Marco Asensio, el benjamín necesario
El más cotizado de los españoles de la nueva hornada aguarda a los 22 años que frente a Marruecos se le abran las puertas grandes de un torneo que premia la juventud
Mucho se ha dicho de las ventajas de la experiencia en la Copa del Mundo. Los precedentes, sin embargo, confirman que el torneo más exigente del fútbol casi nunca se gana sin la energía y el entusiasmo de los más lozanos. Pelé tenía 17 años cuando se consagró como el mejor jugador del torneo en 1958; Allan Ball tenía 21 en 1966; Clodoaldo contaba 20 cuando organizó al gran Brasil de 1970; con 22 Ronaldinho fue el jugador más brillante del campeón de 2002; De Rossi también tenía 22 cuando situó a Italia en lo más alto en 2006; y Mario Götze contaba otros 22 cuando metió el gol del triunfo en la última final.
Camino de Kaliningrado para disputar el tercer partido de la fase de grupos contra Marruecos, el seleccionador español, Fernando Hierro prepara a sus jugadores más jóvenes para oxigenar a una plantilla de veteranos que necesitan puntos de apoyo. Desde la concentración advierten de que la temporada ha desgastado mucho a treintañeros como Silva o Iniesta, y que tal vez no sea mala idea dosificarlos pensando en los octavos de final. Entre los novatos que aprovecharían el hueco destaca el más joven de todos, el mallorquín Marco Asensio, nacido el 21 de enero de 1996.
Ningún español Sub-21 despertó mayor interés en los grandes clubes europeos el pasado verano. Venía de levantar la Champions con dos actuaciones memorables, una en Múnich y otra en la final de Cardiff, contra la Juve. El mercado se revolvía ante un futbolista singular. Potente, ágil, elástico como un resorte, driblador y dueño de uno de los disparos más dañinos que se pueden ver, era capaz de jugar en las cuatro posiciones del frente de ataque sin desentonar y si lo hacía como extremo por la derecha a pierna cambiada sus cualidades no tenían par entre sus compañeros del Madrid. Tanto que nadie echó de menos a Gareth Bale cuando se lesionó.
Los analistas consultados coinciden en elevar su cotización por encima de la de Isco y solo advierten un hándicap: su agresividad mental es más de sabueso que de tigre. Durante los partidos alterna momentos de actividad frenética con desconexiones. Nada que frenara el entusiasmo que inspiró su consolidación en la máxima exigencia. Entre junio y julio de 2017 se desató el furor. Dicen en Manchester que José Mourinho se planteó construir el United alrededor de Asensio, y que preparó una suma que rondaba los 150 millones de euros para ficharlo. Algo parecido se plantearon en la secretaría técnica del Barcelona antes de fichar a Dembélé; y el Liverpool se sumó a los interesados. Todos chocaron con la negativa de Florentino Pérez. El presidente madridista le mejoró el contrato y elevó la cláusula de rescisión a 700 millones.
Desplazó a Villa y Morata
Subido a la ola que levantó el futbolista más llamativo de la nueva hornada española, el exseleccionador Julen Lopetegui dejó en el banquillo a los dos nueves que había convocado, Villa y Morata, y apostó por Asensio e Isco para disputar el partido contra Italia, el más importante de la fase de clasificación, en la primera semana de septiembre de 2017. Fue la única vez que Lopetegui jugó con los llamados falsos nueves. El experimento produjo un resultado formidable (3-0) pero Asensio no logró interpretar un puesto que requiere más desmarques al espacio que balones al pie. Desde entonces y hasta febrero, sus apariciones se hicieron declinantes. Regresó a la gran escena contra el PSG en el Bernabéu. No lo olvidará Meunier ni Unai Emery, testigos de primera línea de la aniquilación de su equipo con cada incursión de Asensio por banda izquierda.
“Marco lleva dos temporadas progresando”, dijo este sábado Lucas Vázquez, el otro extremo madridista de la expedición rusa. “Es un chaval con un presente increíble y un futuro mejor. Su capacidad futbolística es algo que todavía nadie puede saber porque tiene un potencial brutal. Intentamos ayudarle a que siga con ese crecimiento. Poco a poco irá entrando en los planes de Hierro”.
Titular contra Italia (3-0), Israel (0-1), Rusia (3-3) y Argentina (6-1), ha metido tres pases de gol pero no ha conseguido hacer un partido redondo con España. Su debut en la Copa del Mundo, en Kazán el pasado miércoles, apenas se prolongó 11 minutos. Tuvo mucho que ver con la idea de Hierro de añadir al equipo jugadores rápidos que atacaran los espacios que dejaba Irán en su intento por remontar el 0-1.
Postergado después de tantas suplencias, así en Chamartín como en Rusia, el chico que sentó a Villa y a Morata espera que Marruecos le abra las puertas hacia la consagración mundial.
Aclimatados del Cáucaso al Báltico
“Es preferible prepararse en el calor para competir en el frío que prepararse en el frío y competir en el calor”, anunció el destituido seleccionador Julen Lopetegui para justificar el asentamiento de España en el campo base de Krasnodar, durante el Mundial de Rusia. Nadie olvida en la federación el desastre que supusieron los viajes en el Mundial de Brasil, del frío de Curitiba al clima subtropical de Bahía, o Río, en la fase de grupos.
El solsticio coincide con una ola de bochorno y tormentas en Krasnodar, en la falda septentrional del Cáucaso. La selección se entrenó este sábado a 24 grados bajo un cielo negro, la víspera de embarcarse hacia Kaliningrado, a 1.700 kilómetros al norte, en la costa del Báltico, donde se espera que las temperaturas ronden los 13 grados a la hora del partido con Marruecos, este lunes.
“Las condiciones ambientales de Krasnodar favorecerán nuestra aclimatación”, dice Oscar Celada, el médico de España. “No deben perjudicarnos para competir en ambientes más frescos”.
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