Messi regresa a un tridente mudo en Dortmund
Tras superar la lesión, el 10 juega, por primera vez con Griezmann
Cuando la selección argentina no terminaba de congeniar con la afición, el grupo que lideraba Messi pidió cambiar el frío Monumental por la cálida Bombonera. Acostumbrado al silencioso Camp Nou, el 10 parece tener nostalgia de aquello que nunca vivió. Disfrutó del ruido de la Bombonera de la misma manera que sonrió cuando en el sorteo de la Champions le tocó el Borussia Dortmund. El capitán azulgrana quería conocer Signal Iduna Park, un estadio icónico y ruidoso, capaz de dejar mudo al Barça.
Messi apareció por primera vez en la temporada. Tras superar la lesión en el sóleo de la pierna derecha que lo tuvo en ascuas durante seis semanas, entre las que sufrió una recaída, el 10 relevó en el minuto 60 a Ansu Fati. El guineano, con 16 años y 321 días, se consagró como el tercer jugador más joven en debutar en la Liga de Campeones (tras dos jugadores del Anderlecht, Babayaro y Tielemans), el más novato con la camiseta del Barça. Ansu Fati consiguió su récord y Messi conoció el Signal Iduna Park.
Dice Batistuta que el área de la Bombonera, el estadio de Boca, tiembla. La inclinación de la popular, la tribuna más ruidosa de la cancha del cuadro argentino, es de 45 grados. La Südtribüne, la grada sur del Signal Iduna Park, no parece tener nada que envidiarle al templo del fútbol de Buenos Aires. Tiene una pendiente de 37 grados, la más pronunciada de Europa. No tiembla, pero intimida. Y unidos emocionalmente con Anfield, la afición del Borussia Dortmund recibió al Barcelona al son de You'll never walk alone. Un mal recuerdo para los azulgrana.
“Para los que no lo conocen… este estadio te pone la piel de gallina”, advirtió Ter Stegen. Casa preferida de la selección alemana, el portero del Barça conoce mejor el estadio del Dortmund de su paso por la Bundesliga más que por sus partidos con la Mannschaft. “Puro sentimiento futbolístico”, lo define Paco Alcácer. “Esa tribuna es una gran familia. Puedes cantar, puedes simplemente estar de pie con tu cerveza disfrutando de lo que se vive allí”, cuenta Derek, un empleado de la tienda del Borussia. “Soy del Besiktas y del Dortmund, las dos mejores aficiones de Europa”, cuenta Onur, alemán de origen turco.
La Südtribüne tiene 100 metros de ancho, 52 de largo y 40 de alto, una maravilla de la arquitectura y del fútbol de aficiones, ese que todavía se resiste al paso del tiempo. En el Die gelbe Wand, conocido en España como el Muro amarillo, entran 25.000 espectadores, una hinchada en combustión, acostumbrada al ruido, como la Bombonera. Y Messi lo quería vivir. Un estadio, sin embargo, que no pudo descorchar. Su estreno en la temporada, después de cuatro meses sin jugar con el Barça, guardaba un aliciente especial. Por primera vez, Valverde pudo mezclar a su tridente: Messi, Luis Suárez y Griezmann.
Para preparar la entrada del 10, Valverde, de entrada, mandó a Ansu Fati por la derecha y a Griezmann a la izquierda. No funcionaba. Entonces el guineano y el francés cambiaron. Mejor. Sin embargo, el Barça no podía derribar el muro del Dortmund, este en el campo y liderado por Hummels. Cuando saltó Messi al campo, el 10 se arrinconó en su lugar preferido. Tendrá que acostumbrarse Griezmann a la banda izquierda y el Barça a Griezmann. Después de su primera media hora juntos, el tridente azulgrana se quedó mudo de gol, ensordecido en el ruidoso Signal Iduna Park.
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