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Teresa Perales: “Me motiva igualar a Phelps”

La nadadora paralímpica, de 44 años, mantiene intacto su objetivo de alcanzar las 28 medallas del estadounidense

Teresa Perales, entrenándose en su casa.
Teresa Perales, entrenándose en su casa.

“Somos deportistas, estamos acostumbrados a rehacernos”. Cuando Teresa Perales (Zaragoza, 44 años) habla de adaptación, lo hace con conocimiento. Desde que una neuropatía le arrebató la movilidad de las piernas a los 19, convirtió el agua en su hábitat hasta convertirse en la española más laureada de la historia, con 26 medallas en los Juegos Paralímpicos (siete oros, nueve platas y diez bronces). “Y eso que yo entonces era karateka y la natación me parecía aburridísima. Ahora la echo de menos”, dice. La de 2021 será su sexta cita olímpica.

“Si hay que esperar un año para ir a los Juegos, pues se espera. Después de todo lo vivido, ¿qué es eso? Tardaron mucho en tomar la decisión, nos tuvieron demasiado tiempo en vilo. Aunque se veía venir, fue un golpe duro, pero también un alivio tener la certeza de que pasaban al año que viene. Eso sí, a nivel fisiológico, es cierto que un año más sí cambia las cosas. Ya tengo 44, eh. De ir con 44 a ir con 45, algo se notará”, augura.

Sin embargo, su tendencia al optimismo le impide caer en lamentos. “El aplazamiento es un traspiés, pero era lo correcto y responsable. Todo tiene sus pros y sus contras. Cuando acabe Tokio, quedarán solo tres años para París. Así me puedo animar más para ir a por los siguientes. Si ya lo tenía en mente, ahora no voy a poner excusas”, zanja entre risas.

Acostumbrada a compaginar la actividad deportiva con las charlas y conferencias motivacionales que da sobre cómo gestionar emociones y superar adversidades, tira del libreto de sus experiencias para afrontar el confinamiento: “Los que hemos estado temporadas muy largas en un hospital, encerrados en una habitación, vamos con un poco de ventaja y vivimos el confinamiento con otra perspectiva, porque hemos pasado situaciones similares”.

Perales trabaja a diario con un ergómetro adaptado cedido por el Comité Paralímpico que le permite simular algunos gestos propios de la natación para poder volver a la piscina en las mejores condiciones. “Mantener la parte aeróbica de la natación es complicado en estas circunstancias. Y especialmente en un caso como el mío, que no puedo hacer bici estática o correr en una cinta. En el agua controlamos la respiración e intervienen tantísimos músculos que fuera es muy difícil de imitar”, explica la nadadora, que tira de imaginación. “Ahora estoy musculando mucho más, lo que luego dificultará un poco la transición al agua, pero vas buscando e inventando cosas para hacer algo de ejercicio que no sea de fuerza. Por ejemplo, subo encima de la cazuela un alzador de mi hijo y empiezo a pedalear con las manos”, cuenta.

Aun así, mami Tere, como la conocen sus rivales y sus compañeras, promete batalla dentro de un año. “No todo el mundo puede decir a mi edad que sigue estando a este nivel”, reivindica la actual campeona del mundo de 50 espalda, prueba que le obligó a reinventarse. “No era mi estilo favorito y, sinceramente, no lo nadaba muy bien. Pero tras Río lo empezamos a preparar y ahora es la prueba en la que más posibilidades reales hay de ir a por el oro. Boca abajo, otras rivales más jóvenes van creciendo y yo voy perdiendo algo de fuerza. Aunque, cuando esté en la piscina, iré a por la medalla en todas las pruebas”.

Unas medallas que sigue persiguiendo para aumentar la inabarcable colección que ahora disfruta su hijo Nano, de 10 años. “Verle animándome, ahora que ya es plenamente consciente de todo, y poder enseñarle con el ejemplo, es una gran motivación para seguir. Luego, hay otra, algo más vanidosa: me motiva tratar de igualar al más grande, a Michael Phelps. Llegar a las 28 medallas sería fantástico”, reconoce.

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