José Manuel Franco, nuevo secretario de Estado para el Deporte
El actual delegado del Gobierno en Madrid sustituirá a Irene Lozano, que irá en las listas del PSOE en las elecciones del 4 de mayo en la comunidad
Pedro Sánchez ha escogido a José Manuel Franco (Monforte de Lemos, Lugo, 63 años), delegado del Gobierno en Madrid y líder autonómico de los socialistas, para que sea el nuevo secretario de Estado para el Deporte. El futuro presidente del Consejo Superior de Deportes, que será nombrado en el Consejo de Ministros de este martes, cubre la vacante de Irene Lozano, que irá en las listas del PSOE para las elecciones del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid. Franco será el quinto presidente del Consejo Superior de Deportes en cuatro años. Su antecesora ha estado al frente del organismo 14 meses.
Lozano, que relevó a María José Rienda como presidenta del CSD a finales de enero de 2020, fue presentada el jueves como número cinco de la lista socialista que encabeza Ángel Gabilondo. El relevo al frente de la máxima institución del deporte en España se produce a unos meses de los Juegos Olímpicos de Tokio. El presidente del Gobierno ha comunicado a Franco su nombramiento este lunes por la mañana. Franco fue nombrado al frente de la Delegación del Gobierno en Madrid en febrero de 2020, relevando en el cargo a María Paz García Vera. Su sustituta será Mercedes González, número dos del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid. La semana pasada se especuló con que Pepu Hernández podría ser el sucesor de Lozano. Los concejales socialistas en la capital lo daban por hecho, pero el candidato del PSOE en las elecciones municipales de 2019, con el que España se proclamó campeona en el Mundial de baloncesto de 2006, no se moverá finalmente del consistorio.
Hincha del Real Madrid, el perfil de Franco, líder territorial de la tercera federación socialista con más militantes tras Andalucía y la Comunidad Valenciana, es ante todo político. Franco respaldó a Pedro Sánchez, jugando un papel muy activo, en las primarias de 2017 en las que se impuso a Susana Díaz. Durante su mandato al frente del PSM ha pacificado a una federación con fama de convulsa. En la primera ola de la pandemia, apenas un mes después de que fuera nombrado delegado del Gobierno en Madrid, estuvo en el ojo del huracán por las manifestaciones del 8-M. Pero el caso se archivó. Fuentes del Gobierno justifican que La Moncloa necesitaba a alguien de su total confianza ante los retos afronta el deporte español como los conflictos entre LaLiga y la Federación Española de Fútbol y la elaboración de la Ley del Deporte o la Ley antidopaje. Varios frentes a los que se añade la gran cita de los Juegos Olímpicos de Tokio.
Resolver el aislamiento
Si al final de los 14 meses de mandato de Irene Lozano en el Consejo Superior de Deportes (CSD) había un asunto en el que la unanimidad era absoluta era el de su total falta de comunicación y sintonía con su superior en el Ministerio de Cultura, el titular de la cartera José Manuel Rodríguez Uribes. Ese problema, de entrada, no se le supone a Franco, íntimo de Uribes, quien también fue delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, y de una fidelidad a prueba de bombas, y hombre del aparato de la Federación Socialista Madrileña, la cuna del renacimiento de Pedro Sánchez, y de sus viajes en coche por España para alcanzar la secretaría general del PSOE. Es un buen punto de partida para superar otra de las deficiencias que el mundo del deporte le reprocha a Lozano, su aislamiento, su falta de diálogo con los actores del deporte, clubes, ligas, federaciones y deportistas. “Con que tenga los oídos abiertos y nos escuche, ya nos vale”, reconoce un presidente federativo que recuerda que todos los anteriores presidentes del CSD, fueran del partido que fueran, al menos buscaban un aliado en el mundo del deporte para sobrevivir o implantar sus políticas. “Una persona enfrentada a todos no puede hacer nada”, añade.
Aparte de intentar restablecer el diálogo a cuatro meses de los Juegos Olímpicos, y aparte de resolver problemas más urgentes derivados de la pandemia, como la apertura de los estadios al público, Franco deberá terminar las obras iniciadas por su antecesora que aún están a medias. Si la adecuación de la Ley Antidopaje depende más del Gobierno que del CSD, la nueva Ley del Deporte en sustitución de la vigente desde 1990, cuyo primer borrador de la nueva era socialista ya pergeñó el equipo de María José Rienda hace más de dos años, es una obra mayor. En ella debe quedar reflejada la Fundación España Global, un concepto para gestionar y financiar a las federaciones nacido de los Pactos de Viana entre el CSD, LaLiga y la federación de fútbol. Y el proyecto de profesionalización del fútbol femenino (y del deporte femenino en general) debe pasar antes por un nuevo real decreto de fútbol profesional.
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