Mbappé reina en casa de Messi
El PSG arrolla a un Barcelona desbravado con una exhibición técnica y física del delantero, que corona su soberbia actuación con tres goles
Ausente Neymar, Mbappé se coronó en el reino de Messi. Asumió el delantero francés el protagonismo que le exigía la cita y culminó la excelente obra colectiva del PSG. A mejor rival, más cruel es la derrota del Barça, volteado en la Champions, después de perder la Supercopa con el Athletic, estar mal parado en la Copa ante el Sevilla y descolgado del liderato de LaLiga que gobierna el Atlético. A los azulgrana les dio un ataque de pánico cuando advirtieron la superioridad del PSG y la exuberancia física y técnica de Mbappé, un delantero tan moderno que a veces pareció Neymar y en ocasiones Messi sin dejar de ser nunca Mbappé, una versión actualizada del mejor Ronaldo. El impacto del francés provocó la dimisión en bloque del Barça y quién sabe si también el adiós del 10.
No hubo pasión sino abdicación azulgrana cuando los futbolistas de Koeman habían tocado a rebato en consonancia con la grandeza de la Copa de Europa. El control emocional y del juego fue exclusivamente del PSG. El equipo de Pochettino tuvo más personalidad y autoridad, incluso más identidad colectiva, que el de Koeman. Los barcelonistas se desbravaron muy pronto, presas del miedo, y si no encajaron más goles fue seguramente porque los franceses no se tomaron la cita como una revancha del 6-1 sino como un encuentro de ida que merece ser refrendado en París; se conformaron con un estruendoso 1-4.
Las citas del Barça con el PSG resultan tan excitantes que se encienden a puerta cerrada, sin el fuego de la hinchada en la grada, sino que la mecha prende a la entrada del estadio con las bengalas de los radicales y después en los vestuarios cuando los entrenadores cantan las alineaciones: Koeman sintió que tenía que arriesgar con Dest y con Piqué, recién salido de una lesión de tres meses, ambos ansiosos por enfrentarse a Mbappé, y Pochettino respondió con un tercer punta: Kean. El argentino tenía un plan y el holandés se entregó a una aventura con un puñado de veteranos y de juveniles al mando de Messi.
El miedo azulgrana
Los franceses se colocaron mejor, tomaron la pelota y sofocaron el ardor azulgrana con un desmarque en profundidad de Mbappé que no pudo acabar con un tiro por la salida de Ter Stegen. La jugada espantó al Barça, más espectador que protagonista, falto de tensión, narcotizado por el ritmo pausado del PSG. La portería de Navas quedaba demasiado lejos para Messi. Muy pasivo y asustado, el Barcelona defendía más que atacaba en el Camp Nou.
Aunque el partido estaba controlado por el PSG, el gol cayó del lado azulgrana cuando Messi metió un pase largo a espaldas del central y del lateral zurdo y Kurzawa puso la rodilla sobre la carrera de De Jong. El árbitro pitó penalti y Messi marcó: 1-0. El gol animó por un momento al Barça y descolocó al PSG. Incluso Dembélé tuvo un disparo franco para el 2-0. La reacción francesa, sin embargo, resultó fulminante en unos momentos de juego explosivo en los que Mbappé dejó de ser un velocista para convertirse en un artista ante Ter Stegen.
A un cambio de orientación de derecha a izquierda, respondió Verratti con un toque sutil para Mbappé y el delantero controló el cuero con dos toques de derecha para remachar con un zurdazo inapelable para el portero del Barça. Los azulgrana no tapaban su costado derecho por el absentismo de Dembélé, Mbappé arrastraba a Dest y Kurzawa entraba sin parar por el carril ante el desespero de Piqué. Ter Stegen era requerido continuamente mientras que no había noticias de Messi.
A los azulgrana les costaba Dios y ayuda pisar el campo contrario y el PSG llegaba y remataba fácilmente al arco de Ter Stegen. Las manos y piernas del arquero sostuvieron durante un largo rato al Barça. No hubo más noticia azulgrana que una transición de Griezmann. Al equipo de Pochettino le faltaba solo contundencia para rematar el partido después de tener entregado al Barcelona.
Mbappé se ofreció entonces para cerrar el duelo de la misma manera que lo había abierto: marcó dos goles más, uno después de culminar una llegada por el flanco derecho de Florenzi y el segundo con un disparo cruzado imposible para Ter Stegen. El tercero fue de Kean a la salida de una falta lateral que expresó la debilidad defensiva del Barça.
La vuelta amenaza con ser igual de sangrante para el Barcelona. Aparecerá entonces Neymar para reivindicar su puesto en el equipo de Mbappé. La sumisión de los azulgrana, faltos de orgullo y competitividad, agrandó a Mbappé y al PSG. No parece hoy el Barça siquiera un equipo que valga para medir a ningún favorito sino que a la memoria azulgrana regresó el 2-8 de Lisboa.
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