Epílogo de la Liga más rara
El Madrid se proclamará campeón este jueves si vence al Villarreal o si el Barça no gana a Osasuna, y lo celebraría fugazmente en el campo vacío del filial y sin ir a Cibeles
A Luka Modric y a Gareth Bale se les hizo rara la primera Liga que ganaron, todavía la única. Fue la noche del 21 de mayo de 2017. Después de vencer al Málaga en la última jornada, deambulaban por la hierba de La Rosaleda buscando la copa. Modric la reclamaba por señas, con el gesto de levantarla a dos manos. Un empleado del departamento de comunicación le dijo que no había copa. El croata y el galés rieron con la incredulidad de quien confía en que le digan, no, era broma. “¿No hay trofeo? ¿Por qué?”, insistió Modric. El empleado les explicó que se entregaba al comienzo de la temporada siguiente, y Bale se fue a contárselo a Cristiano. “Una puta broma”, zanjó el portugués.
Modric y Bale se encuentran a un paso de sumar este jueves su segunda Liga. Sucederá si vencen al Villarreal (21.00, Movistar LaLiga), o hagan lo que hagan si la misma hora el Barcelona no gana a Osasuna en el Camp Nou (Movistar LaLiga). Esta vez sí tendrían trofeo, aunque rodeado de la colección de rarezas más extensa de la historia del campeonato.
Luis Rubiales tampoco era partidario de la fórmula de la entrega en diferido y prometió que, si ganaba las elecciones a la presidencia de la Federación, organizadora del torneo, la copa se entregaría en el momento en que hubiera campeón. Incluso si resultaba necesario que la joyería Alegre, que desde 1949 se encarga de su fabricación en plata, tenía que producir varias réplicas para el caso de un final incierto en el que el ganador se dirimiera en el último momento en varios estadios. El año pasado Rubiales estrenó el método sobre el césped del Camp Nou: el 27 de abril, justo después de que el Barça ganara al Levante en la jornada 35ª, le entregó a Leo Messi la copa de 18 kilos que el club se quedó en propiedad, tras haber ganado el torneo cinco veces en años alternos.
Por eso el trofeo que espera al campeón este año, y que la Federación trasladó este miércoles a Valdebebas, está recién fabricado. Pero en una de las múltiples rarezas de este curso, Rubiales no completará siquiera su segunda entrega exprés. El tortuoso proceso electoral de la Federación, cuya convocatoria anuló Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) hace tres semanas, ha dejado al organismo en un limbo durante el cual no quieren dar pasos en falso. Fuentes de la RFEF explican que Rubiales no desea que las posibles críticas a su presencia contaminen la celebración. Si este jueves el Madrid sella el título, en su lugar, oficiará el director de relaciones institucionales de la RFEF, Antonio Gómez Reino.
No habrá presidente federativo, ni apenas celebración. El Real Madrid tiene previsto que el directivo de la Federación entregue la copa sobre el césped a Sergio Ramos, el capitán, y prácticamente cada uno se vaya a su casa. No se ha planificado ni fiesta, ni cena, y el club ya advirtió el martes que los jugadores no rendirían la tradicional visita a Cibeles, adonde pidió que no acudieran los aficionados. Estte viernes por la mañana los futbolistas vuelven a tener entrenamiento y test de coronavirus para el partido del domingo contra el Leganés en Butarque, el último de la temporada liguera.
En otro giro inédito, el equipo volvería al mismo lugar en el que habría levantado el título menos de 24 horas después, pero no para continuar los festejos, sino para entrenar. El parón del campeonato por la pandemia y la decisión de retomarlo sin público condujo al Real Madrid a decidir disputar los últimos partidos en el Alfredo di Stéfano, de modo que las obras del nuevo Santiago Bernabéu pudieran avanzar a mayor ritmo.
El inicio de la cuarentena
El estadio de la ciudad deportiva, donde el Real Madrid habrá jugado solo seis partidos en toda su historia, puede convertirse en el escenario en el que, a puerta cerrada, levanten su 34ª Liga (el Barça acumula 26). Entre mascarillas, botes de gel hidroalcohólico, furgones de policía y el eco de un estadio vacío. Rastros del coronavirus por todas partes. Fiesta precisamente en las primeras instalaciones de la Liga puestas en cuarentena, cuando el 12 de marzo se declaró el positivo de Trey Thompkins, de la primera plantilla de baloncesto blanca, lo que desembocó en la suspensión del campeonato.
Allí podría zanjarse este jueves la Liga más larga de la historia, que comenzó el 16 de agosto de 2019 en San Mamés con un Athletic-Barcelona y bajará la persiana el domingo, 19 de julio. La única edición con una parada de tres meses, de la que el Real Madrid salió con un fuego especial. “Tras el confinamiento, cuando volvimos a trabajar, yo creo que los jugadores, después de quedarse en casa casi tres meses, lo que querían es hacer cosas grandes. Se veía en el entrenamiento. Se habla siempre de los partidos, pero en el entrenamiento yo veo a los jugadores, y querían algo, entrenaban fenomenal, querían quedarse, hacer muchas más cosas después del entrenamiento, y eso te dice todo lo que es este equipo”, dijo este miércoles Zidane.
Quiso resaltar ese impulso que ha conducido a su equipo a ser el único en ganar los nueve partidos después del encierro, y no quiso ir más allá de la incertidumbre del décimo: ni una palabra sobre festejos. “Hay mucho ruido alrededor del equipo: celebración, vacaciones, todo eso. Mañana [por este jueves] tenemos un partido. Punto. Eso es lo más importante. Tenemos que enfocar otra vez nuestra energía al partido de mañana. Y nada más”, dijo, en su línea de subrayar el presente. “Es el día a día que nos motiva. Bueno, a mí, y a los jugadores yo creo que es lo mismo. El resto, no sabemos lo que va a pasar. Nadie sabe lo que va a pasar… Hasta que pase”.
Si pasa, supondrá la segunda Liga de Zidane como entrenador, dos títulos de los tres que ha dirigido completos. Supondrá también la segunda Liga de Modric, renacido después del confinamiento a sus casi 35 años, y de Bale, cuya presencia ha resaltado en la grada tras el parón y que podrá levantar el trofeo este jueves, el día que cumple 31.
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