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Olympiacos y el gran pollo griego

Tras su secuencia de incomparecencias como protesta por el arbitraje, el club del Pireo se mueve entre el descenso a la Segunda griega o el exilio en la Liga Adriática. Solo la Euroliga le garantiza una plaza

Faustino Sáez
El pollo que apareció en el banquillo de Olympiacos en el OAKA.
El pollo que apareció en el banquillo de Olympiacos en el OAKA.cordon

El caótico y pasional baloncesto griego escribe estos días uno de sus episodios más surrealistas. Olympiacos, el segundo equipo del país por número de títulos, con 88 años de historia, 12 Ligas y tres Copas de Europa en su palmarés, completó ayer una secuencia de incomparecencias que, oficialmente, le abocan al descenso a Segunda. Meses de novelón, con intrigas palaciegas, confabulaciones arbitrales, tejemanejes administrativos y un pulso delirante con el eterno rival, Panathinaikos, que han dejado al club del Pireo en el limbo, pendiente de posibles acuerdos de despacho para reconducir la situación y de la votación del próximo viernes en el que la Liga Adriática le podría dar acogida. Lo único que tiene seguro es su plaza en la Euroliga. La insólita imagen de un pollo sin cabeza en el banquillo del OAKA que dejó vacío el equipo de David Blatt resultó ser el mejor resumen de la situación.

La espiral autodestructiva de la liga griega (HEBA) y del equipo tricampeón de Europa entró en un camino sin retorno a mediados de febrero, en el partido de la semifinal de Copa disputado en el OAKA entre los dos grandes clubes del país. Aquel día, Olympiacos se retiró al descanso perdiendo 40-25 y clamando contra los árbitros. Los de Blatt no volvieron a saltar a la pista. Aplicando la normativa de la FIBA, Panathinaikos ganó 20-0 y se clasificó para disputar la final ante el PAOK. Comenzó a arder la mecha. “No podemos participar en esta farsa. No aguantamos más, las autoridades deportivas deberían hacer algo”, dijo Christos Stavropoulos, general mánager de Olympiacos, que recibió tres faltas personales en los primeros 28 segundos de juego y dio por “agotada” su “paciencia”. “Ya era algo planeado. Parece que no pueden pagar a sus jugadores, tiraron la toalla y ahora dicen que no les gustan los árbitros. Solo quieren chantajear mientras su barco se hunde”, respondió el ínclito Dimitris Giannakopoulos, presidente de Panathinaikos, que colocó un tanga rojo en el banquillo vacío de su rival para terminar de viralizar el esperpento.

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Tras el episodio, Olympiacos planteó la amenaza formal de abandonar el campeonato griego. Los del Pireo lanzaron un comunicado en el que vetaban el acceso del dueño del club ateniense al Estadio de la Paz y la Amistad y planteaban tres exigencias. La primera, medirse al Panathinaikos solo con la presencia de árbitros internacionales de fuera de Grecia. La segunda, negarse a disputar partidos pitados por cualquiera de los colegiados implicados en la polémica (Anastopoulos, Manos y Panagiotou). Y, la tercera y última, instar a las autoridades competentes a investigar el colapso de apuestas a favor de Panathinaikos en el duelo copero justo después de publicarse la designación arbitral. El histórico recelo de los rojiblancos respecto a las buenas relaciones de su rival con los órganos de poder de la competición, consolidado por la presencia de las oficinas de la Liga en el complejo del OAKA, a cien metros del pabellón del Panathinaikos, acabó por estallar.

A partir de ese momento, la amenaza de descenso para Olympiacos en caso de negarse a disputar más partidos creció al mismo ritmo que los rumores sobre la salida de los del Pireo rumbo a la Liga Adriática (ABA) la próxima temporada. La única respuesta que dieron las autoridades al plante de Olympiacos fue una sanción de la Liga de seis puntos (la máxima establecida) que le hizo bajar del liderato a la sexta plaza de la clasificación. El castigo activó los deseos de salida de Grecia, a una liga que durante una temporada contó también con la participación del Maccabi israelí pero que después cambió sus estatutos para dar solo cabida a clubes de los seis países de la antigua Yugoslavia. Donde no tendrá problema para seguir participando será en la Euroliga como confirmó su presidente Jordi Bertomeu durante la Final Four de Vitoria. “No tengo influencia ni quiero tenerla en las Ligas nacionales. Ojalá se solucione, pero es algo que no nos concierne y no va a afectar a la Euroliga”, señaló, relativizando la norma que obliga a todos los equipos a jugar en su primera competición nacional. “Solo existe para asegurar un nivel competitivo mínimo. Esa regla no atañe a lo que pasa en Grecia ahora y tenemos mecanismos para modificarla si fuera necesario”, confirmó Bertomeu, pronunciándose en la misma línea que utilizo ante la amenaza velada del Real Madrid de abandonar la ACB tras el episodio del instant replay en la Copa.

Giannakopoulos coloca un tanga rojo en el banquillo de Olympiacos
Giannakopoulos coloca un tanga rojo en el banquillo de Olympiacos

A mediados de marzo, Olympiacos formalizó por carta su interés de unirse a la Liga Adriática solicitando información sobre el funcionamiento del torneo, la composición de los accionistas y las reglas de la competición, como confirmó su director general, Kresimir Novosel. Lo hizo un día antes de que se conociera la designación arbitral para el Olympiacos-Panathinaikos de Liga. Según el protocolo habitual eran tres colegiados griegos. Los del Pireo mantuvieron su órdago, no vendieron entradas, no se presentaron, perdieron de nuevo 20-0 y volvieron a recibir seis puntos de sanción. “Error 404: Opponent not found”, ironizó en sus redes el Panathinaikos que, para ampliar el vodevil, anunció su interés por competir también en la Liga Adriática, para hacerlo en una liga de “nivel superior” y “en el campeonato en el que juegue Olympiacos”. Todo sin intención de dejar la Liga griega, con la inabarcable idea de jugar en ambas competiciones, además de la Euroliga.

El sainete continuó con la incomparecencia del Panathinaikos en su partido ante el Kimi, como protesta al cambio de uno de los árbitros vetado por el Olympiacos para su encuentro ante el Patras. En vísperas del playoff liguero ningún organismo fue capaz de frenar la secuencia. Olympiacos abandonó la Asamblea General de la liga a pesar de que en la misma se acordó la ampliación de 14 a 16 equipos durante una temporada para evitar los descensos y el cambio en la gerencia del departamento arbitral, pendiente de votar y aprobar a final de curso. Ayer, Olympiacos culminó su descenso con una nueva incomparecencia en la eliminatoria de cuartos ante el eterno rival. En el OAKA no se disputó un apasionante clásico griego sino una pachanga entre jugadores del Panathinaikos con un puñado de hinchas que cantaban: “El adiós de Spanoulis será en Segunda División”. Un pollo sin cabeza apareció en el banquillo del equipo rival mientras un incrédulo Rick Pitino grababa todo con su móvil. “En mis cinco meses en Grecia, he sido testigo de cosas que nunca había visto en mi carrera de entrenador”, declaró el técnico de Panathinaikos como si hubiera visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser.

Marcador del OAKA con la derrota de Olympiacos por incomparecencia
Marcador del OAKA con la derrota de Olympiacos por incomparecenciacordon

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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