Cazorla, el regreso del maestro meritorio
El asturiano, de nuevo en La Roja tras un calvario, aceptó volver al Villarreal por un fijo modesto y un plus por partido jugado
Un encuentro fortuito en Vitoria, en septiembre de 2017, fue decisivo en el regreso a la élite de Santi Cazorla (Llanera, Asturias, 34 años) cuando aún andaba inmerso en la recuperación de la lesión de tobillo que le mantuvo cerca de dos años sin jugar. Fernando Roig, dueño del Villarreal, y Marcos Senna, una especie de embajador del club, se encontraron por casualidad con el centrocampista. El Villarreal visitaba al Alavés y Cazorla en esos días pasaba consulta con Mikel Sánchez, el doctor que logró combatir la bacteria que le había comido ocho centímetros del tendón de Aquiles. En una cena, Roig y Senna le propusieron a Cazorla que realizara la pretemporada previa a este curso con ellos. Si mostraba estar en condiciones de jugar, el Villarreal le inscribiría. “Con que estés para pegarle a pelota es suficiente”, relata un amigo de Cazorla que le dijo el presidente del Villarreal. Casi dos años después, Cazorla se ejercita estos días con la selección española, de la que estaba ausente desde 2015. Un regreso tan inesperado como jaleado por el mensaje de superación que conlleva su vuelta a la internacionalidad.
Hasta este punto de retorno, Cazorla pasó varios meses en Salamanca, rehabilitándose de lunes a viernes y de nueve de la mañana a nueve de la noche con el fisioterapeuta Juan Carlos Herraz, al que había conocido en 2008 en la selección española. Cazorla ha contado en público y en privado que en más de una ocasión estuvo tentado de abandonar ante la tristeza que invadía a sus hijos cada vez que tenía que marchar a Salamanca. Sin embargo, su mujer y sus propios hijos fueron los que le invitaron a seguir intentando contradecir a los especialistas que le auguraron que no podría volver a jugar al fútbol.
En el verano de 2018, metido ya en la dinámica de entrenamientos del Villarreal y con el visto bueno del cuerpo técnico para otorgarle una ficha, Cazorla aceptó un contrato de meritorio, más acorde con un canterano recién ascendido al primer equipo. Un sueldo próximo a los 500.000 euros y unos 20.000 euros por partido disputado. El impacto de Cazorla en el juego fue progresivo. En los primeros partidos fue alineado como interior, pero el físico no le daba para el recorrido que requiere la posición. Sus esfuerzos, en minutos jugados, también se dosificaban. Con el equipo agobiado en su caída libre hacia los puestos de descenso, Cazorla estaba obsesionado con la salvación. A su entorno le repetía que él no se perdonaría regresar al Villarreal y descender. También confesaba que aún sentía dolores, pero que el hecho de haber vuelto a jugar le hacía olvidar las molestias.
Su rendimiento en el campo viró a trascendental cuando pasó a jugar de mediocentro creativo. La misma posición en la que Arsène Wenger le colocó en su etapa final en el Arsenal y la misma en la Vicente del Bosque le situaba cuando pretendía que ejerciera de Xavi. Sin poder ser ya tan explosivo para el uno contra uno y con un radio de acción limitado, Cazorla lideró la salvación del Villarreal como director de juego. Escoltado por Iborra, se convirtió en imprescindible para Luis García y para Javi Calleja cuando este regresó al banquillo.
Tras el empate a dos del Bernabéu en la jornada 17, con dos goles suyos, la dosificación de sus minutos se acabó. De los últimos 21 partidos del campeonato liguero disputó 19 completos. Nadie duda en Villarreal que ha sido el gran artífice de la salvación. Ahora, Cazorla negocia un nuevo contrato con el Villarreal y desoye las ofertas de Qatar. Asegura que con lo que le ha costado regresar al fútbol de élite no va a desperdiciar la oportunidad de competir al máximo nivel. Y a su entorno le dice que pretende seguir hasta los 40 años.
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