Espanyol: Alegría en el campo, frío en la grada de Cornellà
El club catalán, que sufre una desafección social pese al fútbol atrevido que plantea Rubi, se aferra al derbi para recuperar espectadores
En una Liga en la que los favoritos fallan más que nunca, otros clubes más discretos asoman la cabeza. El Espanyol, por ejemplo, ha protagonizado su mejor inicio de temporada en años y, a tres jornadas de las vacaciones de Navidad, es séptimo a siete puntos del líder, un Barcelona al que recibe este sábado en el RCD Stadium. Y con el impulso del último partido, el que le dio la clasificación para los octavos de Copa del Rey, aspira a su séptimo triunfo en LaLiga. Salir victorioso del derbi es el gran aliciente con el que cuenta el equipo de Rubi –séptimo en la clasificación histórica de LaLiga, 75 millones de presupuesto, por los 897 del Barça–, que solo ha podido ganar a los azulgrana en Cornellà en una ocasión: la ida de las eliminatorias de Copa del año pasado (1-0; 2-0 en la vuelta).
Se respira un ambiente especialmente positivo este año, incluso después de acumular tres derrotas consecutivas en LaLiga: ante el Sevilla, el Girona y el Getafe. El equipo, aunque con muchas bajas, volvió a emerger el pasado martes contra el Cádiz. Después de un primer tiempo en el que estuvo perdido y desacertado, retomó el atrevimiento, se mostró rápido en las transiciones y no presentó grandes desequilibrios en defensa, aspecto en el que más había flaqueado en los últimos encuentros. Ante el Cádiz, también se observó que, con Borja Iglesias en el banquillo y Sergio García lesionado, le cuesta hacer gol a pesar de que generó muchas ocasiones de peligro, especialmente en la segunda parte.
Tras desprenderse de esa ansiedad tras una mala racha –“Estamos un poco intranquilos”, había reconocido Rubi–, para el derbi, el técnico recuperará a Sergio García y podrá contar de nuevo con Marc Roca, el mediocentro a través de quien el entrenador exige a su equipo el control del balón. Puede que el Espanyol, que ha aprendido a explotar su verticalidad con jugadores como Borja Iglesias, se muestre más cauto ante el Barcelona, pero tiene un ideario y no esperará a verlas venir. “La propuesta de Rubi, ese fútbol más alegre e incluso arriesgado, y ver que lo que practican cada día funciona en los partidos les ha dado confianza a los futbolistas”, opina Dani Solsona, ex jugador del Espanyol.
Después de la reciente Junta General de Accionistas y con el presidente, Chen Yansheng, en el palco tras aprobar sin despeinarse las cuentas del pasado ejercicio, la mirada se volverá también a las gradas, habitualmente semivacías a pesar de la buena marcha del equipo. “Cuesta entender que ahora que se empieza a jugar bien la gente no responda. Es extraño. La asistencia no es la que debería”, indica Solsona. Si el último derbi en Cornellà fue el peor en asistencia en el nuevo estadio, con 23.827 aficionados, habrá que ver cómo responde el público esta vez en una temporada en la que las tribunas se muestran más vacías que nunca. La caída de abonados no ha cesado desde la temporada 2009-2010. Y el cambio de campo no parece explicar la debacle, pues aquel primer año la cifra de abonados alcanzó los 35.599.
Desde entonces, los datos no han hecho más que empeorar. Hasta llegar a los 27.061 abonados de esta temporada. Deben haber afectado los resultados de un equipo que no se clasifica para jugar en Europa desdel 2009 o el hecho de comenzar el curso tras haber perdido a su principal estrella, Gerard Moreno, y a sabiendas de que se peleará por la supervivencia, aunque hoy se hayan superado las expectativas con creces. Si bien, la debacle parece responder especialmente a una campaña de abonos que ha tocado el bolsillo de los aficionados: la renovación del carnet ha subido una media de 50 euros, aunque en algunos casos ha alcanzado una subida de 100 euros. No por necesario el reajuste de precios ha gustado a los seguidores. “La gente se enfadó mucho. Creo que el club habrá tomado buena nota. Ya sabemos que hay que ingresar dinero, pero si ha habido unos 3.500 aficionados que no han renovado su carnet no tengo claro que les hayan salido los números. Además, socialmente es una decisión que no se mantiene”, opina Solsona.
Algunas voces incluso apuntan a que el procés se ha dejado notar en Cornellà. “Se ha querido posicionar al Espanyol como un club unionista. Y eso es mentira. Hay unos pocos que reivindican la españolidad, con ñ, del club, que llevan banderas españolas al estadio, pero entre los aficionados hay también muchos independentistas, como de otras sensibilidades políticas. Muchos de esos se han dado de baja”, señala una fuente vinculada al club. Hace tiempo que apenas se ven esteladas en el RCD Stadium. “La gente tiene miedo de ir con una bandera independentista al campo”, añaden las mismas fuentes.
Pese a reivindicarse como el Espanyol de Barcelona, no de Cornellà, como apostilló Piqué al final del último derbi en el Camp Nou, el pasado enero, el club tiene un problema de desafección. Y la Junta Directiva lo sabe. Por eso explicó en la pasada Junta de Accionistas que planea recuperar su sede social en Barcelona –ahora en Cornellà– así como mejorar su presencia en la capital con la apertura de dos tiendas, una en la ciudad condal y otra en el aeropuerto. En los últimos años, el Espanyol ha logrado sumar un 51% de socios nuevos, pero trabaja para no perder a los de siempre. Por eso, reajustados los precios de los abonos, buscará políticas atractivas para premiar a los socios más fieles y que los asientos vacíos en su estadio sean cada vez menos. Puede que el espíritu de Rubi y un buen derbi animen a los que llevan unos años escondidos.
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