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Larisa Latynina: “Con el ballet y la gimnasia la guerra desaparecía”

Hasta la aparicición de Michael Phelps nadie había ganado más medallas (18) que la gimnasta rusa; a sus 83 años recuerda lo horrible que fue la Segunda Guerra Mundial y reflexiona sobre cómo ha cambiado su deporte

Eleonora Giovio
Larisa Latynina, este sábado en el Hotel Palace antes de la entrevista.
Larisa Latynina, este sábado en el Hotel Palace antes de la entrevista. ÁLVARO GARCÍA

Hasta la aparición de Michael Phelps, el tiburón de Baltimore, nadie había ganado más medallas olímpicas que Larisa Latynina. La gimnasta rusa se colgó 18 (nueve oro, cinco platas y cuatro bronces) a lo largo de tres Juegos, Melbourne 56, Roma 60 y Tokio 64. Phelps se retiró, definitivamente, después de Rio con 31 años; su botín: 28 metales (23 de oro, tres de plata, dos de bronce). Larisa abandonó la gimnasia en 1966 con 32 años, una hazaña en un deporte como el suyo. Hoy tiene 83. Está por Madrid porque ha sido galardonada por el Diario As con el Premio Leyenda que recogerá este lunes. Atiende a EL PAIS en el hotel Palace por el que aparece el sábado a las 11 de la mañana después de terminar un té. Luce tres anillos, las uñas pintadas de azul oscuro y pendientes de azul claro a juego con un jersey de cuello revuelto. Se le ve cómoda posando ante la cámara; conserva la mirada coqueta y la sonrisa de su época de gimnasta. No habla inglés y su yerno, Rostik, que nació en Venezuela, hace de traductor. La charla, que en principio iba a durar media hora, se extiende más de una hora.

Pregunta. ¿Qué vida lleva?

Respuesta. Mi ritmo de vida es acorde a mi edad [se ríe]. Cuando estoy tumbada o sentada tengo un montón de planes en la cabeza, pero en cuanto me levanto los planes empiezan a reducirse… Vivo en el campo, en una pequeña aldea a dos horas de Moscú.

P. ¿Lo primero que hace al despertarse?

R. Intento averiguar si todo está bien y si es así hago ejercicios de gimnasia muy básicos.

P. ¿Qué le dijo a Phelps cuando se encontraron en Londres?

R. Mi primera impresión fue que es un joven muy atractivo, muy simpático y con sentido del humor. Lamentablemente yo no hablo inglés y él no habla ruso, por lo tanto, la comunicación fue un poco limitada. Le regalé una réplica en cerámica de una medalla conmemorativa.

P. ¿Cómo se consiguen 18 medallas olímpicas?

R. Yo nunca me había puesto esa cifra como meta, simplemente hacía lo que me decía el entrenador.

P. ¿Así de fácil?

R. Cuando salía al tapiz intentaba hacer de la mejor manera lo que había aprendido en los entrenamientos. ¿Conseguir medalla? Eso ya dependía de los jueces.

P. Dicho así parece muy fácil…

R. Mi entrenador me decía: si vas a ejecutar el ejercicio como tú sabes y no consigues medalla, vamos a trabajar más.

P. ¿Simone Biles podría alcanzar esas 18 medallas?

R. No sé, porque comparado con antes la carrera deportiva de un deportista es muy corta.

P. ¿Por qué?

R. Porque la gimnasia se ha puesto muy complicada. Los ejercicios son más complicados, los elementos también.

P. ¿Cómo era la gimnasia de su época?

R. Cuando yo empecé el suelo era de madera, luego fueron poniendo una alfombra muy fina; después entre la alfombra y el piso empezaron a colocar una franja para amortiguar. Cuando veo los suelos en los que compiten ahora sonrío. Imagino que también les dará la risa a las jóvenes de ahora si vieran cómo competíamos nosotras. Todo era mucho más rígido en mi época, había muy poco rebote. Comencé a practicar la gimnasia con 12 años; hoy con 12 años las niñas ya compiten en júnior.

P. ¿Los entrenamientos cómo eran?

R. En mi época entrenábamos tres veces a la semana… ahora se entrenan tres veces al día.

Una gala dedicada a las mujeres

Además del Premio Leyenda a Latynina, el diario AS entregará en su gala, dedicada a las mujeres deportistas, el Premio Trayectoria a Edurne Pasaban, la primera montañera que coronó los 14 ochomiles.

Los galardones se completan con deportistas en activo que han brillado en 2018 en en las más diversas disciplinas: Carolina Marín (bádminton), Ana Carrasco (motociclismo), Lydia Valentín (halterofilia), Joana Pastrana (boxeo), Gisela Pulido (kitesurf), Sandra Sánchez (karate),la Selección de baloncesto y el Atlético de Madrid de fútbol. El Premio Promesa es para María Vicente (atletismo).

Junto a ellas habrá dos premios internacionales: la venezolana Yulimar Rojas, Premio As América y la marroquí Rababe Arafi, Premio As Arabia.

P. ¿Dónde guarda las medallas?

R. ¡Es secreto!

P. ¿En qué consistían los premios entonces?

R. En Melbourne gané seis y recibí un premio en dinero. Era aproximadamente lo que costaba un coche. Me dieron el derecho de comprar un coche sin ponerme en lista de espera, porque en la Unión Soviética todo era deficitario. Yo tuve derecho a saltármela gracias a una medalla olímpica.

P. ¿Le gusta Simone Biles?

R. Me gusta mucho lo que hace. Me gustaría que fuera un poco más alta, me impone mucho y me fascina su capacidad de salto y rebote. Lo que le dan sus piernas en los saltos y en los ejercicios en el suelo es impresionante [mide 1,42] Cuando la veo en las paralelas, me gustaría que sus ejercicios fueran más limpios, que los pies fueran más rectos y también su cuerpo al dar las vueltas.

P. ¿Qué recuerda de su infancia en Jersón, en la orilla del rio Dnieper?

R. Recuerdo la Segunda Guerra Mundial y todas las cosas horribles que viví. Recuerdo los sótanos a los que teníamos que ir corriendo a escondernos cuando había bombardeos, recuerdo las bombas. Ojalá nadie en edad infantil y en ninguna otra edad tenga que pasar por esos momentos tan horribles.

P. Su padre falleció en la batalla de Stalingrado.Usted era una niña; ¿quién y cómo le explicó lo que es una guerra?

R. Nadie me lo explicó. Lo vi con mis ojos. Tengo todavía la imagen grabada en mi memoria de cuando los alemanes entraron en Jersón. Era junio, hacía mucho calor y había mucho polvo en el aire, me acuerdo que llegaron en sidecar. Era la primera vez que yo veía eso. Los manejaban oficiales, con uniformes verde oliva y gafas grandes de lentes oscuras, llevaban algo metálico pegado en el pecho. Esa imagen la tengo plasmada en mi memoria. Mi mamá decidió que lo mejor era que me fuera de Jersón, me envió a un pueblito en las afueras con sus familiares. Me hizo una mochila con sus manos y la llenó de pan seco. Cuando me la puso, perdí el equilibrio y me caí de espaldas. Me acuerdo de lo mucho que lloró porque el pan seco se trituró. Tengo imágenes horribles de la guerra en mi memoria; las viví en la niñez, pero siguen ahí. Siempre trato de evitarlas.

P. ¿La gimnasia fue su refugio?

R. Sí, cuando practicaba ballet y gimnasia las imágenes de la guerra desaparecían.

P. Vivió y compitió en la época del telón de acero, en la época en el que el deporte era un instrumento político más. ¿Las jóvenes de su edad eran conscientes de eso o lo fueron descubriendo más tarde?

R. Lo que entendíamos era que habían pasado muchos acontecimientos en la Segunda Guerra Mundial y que la vida cotidiana más austera que llevábamos a este lado del muro era algo natural, producido por la guerra y que con el tiempo las diferencias se reducirían.

P. ¿Cómo aguantó compitiendo hasta los 32?

R. Amaba el deporte y la gimnasia.

P. Se habla de usted como de una heroína. ¿Se sintió así alguna vez?

R. Nunca me he sentido una heroína. Para empezar me enteré de que tenía el récord de medallas olímpicas en 1978. Hasta entonces yo no sabía nada de heroísmo y leyenda.

P. ¿Cómo se enteró?

R Trabajaba en la organización de los Juegos de Moscú 80 y recibí por correo una copia de un artículo publicado en Checoslovaquia. Había una lista muy larga de deportistas con medallas olímpicas y vi que mi nombre estaba el primero. El segundo era Paavo Nurmi y el tercero Mark Spitz.

P. ¿De qué se siente más orgullosa?

R. Más que orgullosa me siento agradecida de que la gente se acuerde de mí; los que tienen más de 35-40 años. La juventud no me conoce, pero lo entiendo porque cada época tiene sus leyendas.

P. ¿Quién fue la suya?

R. Nina Bocharova [gimnasta rusa que ganó cuatro medallas en los Juegos de Helsinki 52]. Tengo grabada en la memoria su imagen en las paralelas, era increíble lo flexible que era. Siempre que la veía soñaba con hacer lo mismo. Ahora tiene 94 años, vive en Kiev, hace cinco años que no nos vemos, pero sé que todavía trepa árboles.

P. ¿Cómo vivió la aparición de Nadia Comaneci en Montreal 76?

R. Una gimnasta joven con muy buena técnica. Dejaba muy buena impresión. Sus medallas en aquellos Juegos fueron merecidas.

P. ¿Personalmente cómo vivió su 10,00, el primero en la gimnasia?

R. La gimnasia es un deporte subjetivo. Se puede ejecutar un ejercicio de forma perfecta, pero los jueces pueden tener una percepción diferente. En Montreal la actitud de los jueces fue más abierta, suave y condescendiente. Nellie Kim también obtuvo un diez. Nadia no fue la única. Decir que recibir un diez implica la perfección en gimnasia, no es correcto. Todo depende de la actitud y de la percepción de los jueces y de las épocas. En Viena se organizó hace años un evento para conmemorar los Juegos del siglo XX y los agentes de Nadia utilizaron el argumento del 10,00 para presionar sobre quien debía ser premiado como atleta del siglo. En las nominaciones había tres gimnastas: Nadia Comaneci, Vera Caslavska y yo.

P. ¿Quién ganó?

R. Nadia Comaneci. Yo tenía 18 medallas, nueve de ellas de oro; Vera nueve y siete de oros. Nadia solamente cuatro, pero el argumento que se usó fue el 10,00. Dicho esto, quiero subrayar que Nadia es una gimnasta muy talentosa y que sus Juegos los ganó muy merecidamente.

P. ¿Cómo se le quedó el cuerpo cuando salió a la luz el escándalo de los abusos a las gimnastas americanas?

R. Algo escuché, pero me llegó información bastante limitada. En mi época de gimnasta y entrenadora eso no existía. Son cosas que no se pueden permitir; estoy en contra de cualquier vejación, debe haber respeto entre una gimnasta y su entrenador. En la escuela de gimnasia que lleva mi nombre eché a una entrenadora de dos gimnastas muy talentosas porque era muy agresiva. Las golpeaba y usaba palabras muy duras. Cuando la eché, las dos gimnastas se fueron con ella… Yo tuve mucha suerte en mi vida, en Jersón tuve un excelente entrenador en mis comienzos. Mi primera medalla de Melbourne se la regalé a él. No la habría logrado sin su trabajo.

Larisa Latynina, durante un ejercicio en su etapa de reina de la gimnasia, entre 1956 y 1964.
Larisa Latynina, durante un ejercicio en su etapa de reina de la gimnasia, entre 1956 y 1964.EFE

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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