Nahikari García, la guindilla vasca que inquieta al Barça
El carácter de hierro de la delantera, fortalecido tras un cruel error en las categorías inferiores de España, lidera a la Real Sociedad, rival de las azulgrana en la lucha por la Supercopa
En el verano de 2016, cuando el fútbol femenino empezaba a reclamar su sitio, Nahikari García (Urnieta, Gipuzkoa, 22 años) protagonizó uno de los fallos más crueles sobre un campo, casi imposibles de masticar. En el descuento de la final de la Eurocopa sub-19, perdiendo 2-1 contra Francia, recogió un rechace de la portera a un metro de la línea de gol y, sin oposición, con la guardameta vencida en el césped encharcado, la mandó arriba. Nadie se lo podía creer. Ella se levantó la camiseta para taparse la cara y cayó al suelo derrumbada, incapaz de mantenerse en pie. Un rato antes, además, había errado un penalti que la propia delantera había provocado.
“Aquello nos pilló de sopetón a todos, el vídeo que empezó a circular y los comentarios que había. No fue fácil”, recuerda Jorge Vilda, actual seleccionador y presente ese día en el estadio. “En el viaje de vuelta, pensé cómo podía ayudarla y se me ocurrió llamar a Vero Boquete, que era su ídolo”. Efectivamente, la futbolista gallega se había convertido en su gran referente. Un día, la madre de Nahikari apareció en casa con una doble página dedicada a esta icono del fútbol femenino en España y eso le hizo ver a la joven que esa vida no era una quimera.
“La llamé para darle ánimos y estuvimos hablando un buen rato. Fue una situación tremenda, ojalá nadie tuviera que pasar por eso”, cuenta Boquete. Esa charla abrió una relación muy cercana que todavía conservan. “Reconozco en Nahikari cosas mías, sobre todo, el carácter. Después de aquella final, todos hablaban del fallo, pero lo importante es que demostró ser una líder. Subió la primera a por la medalla”, subraya. “A otra jugadora, esa experiencia quizás la hubiera hundido. A ella, no. Es fuerte y muy dura. Tiene una mentalidad competitiva extraordinaria”, advierte Vilda, que la incluyó en la lista del último Mundial tras seguirla y entrenarla en las categorías inferiores de España. “Cuando venía con 15 y 16 años, hablabas con ella y parecía que tenía 25 o 30. Era una chica muy leída”. Ahora estudia Medicina, una carrera que se ha empeñado en no aparcar pese a los compromisos crecientes del fútbol.
Ese carácter, esa “mala leche”, como esta vasca liviana y menuda ha admitido en más de una ocasión, es lo que más inquieta al arrollador Barcelona en la final de la Supercopa de España que se disputa este domingo (12.00, TVE) en el Helmántico de Salamanca. En la Real Sociedad lleva el siete, como Raúl González, su ídolo masculino, del que tomó su espíritu trabajador, sufriente, y en el campo se mueve como una guindilla que pica, persiguiendo siempre el gol de manera obsesiva. “Es rápida, intuitiva y defensivamente se implica, lo cual nos ayuda mucho en nuestro estilo de juego”, comenta el seleccionador. En la cita del pasado verano en Francia no formó parte del once más habitual, pero su participación resultó importante en la primera victoria mundialista de España (3-1 a Sudáfrica; salió con 1-1) y en el partido siguiente, ante Alemania, apareció como titular y malogró un mano a mano.
Nadie imaginaría ahora a la Real luchando por un título sin Nahikari García, ni el propio club donostiarra, que logró retenerla, al menos, una temporada más después de ganar la pasada Copa de la Reina al Atlético con un gol suyo, el primer trofeo de la sección y de toda la entidad desde 1987. Los gritos de “Nahikari quédate” mientras era manteada por sus compañeras y de toda la afición ablandaron el corazón txuri urdin de esta jugadora que llegó con 16 años a Zubieta. Atravesaba esos días por un sin vivir, un conflicto interno que la estaba devorando, porque la opción de irse a Madrid como rojiblanca era muy real y antes el PSG ya había preguntado por su número de teléfono.
Al final, pudo más el factor emocional y el empujón para el proyecto blanquiazul que supuso ese éxito, aunque ella nunca ha ocultado que su prioridad es crecer, sea en San Sebastián o fuera. “Si quiere llegar al máximo potencial, ha de entrenar y jugar con y contra las mejores. Sería normal que buscara otras experiencias”, apunta Vero Boquete. En la previa de la final de la Supercopa, la segunda en medio año, la propia afectada no quería hablar de cómo puede influir esto a su futuro inmediato: “No me lo planteo. Si me quedé es porque pensé que este tipo de situaciones se podían dar, lo que habla de lo bien que se están haciendo las cosas”.
Su incidencia se explica igual de bien cuando está que cuando no está. Este curso, una lesión la apartó algo más de dos meses de los campos, en los cuales el equipo sumó tantas derrotas (3) como victorias (2) y empates (1). A su vuelta, la Real se disparó con cinco triunfos, dos empates y apenas un partido perdido gracias a sus siete goles en este periodo. En total acumula diez, la quinta máxima anotadora de la Liga pese a las siete semanas de inactividad, y 92 desde que debutó en Primera en 2014. Sus últimos minutos de la semifinal contra el Levante (1-0), cómo sus compañeras la buscaban arriba para encontrar un alivio y cómo ella acabó derrengada del esfuerzo explican su implicación y el efecto arrastre que ejerce sobre el resto. “Intentaremos frenar esos desmarques de ruptura que le gusta hacer”, señalaba Andrea Pereira antes de la final.
Iniciada en el fútbol desde los nueve años en el histórico Añorga KKE de San Sebastián -"era la más pequeña y rápida", comenta-, será difícil que sufra en un estadio una situación tan complicada de digerir como aquella de 2016. Ella tuvo que recurrir a un psicólogo deportivo porque ese trance la dejó tocada, no se sentía bien. Se partió un diente, se le abrió una ceja, enfermaba... Por suerte, esa experiencia es pasado, pero ayuda a explicar a la Nahikari García de hoy, ese espíritu indómito que lidera a la Real y preocupa a un Barça, hasta ahora intratable, que busca su primer laurel desde 2018.
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