Navarro: “Os echaré de menos”
El escolta se despide del Palau al tiempo que el Barcelona retira su dorsal, el 11, en señal de gratitud por su excelente carrera
No vestía de corto sino que llevaba una chaqueta de traje, camisa blanca y vaqueros, por más que sus pies descansaran sobre unas zapatillas de baloncesto porque para Juan Carlos Navarro el parquet y la pelota naranja lo fueron todo. Recibido por los jugadores del primer equipo del Barça, además de por unos cuantos jóvenes en representación de las categorías inferiores del club, Navarro se presentó en el centro de la pista hecho un manojo de nervios, incapaz de dejar las manos quietas, con un discurso en el que le temblaba la voz y alguna que otra palabra incluso quedó ahogada por las lágrimas que amenazaban con salirse de las cuencas de los ojos. No era para menos; el Barça retiraba su camiseta como homenaje a un jugador que vistió de azulgrana durante 21 años, saldado con 1.139 partidos y 13.609 puntos, también con un éxito abrumador traducido en 35 títulos (dos Euroligas, una copa Korac, ocho Ligas, siete Copas del Rey, cinco Supercopas y 12 Ligas catalanas). “Estoy contento de estar con mi gente”, convino a modo de saludo.
No era tampoco una noche sencilla para el escolta, pues el acto debió celebrarse el pasado 25 de noviembre, pero en la madrugada anterior falleció su padre. “Se lo dedico a mi familia, mujer, hijas y sobre todo a ti, Papa [en catalán]”, acertó a decir Navarro, al tiempo que el Palau estallaba en vítores, aplausos y el cántico repetido de su apellido. Instantes después, Joan Bladé, responsable del baloncesto azulgrana, le entregó la camiseta en un marco de recuerdo. Junto al directivo comparecieron los otros jugadores que también tienen su elástica colgada en el Palau, un quinteto de aúpa: el base Nacho Solozábal (7), el alero Juan Antonio San Epifanio (15) –no pudo asistir por trabajo-, el ala-pívot Andrés Jiménez (4) y el pívot Roberto Dueñas (12). “Este es el mejor homenaje, con mi familia, con mi gente, en el Palau”, señaló Navarro, que también recibió el apoyo de su mujer e hijas. “Sin ellas no hubiera llegado hasta aquí”, resolvió.
Con la de Navarro, el Barça ha retirado 13 camisetas durante su historia como premio y reconocimiento a deportistas que marcaron una época azulgrana. Se dice ahora, en un guiño forzado en referencia al piloto fallecido Sito Pons, que son 12+1. Juego de números que no tiene demasiado sentido para Juan Carlos Navarro porque su dorsal preferido era el 13 hasta que Sarunas Jasikevicius, fichado en 2000, se lo pidió. Pipiolo como era entonces Navarro, se lo cedió y escogió el 11 porque era el que usaba su hermano Ricardo en las categorías inferiores del Barça. Un número que ya no se usará más en el Palau porque será eternamente para La Bomba. “De pequeño, cuando mi padre me montó una canasta en el patio de casa, no podía pensar ni en mis mejores sueños que mi camiseta podría estar aquí, en casa, en el Palau”, reflexionó La Bomba.
Fue su hermano Ricardo, casualmente, quien le abrió la llave del Barça porque los ojeadores del club le vieron tirar a canasta en los entreactos de sus partidos y pronto le dijeron que se animara a vestir de azulgrana. No le fue mal. “Una carrera excelente”, resumió el mismo Navarro. Y amplió: “Me he intentado dejar la piel siempre por esta camiseta”. Por eso se retira su dorsal junto a la del cuarteto de baloncesto, también junto a la de Sagalés, Grau, Urdangarín, O’Callaghan, Barrufet y Masip (de balonmano), a la de Sedano (fútbol sala) y a la de Borregán (hockey patines). “Dejo muchos recuerdos, compañeros, amigos. Os echaré de menos”, cerró Navarro. El Palau, también. Pero desde ahora, un poco menos porque el 11 siempre estará presente.
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