Frío, lluvia y empate en Mendizorroza
El Valencia se adelantó con un lanzamiento de falta magistral de Parejo y empató Edgar para el Alavés
Piernas como bloques de hielo, ideas bajo cero, lluvia heladora, horario tardío y partido de Euroliga a la misma hora, y al calorcito, en la ciudad del baloncesto. Muchos condicionantes para que las gradas de Mendizorroza ofrecieran un buen aspecto. Por eso el coliseo alavesista lucía tristón como el partido de un Alavés desangelado y un Valencia sumido en un mar de dudas a domicilio. La futilidad de unos y la intrascendencia de otros iba restando interés al partido según pasaban los minutos, que se hacían largos, muy largos cuando nada entretenido sucedía en el césped y los espectadores tenían que patear el suelo de cemento para evitar congelaciones como si estuvieran escalando un ochomil.
Sólo una acción casual podía cambiar el partido; sacarlo de ese sopor en el que se instaló desde el comienzo. Ese detalle cayó hacia el lado vistante. Después de un saque de córner que pareció intrascendente, la pelota le cayó a Carlos Soler, que disparó desde fuera del área. Como quien llega tarde a coger el último tren y lo pierde justo cuando entra en el andén, Edgar salió a tapar el tiro –que se iba fuera–, muy tarde y arrolló al delantero en un lugar espléndido para uno de esos lanzamientos a la medida de Parejo, que no defraudó. Colocó la pelota en la escuadra, donde no podía llegar Pacheco. Antes de eso, nada; después tampoco mucho más, aunque el Alavés, obligado por el resultado, comenzó a apretar gradualmente, subiendo las revoluciones de su juego según transcurría la segunda parte. En la primera, sólo un remate de cabeza de Joselu que detuvo Cillesen, inquietó a Celades en el banquillo.
Cuando más apretaba el Alavés, sin demasiada enjundia, el entrenador del Valencia que, a priori, se podía calificar de buena. Sacó al campo a Gonzalo Guedes, un hombre veloz, para explotar la ansiedad del Alavés, buscando los espacios al contragolpe, pero no le dio tiempo al jugador del Valencia ni a llegar a su posición, cuando un centro al área de Lucas Pérez lo tocó de cabeza Laguardia y Edgar, enmendando el error del gol visitante, remató a botepronto a la red para empatar el partido.
El plan con Guedes se estropeó a la primera. Para más desgracia del jugador portugués, apenas dos minutos más tarde chocó con un jugador del Alavés y quedó tendido en el césped sangrando por la boca. Después de un par de minutos se recuperó y pudo volver a jugar. Pero ya no había espacios que buscar, a pesar de que el equipo de Garitano intentó su tercera victoria consecutiva en casa y se lanzó al abordaje sobre la portería de Cillesen. En el minuto 90 tuvo su mejor intento, en un balón que aguantó Lucas Pérez y remató Joselu, solo ante el guardameta, que cerró el hueco con su cuerpo.El juego, como el frío, fue a más con el paso de los minutos, pero el equilibrio en el marcador parece justo.
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