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Simeone le da la vuelta al calcetín

El equipo rojiblanco ha modificado su juego en todas las zonas del campo, desde el inicio hasta la finalización

Diego Pablo Simeone, durante un partido del Atlético en el Wanda Metropolitano.
Diego Pablo Simeone, durante un partido del Atlético en el Wanda Metropolitano.JuanJo Martín (EFE)

Es otro Atlético. Las sensaciones no engañan. Es justo lo que parece: un equipo que ha modificado sus andares en todas las zonas del campo sin perder sus señas de identidad más básicas. Las que le permiten seguir siendo un conjunto que se articula de atrás hacia delante con una innegociable mentalidad defensiva. Ahí están, para atestiguarlo, los ocho goles en contra, la mitad de los recibidos por el Real Madrid, segundo clasificado. A partir de Oblak todo ha cambiado. Ahora el esloveno ya no saca en largo, sino que combina con sus tres centrales en su área.

Es una vuelta al calcetín (pizarra) casi completa. Nueva disposición táctica: del 4-4-2 clásico a un 3-1-4-2 que, por el escalonamiento de las líneas, también se entiende en un 3-3-2-2; distinta ocupación de los espacios con mayor presencia en la parcela enemiga y, finalmente, diferentes conceptos futbolísticos en las tres fases del juego: iniciación, creación y finalización.

Partido a partido, la voz de Simeone retumba en los estadios vacíos. “Jueguen, juegen, jueguen”. Los receptores de ese mensaje son los tres centrales. ¡Quién le ha visto y quién le ve! En el presente, la primera intención es iniciar el juego por ellos con la ayuda de Koke y atraer al rival según se avanzan metros. En esta estrategia es donde se agranda la figura de Hermoso. Es quien sale en conducción y orienta la salida hacia la siguiente línea.

De la inamovible defensa de cuatro en bloque medio se ha pasado, cuando se inicia el juego, a una zaga de tres adelantada. Si toca defender, el repliegue de uno o de los dos carrileros es inmediato para convertirse en una línea de cuatro o cinco. De los dos laterales al uso se ha saltado a los dos de largo recorrido (Trippier/Vrsaljko-Carrasco), que pasan más tiempo en el campo contrario que en el suyo.

En la zona de creación, la línea de dos mediocentros y dos escoltas que no eran ni interiores ni extremos se ha convertido en un triángulo con un volante central muy perfilado (Koke) y dos interiores de ida y vuelta (Llorente y Lemar). Es donde mejor se identifica la nueva versión. Muchos primeros pases por dentro. Entran en acción Llorente y Lemar, e incluso, cada uno a una altura, los dos hombres más adelantados. Todos por el carril central. La idea es liberar las bandas para los carrileros.

Si el equipo no puede progresar por dentro, para atacar por fuera echa mano de sus dos galgos de largo recorrido, con el apoyo, entonces, de Llorente y Lemar. Cuando se articula por las bandas, muestra también dos propuestas. Por la derecha, Trippier —vital su baja— aparecía más por sorpresa. Sin embargo, por la izquierda, Carrasco quiere más el balón al pie y busca el uno contra uno. Sin el inglés y ante las dudas de Vrsaljko, la figura de Llorente debe cobrar aún más protagonismo. Él será el encargado de ofrecer por la derecha la profundidad que daba Trippier. En su defecto, el Cholo puede cambiar de banda a Carrasco, como hizo en la segunda parte con el Valencia y meter a Lodi en la izquierda.

Por último, de los dos delanteros buscadores de espacios no queda nada. Ahora surge la referencia avanzada que estira al nueve (Luis Suárez) y otro atacante (Joao Félix/Correa) que baja a asociarse. El uruguayo participa poco del juego, pero lo compensa con goles. Un potosí. Vive en fuera de juego para fijar a los centrales contrarios y que estos den pasos hacia atrás que provoquen espacios para la llegada del segundo delantero o de los interiores. Además de sus 12 tantos, es su otra gran aportación colectiva: hace largos a los rivales. Después los remata.

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