Cómo conocer España jornada a jornada
El campeonato liguero ha consolidado un turismo de fin de semana con muchos alicientes alrededor del fútbol. Estas son algunas historias de aficionados que practican viajes de primera
A Valladolid le queda cerca (casi) todo. Quizá por eso este año casi 600 amigos pucelanos decidieron visitar Bilbao un fin de semana aprovechando la visita de su equipo a San Mamés. Al viaje a Madrid fue el doble, 1.200. Casi los mismos que habían estado ya unos meses antes. Porque queda cerca, sí, pero también por el fútbol, claro. El Real Valladolid ha vuelto esta temporada a LaLiga Santander y su afición no se lo ha querido perder. “Somos sin duda el equipo que más gente ha llevado a sus desplazamientos. Algunas veces hasta nos han faltado entradas, pero las ganas nunca”, asegura José Antonio Pérez, presidente de la federación de peñas del club blanquivioleta. Miles de personas viajan cada jornada a ver a sus equipos y a disfrutar de la gastronomía y la vida de otras ciudades de España. El fútbol local de fin de semana es la esencia indispensable del deporte rey y un plan de éxito asegurado para familias y amigos. Y para algunos es todavía más: es una forma de vida.
En Pucela no son los únicos que aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid para hacer turismo. El fútbol genera en España más de 1.000 millones de euros de consumo en restauración alrededor de los estadios, hoteles y desplazamientos, según un informe elaborado por PwC para LaLiga con datos de la temporada 2016/17. Cuatro equipos vascos, cuyas ciudades están a no más de dos horas de viaje, han disputado esta temporada LaLiga Santander. Allí el fútbol se vive con un hermanamiento especial, con aficiones mezcladas en las calles y en los estadios. “Este año hemos estado en San Mamés y en Ipurua, todo fenomenal, tenemos amigos allí. A Anoeta no pudimos ir ya que por las obras del estadio no cedían entradas a los clubes visitantes. Les está quedando maravilloso el nuevo campo, por cierto”, atestigua Aitor Sanz, presidente de la peña Tribuneros Albiazules del Deportivo Alavés, de la que también es miembro su hijo Iker. “La primera vez que le llevé a Pamplona fue para ver un Osasuna-Alavés. Estamos deseando que asciendan para volver”, confiesa el padre.
El plan habitual de estos peñistas refleja lo que suele ser un viaje de cualquier aficionado a una localidad vecina para ver a su equipo un fin de semana: “Salimos por la mañana, casi siempre en autobús, en nuestro caso público porque aquí la red es muy buena. En función del horario del partido desayunamos, paseamos por la ciudad y vamos al estadio o hacemos una ronda previa de pintxo-pote con txakoli y comemos en algún restaurante o sociedad gastronómica. Luego llega el ocio, que yo por ejemplo aprovecho para tomar unos txikitos y jugar una partida de mus contra los amigos del equipo rival. Si el partido es por la tarde o por la noche vamos al campo en ese momento, ganamos o perdemos, y luego ya el que se quiere quedar más tiempo, lo hace, y el que no, se coge el autobús de vuelta”. Al regresar no faltan las bromas y los cobros de apuestas. “A mí este año me toca hacer una tortilla. Te vienes arriba y al final te toca cocinar para cinco. A ver si el año que viene va mejor”, bromea el presidente de Tribuneros. Apuestas al margen, todo el plan del derbi en campo rival le sale por unos 100 euros, entrada incluida.
Joseba Combarro, presidente de la peña Eskozia la Brava de la SD Eibar, sigue una mecánica similar cuando visita a los vecinos: “Estamos en el medio de las tres capitales así que se llega rápido a todo. Lo normal es ir y volver en autobús o tren. A veces, en el de la mañana siguiente”. La peña incluye aficionados entre los 14 y los 70 años (hay abuelos y nietos) y Combarro destaca la buena relación con aficiones de otras latitudes de España. Visitarlas implica un viaje más largo que solo se puede hacer en fin de semana: “En días laborables es imposible para muchos porque trabajamos. A mí, por ejemplo, Valencia me encanta. Hemos estado viendo el Levante-Eibar y, la verdad, fue genial. Tuvimos tiempo para hacer turismo por el Barrio del Carmen”. El fútbol genera un gasto añadido por visitas a museos, monumentos y otras atracciones turísticas de 100 millones de euros anuales, según el informe de PwC. Combarro prepara ahora la visita a Villarreal, donde han hecho migas con la peña Celtic Submarí: “El año pasado nos invitaron a una paella buenísima. Se portan fenomenal siempre que vamos y luego aquí reciben el mismo trato, claro”.
El Villarreal-Eibar cae este año en plenas fiestas mayores de la localidad castellonense. José Luis Alcón, presidente de la asociación de peñas del club groguet, prepara una fiesta por las calles de la ciudad para recibir a sus invitados armeros: “Nos encanta que vengan, algunos son como de la familia ya. Intentamos que todos se sientan como en casa y que lo pasen bien”. Se acuerda especialmente de dos de los viajes que ha podido hacer esta temporada aprovechando la proximidad. “En Huesca nos trataron fenomenal. A las 11 de la mañana cuando llegamos ya nos esperaban. Nos hicieron un recorrido por la ciudad, con visita a la catedral, a La Confianza [considerada la tienda de ultramarinos más antigua del mundo], probamos sus dulces típicos y luego comimos juntos cordero asado. Éramos como 40 personas”, narra Alcón. “El de Girona también ha sido un viaje maravilloso. Vimos la ciudad y luego las peñas de allí nos invitaron a una torrada catalana. Volví a las 2.45 de la madrugada. Imagínate si hubiese tenido que ir entre semana”.
Todo el plan de turismo y derbi en campo rival puede salir por unos 100 euros, entrada incluida.
La afición del Valladolid está disfrutando al máximo el año del regreso a la élite, pero en LaLiga 1|2|3 también demostró su fidelidad y su gusto por el turismo futbolero. José Antonio Pérez es socio desde que nació hace 43 años, y lleva viajando desde que su padre le llevó a San Mamés en 1992: “Echo de menos visitar al Real Oviedo. Se tardan unas tres horas desde aquí. El año que ascendieron a LaLiga 1|2|3 fue increible. Llevamos unos 12 autobuses de los cuales tres hicieron noche allí, éramos 2.000 personas. El hermanamiento fue precioso. Comimos cachopo y bebimos sidra en la calle Gascona antes del partido, que era a las 8. Ojalá asciendan pronto y podamos volver a ir”. Los derbis tampoco han faltado: "En Ponferrada comimos cocido y caminamos por el centro y en León fuimos por el Barrio Húmedo. Son ciudades preciosas y equipos que merecen volver a ascender"
Este año han podido verse en la división de plata 20 derbis andaluces. Miguel Molina ha estado en todos los de la Rosaleda, y también en todos los que el Málaga CF ha jugado como visitante. “Es un plan estupendo que puede adaptarse a cualquiera, seas más mayor o más joven, más rico o menos”, dice este prejubilado de 61 años, presidente de la Federación de Peñas Malaguistas. “No es solo por ver a tu equipo, que también. Es que es una gozada poder irte a Cádiz, a Córdoba, a Almería o Granada, ver el partido, estar con los amigos o con tus hijos y comer de lujo, porque en este país se come bien en todas partes. Lo seguiré haciendo todo el tiempo que pueda”, sentencia.