El penúltimo partido del siglo
El Real Madrid, sin urgencias históricas pese a su crónica obligación con la victoria, parte desde la cima europea frente a un PSG tan advenedizo como apremiado por sus multimillonarios órdagos
Tan hiperbólico como es el eco del fútbol, Chamartín acogerá hoy al partido del siglo previo al siguiente partido del siglo que esté por llegar de inmediato. No faltan argumentos para la estruendosa amplificación de este cruce de caminos (20.45, beIN Sports) entre el infinito Real Madrid de ayer y de hoy y el advenedizo y forrado Paris Saint Germain que llama a la puerta de la gran pasarela con urgencias. De hecho, ya se trata de uno de los duelos más largos de la historia: comenzó cuando Xabi Alonso sacó las bolas de ambos en el sorteo de diciembre y no concluirá hasta la vuelta en París el 6 de marzo. En ninguno de los bandos parece haberse reparado en que aún se trata de unos octavos de final. El camino a la final de Kiev del 26 de mayo aún será tortuoso para el que sobreviva a este choque.
Varias lunas separan a las dos instituciones. La incomparable mística del Real Madrid en la Copa de Europa contrasta con la falta de raíces del PSG, alumbrado hace menos de 40 años en la gran capital europea donde más ha tardado en cuajar el fútbol con frecuencia. El Red Star, club embrionario del fútbol parisino fundado por Jules Rimet, tercer presidente de la FIFA, zozobra hoy por la tercera división y no comparece por la Ligue 1 desde 1975.
El PSG, tan artificial que han sido abundantes los conflictos entre su atomizada hinchada, no prendió del todo hasta que Canal Plus a principios de los noventa y ahora Qatar Investment Authority inyectaron capital a la entidad surgida el 12 de agosto de 1970 tras la fusión entre el Paris Football Club y el Stade Saint-Germain. En su palmarés apenas se cuentan seis ligas, 11 copas, una Recopa y una Intertoto, pero Francia se le ha quedado pequeña al PSG. Lo que no consiguió con ilustres como Rocheteau, Luis Fernández, Lama, Weah, Ginola, Raí, Valdo, Ronaldinho, Beckham o Ibrahimovic recae ahora en Neymar, convertido en el gran mesías a cambio de 222 millones de euros. Un órdago tan mayúsculo como insólito. Si en el Madrid ganar es una obligación crónica, para este PSG la perentoriedad es tan absoluta que no regateó millón alguno para alistar al verdugo más sonrojante de su vida. Hace un curso, con Neymar crecido enfrente, a Unai Emery y sus chicos se les cayó encima el Camp Nou cascote a cascote hasta un imperecedero 6-1. Y este curso, ya con Neymar y Mbappé, el PSG ha perdido en Lyon y en Múnich, sus dos salidas con más enjundia. En Chamartín llega la hora de la verdad para este Neymar de momento asilado en su particular sambódromo de París, donde le alcanza para tirar de chistera en la liga francesa. La Copa de Europa no admite distracciones. Y menos cuando hay peaje en La Castellana madrileña. Lo sabe Neymar, que ya ha dejado huellas mágicas en casa del Real Madrid. Pero todavía nada que ver con Cristiano. Desde la temporada 2010-2011 el luso ha marcado 43 goles en 43 partidos desde octavos de final.
Para evitar otro derrumbe en el Bernabéu, donde la Copa de Europa aún provoca a los visitantes más tiritonas incluso que el recinto barcelonista, Unai Emery se ha referido con machaconería a aquel episodio como un aprendizaje futuro. Pero es al club al único que le falta rodaje europeo. En sus filas hay cuatro jugadores que han conquistado la Orejona (Motta, Alves, Neymar y Di María). Y uno ha sido campeón del mundo: Draxler. En la plantilla del PSG hay tanto poso futbolero que salvo el belga Meunier, todos son originarios de países que saben lo que es ganar el Mundial: nueve franceses, cinco brasileños, tres argentinos, dos alemanes y un español, uruguayo e italiano.
A Neymar su sambódromo parisino le alcanza en la Ligue 1, habrá que ver en la Copa de Europa
Pese a su refulgente plantilla, la baja de Motta parece haber supuesto un contratiempo enorme para el técnico vasco. Dado que Rabiot tuerce el morro cuando le toca ejercer de mediocentro defensivo y que es un puesto postizo para Lo Celso, al PSG solo le queda otra opción: el exmadridista Lass Diarrà, que en unos días cumplirá 33 años y que acaba de ser repescado del Al Jazeera, donde ya apuraba la jubilación. Para Zinedine Zidane el único quebradero llegó cuando se confirmó la sanción de la UEFA a Carvajal por ganarse una tarjeta. En principio, el remedio es toda una garantía: Nacho.
Habrá que ver también cómo opera Emery con Di María, sobresaliente en las últimas semanas, puesto que Verratti y Rabiot apuntan a volantes fijos. Lo mismo, por supuesto, que el lujoso trío ofensivo (Mbappé-Cavani-Neymar). Con ellos, Emery, como su colega Zinedine Zidane con la BBC, tendrá que medir el destape. Al margen del acierto de dos delanteras tan jerárquicas, la aplicación de ambos equipos para repescar la pelota será determinante.
Emery, que no ha pasado de octavos, tiene cuatro títulos menores con el PSG; Zidane, ocho, incluidas dos Champions
Real Madrid y PSG llegan al crucial asalto con distintos desvelos. Por mucho que los españoles estén descarrilados en la Liga y fulminados en la Copa, un exilio de la Champions ante los franceses no resultaría igual de traumático. El pasado inmediato acredita con creces a Zidane, a la mayor parte de la plantilla y a los rectores. Doce Copas de Europa, tres tan a la vista por el retrovisor, no colman al Madrid, pero le supone un desahogo. Lo contrario que al PSG. Por mucho que tenga a un palmo la Liga —12 puntos sobre el Mónaco— y esté vivo en la Copa, acabar en la cuneta europea en octavos tendría consecuencias sísmicas. Sobre todo para Emery, que en sus cinco participaciones en la Champions nunca superó los octavos. Desde enero de 2016, a Zidane le sustentan ocho títulos, incluida caza mayor con una Liga y dos Copas de Europa. Desde el verano de 2016 de Emery solo cuelgan cuatro trofeos, tan menores como dos Supercopas domésticas, una Copa y una Copa de la Liga. Ni calderilla para Qatar.
El Real Madrid afronta el partido del siglo de todos los siglos desde la cima. El PSG solo ha llegado al campo base. Millonario sí; campeón aún no. Y en Qatar hay prisa, mucha prisa.
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