Llull lanza al Madrid ante el Obradoiro
El balear guía al Madrid a la final de la Supercopa ante un Obradoiro que solo aguantó medio duelo
Aún es pronto para decir que Llull ha vuelto —el Llull puro y en forma, se entiende—, pero el base del Real Madrid no quiso esperar y se marcó un partido de los suyos en la primera cita oficial de la temporada. A lomos del base de Mahón, el Real Madrid avasalló al Obradoiro para meterse en la final de la Supercopa. Hoy los blancos se jugarán el primer título del curso ante el Baskonia (19.15, Vamos) en una reedición de la última final de la Liga Endesa. Entonces venció el Madrid, tres meses después las cartas han cambiado un poco.
Obradoiro, 61 - Real Madrid, 81
Monbus Obradoiro (12+22+8+19): Pozas (2), Simon (5), Vasileiadis (15), Llovet (-) y Hlinason (4) -cinco inicial-, Sabat (14), Stephens (6), Obst (2), Spires (4), Navarro (7) y Brodziansky (2).
Real Madrid (20+20+28+13): Llull (17), Taylor (8), Causeur (7), Randolph (12) y Tavares (6) -equipo titular- Fernández (2), Campazzo (4), Ayón (4), Carroll (5), Deck (10), Prepelic (2) y Reyes (4).
Árbitros: Juan Carlos García González, Miguel Angel Pérez Pérez y Rafael Serrano. Sin eliminados.
Incidencias: Segunda semifinal de la Supercopa Endesa, disputada en el Pabellón Fontes do Sar de Santiago de Compostela ante 5.471 espectadores.
Los blancos ya no tienen el as de oros que era Luka Doncic. Si Sergio Llull vuelve a ser el que era antes de lesionarse la rodilla gravemente hace 11 meses, Pablo Laso podrá respirar más tranquilo, tendrá a ese jugador al que se le pueda pasar el balón cuando a todos les quema. Eso era Doncic la temporada pasada y eso era Llull hace un año.
Ayer en Santiago de Compostela el base balear dio una pista de lo que puede volver a ser. Él rompió el partido varias veces, sobre todo la definitiva, en el tercer cuarto. A base de triples el Madrid masacró tras el descanso a un Obradoiro que hizo la goma toda la primera parte. Se fue vivo a descansar el equipo gallego (34-40) gracias a los puntos de Vasileadis, certero desde el perímetro, pero se desinfló de manera rotunda después. Demasiada diferencia.
Al Madrid le bastó con aplicar la vieja y nunca obsoleta fórmula de la defensa y el contrataque para reventar el duelo, y si las transiciones acababan en triple, mejor. En un visto y no visto el partido pasó de una cierta igualdad a estar finiquitado (38-57, m. 26). La diferencia llegó a ser de 30 ya en un último periodo que prácticamente sobró. La otra gran noticia para Laso fue la aparente resurrección de Randolph, un activo más para la difícil temporada que empieza.
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