Rubiales exhibe su poder con el apoyo de Infantino y Ceferin

El día que Luis Rubiales destituyó fulminantemente a Julen Lopetegui abrió un abismo entre la federación y el Real Madrid, con todo lo que eso representa. Aquel 14 de junio en Krasnodar el presidente se quedó sin seleccionador a las puertas del Mundial pero tomó conciencia de que para consolidar su poder no le quedaría más alternativa que levantar una fortaleza. Como si el conflicto fuera inevitable. Este martes, con motivo de la asamblea general de la federación celebrada en Las Rozas, Rubiales exhibió su musculatura. Le escoltaron los principales mandatarios mundiales de la industria del fútbol, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el presidente de la UEFA, Alexander Ceferin. Y le acompañó su mano derecha, la vicepresidenta Ana Muñoz, ex directora general del CSD y de la Agencia Antidopaje, y cabeza visible de uno de sus proyectos más ambiciosos: la creación del Departamento de Integridad y Seguridad. Una suerte de fiscal anticorrupción del fútbol en España.

Infantino y Ceferin componen una compañía inaudita y una presencia sin precedentes en la asamblea de una federación nacional. Ambos respaldaron públicamente la decisión de despedir a Lopetegui, medida que juzgaron como “valiente” y “necesaria” para la viabilidad federativa. Más vinculado a los clubes que su homólogo, Ceferin se mostró algo parco. Infantino quiso lanzar un mensaje de solidaridad plena con una institución que ha representado la vanguardia del fútbol desde 2008 y que en Zúrich observan como una filial bajo fuego.

“La RFEF”, declaró Infantino, “tiene que ser un líder de todos los proyectos de innovación, como el VAR y el fútbol femenino. Porque todo el mundo mira a ver qué se puede aprender de España. Por esto necesitamos una RFEF fuerte. Por todo lo que representa como tradición y como historia. Querido Luis [dirigiéndose a Rubiales], no solo estaré a tu lado, quiero estar en tu equipo como un nueve para hacer goles si me dan pases potables”.

La presencia de Infantino y Ceferin fue un gesto político de respaldo a una federación que observan bajo el peso de una investigación judicial que llevó a la cárcel al anterior presidente, Ángel María Villar; bajo el escrutinio de un Gobierno que hasta febrero vigiló de cerca el proceso electoral; y, finalmente, sometida a la crisis que supuso el fichaje del seleccionador Julen Lopetegui por el Real Madrid a tres días del inicio del Mundial.

Comisario de Integridad

Fue significativo que, durante el acto, tanto Rubiales como Infantino invocaran el principio de la presunción de inocencia para el procesado Ángel María Villar. Casi tanto como la comparecencia de Ana Muñoz. La vicepresidenta anunció la creación de un Comité de Auditoría y Control, órgano externo que velaría por el buen gobierno en la federación; y comunicó la formación del Departamento de Integridad a cuyo frente coloca a Alfredo Lorenzo, un expolicía nacional que ya ejerció un cargo análogo en la Liga.

“El control de la integridad de la competición”, explica Muñoz, “es una competencia de la federación atribuida por la FIFA a todas las federaciones nacionales”. La vicepresidenta sostiene que si bien Lorenzo hizo un trabajo “muy profesional” para la Liga, los clubes agrupados en la patronal no pueden garantizar la independencia de una figura que, en última instancia, está diseñada para controlarlos a ellos.

Así como la sala central del VAR se ha instalado en la federación y no en la sede de la Liga, Lorenzo se ha trasladado a Las Rozas. Hasta ahora, el interlocutor con la FIFA y la UEFA para temas de integridad fue el responsable jurídico de la federación. Con el lanzamiento de este proyecto Rubiales recupera una competencia fundamental de vigilancia de los torneos. Las federaciones de Alemania, Inglaterra, Italia y Francia cuentan con órganos similares, según Muñoz.

Durante la asamblea se presupuestaron ingresos y gastos de 170 millones de euros para 2018, y se comunicó que el salario de Rubiales ascenderá a 160.000 euros brutos.