericana
“Vencer”. Eso decía un mosaico negro y rojo dibujado por los hinchas del Flamengo en una de las plateas de un colmado Maracaná cuando los equipos saltaron al campo. Aún no sabían que ese fue el verbo que mejor acuñó Independiente en los últimos cuatro años, desde que el Diablo volvió de un infierno nunca imaginado, el de la segunda división. Justamente, una de las temporadas que lo condenó, fue la de 2010, cuando desatendió la liga local para ganar la Sudamericana. Copa que vuelve a levantar este miércoles, nada más y nada menos que en Brasil. "Es un sueño, no me quiero despertar", festejó llorando su entrenador, hincha y artífice de este equipo, Ariel Holan.
El primer tiempo fue digno de una final de copa Sudamericana. Flamengo, impulsado por su gente, salió a buscar con urgencia el empate de la serie abierta en Argentina. Para ello se valió del manejo de balón de Diego, adelantó a William Arao y le dio via libre a Everton y Paquetá. Con esas armas pudo lastimar a un Independiente que salió a jugar de igual a igual, a pesar de ser más visitante que nunca.
A los 12 minutos, el portero uruguayo Martín Campaña, se quedó con una pelota de campeonato, al adivinar la intención de Everton de definir suave con su zurda. A los 25, una intervención de ‘europeos’: el exAthletic Amorebieta salvó su valla luego de un remate del exAleti Diego, el motor de Flamengo. Cuatro minutos más tarde, Paquetá, el mejor hasta ese momento, conectó un centro bajo de Rever tras el cobro de una falta y puso el primer gol del partido, el que empataba la serie tras el 1-2 de Avellaneda.
Emanuel Gigliotti, por momentos solo en el ataque del Rojo, hizo lo que un nueve de sus características debe hacer en un partido tan complejo: recibir lejos del área, cuidar la pelota con su cuerpo y reducir el ritmo de un partido que, por el marco y las necesidades del local, se planteaba electrizante. Y cuando se acercaba alguno de los habilidosos, desprenderse del balón. En otras palabras, el exBoca hizo lo que Paolo Guerrero en La Bombonera, ante la selección argentina, o lo que hubiera hecho una semana atrás en el estadio de Independiente, de no estar suspendido por dopaje. El Flamengo, y sobre todo su entrenador, le echaron de menos.
Esta copa es una revancha para Gigliotti, responsable de la eliminación de Boca ante River en 2014, tras malograr un penal que le atajó Barovero al minuto de juego. Ese fantasma se hizo presente a los 13 minutos del segundo tiempo, cuando el Puma desperdició una gran jugada personal picándola ante la salida del arquero y a los 35, con un remate débil que fue un regalo para César. Ambas jugadas cerraban el partido.
El joven Maximiliano Meza es el que más citas tiene con la pelota en Independiente. Pero además es el cambio de ritmo de un equipo que, por juventud, a veces carece de timing. Puede jugar de enlace clásico o colaborar con la marca en el medio y junto con Barco, Franco, Benítez y Sánchez Miño es una de las grandes figuras de este campeón. Uno de esos jugadores que se necesitan para jugar una final. A los 36 minutos, en su primera incursión en el área, cayó por falta de Rever y convenció al árbitro Roldán, quien dio garantías de su decisión con el uso del VAR. Hernán Barco, con un pie en el Atlanta United, de la MLS de Estados Unidos, puso el empate y volvió a ilusionar a los 5.000 hinchas presentes en el estadio.
Sólo 10 minutos tardó Reinaldo Rueda en sacar a un defensa, el peruano Trauco, para poner un delantero, nada más y nada menos que el juvenil Vinicius Junior, ya fichado por el Real Madrid. Sin embargo, la posesión que el visitante no tuvo en la primera parte, la compensó en el complemento. El dominio del balón terminó por agrandar a un grupo repleto de jóvenes y sólo fue cuestión de qué pase el tiempo para gritar campeón.
Independiente levanta hoy el mismo trofeo que en 2010, pero en un contexto por demás diferente. Con un grupo de futbolistas que recuperan el prestigio del club que más copas Libertadores levantó en el continente. Lo hacen revalidando los valores del Rojo -esta noche de blanco- de juego asociado y vistoso. Esa referencia con el glorioso pasado también se nota desde lo simbólico, con la reedición del histórico saludo al público que hacían los recordados equipos de la década de 1960, con el capitán delante de sus compañeros en fila. Esa imagen, que también luce en el brazalete de Nicolás Tagliafico, es también símbolo de la unión del actual plantel. Por todo, es sin dudas esta noche, con esta consagración, el momento en que se puede decir que Independiente vuelve a ser Independiente.
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