Carlos Alcaraz, el rompebarreras

Tiene Carlos Alcaraz todo eso que gusta tanto a Nueva York, grada visceral y efusiva como ninguna, entregada a aquellos tenistas que, como el murciano, enganchan de forma natural, a base de juego e intangibles, ese algo especial. Por eso, cuando el murciano termina con la resistencia del francés Arthur Rinderknech (7-6(6), 4-6, 6-1, 6-4, tras 2h 56m) en otra muestra más de aplomo y crecimiento, los aficionados que rodean la Pista 6 le brindan una sonora ovación y un buen puñado de jóvenes le reclaman un autógrafo. Él, que ha hecho volar la raqueta por los aires en la celebración, grito al cielo también, regala la muñequera y se acerca para corresponder: Flushing Meadows ya está en su bolsillo.

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Sucedió en Melbourne, donde en enero logró su primera victoria en un Grand Slam; se repitió en París, aclamado allí porque al francés le va la exquisitez y su tenis creativo la tiene; y se ganaría en junio a la exigente audiencia de Wimbledon, arrinconando al dos del mundo, Daniil Medvedev, y llevándose el aplauso sincero de La Catedral. Ahora es Nueva York la que se rinde a los encantos de un chico de 18 años que sigue acumulando méritos y obligando a la revisión continua porque ya es, después del triunfo de ayer contra Rinderknech, el jugador más joven que alcanza la tercera ronda del major norteamericano desde que lo hiciera Donald Young en 2007 a la misma edad.

También lo hizo Djokovic con esos mismos dígitos, y el número uno tampoco le quita ojo a un joven que absorbe como una esponja y se desarrolla a pasos agigantados, que impacta aquí y allá. Más precoz que, incluso, el propio Nole, Rafael Nadal o Roger Federer. Él, rompiendo moldes y barreras, 18 años y tres meses, es el profesional en activo que más pronto ha logrado al menos una victoria en los cuatro grandes escenarios. El serbio completó ese círculo expansivo con 19 años y siete meses, el español aceleró (18 y 11) y el suizo, que también le ha dedicado considerables palabras de elogio, lo hizo con 19 y 10.

“Creo que estoy haciendo bien mi camino y noto que los rivales me respetan más”, dice bajo el ojo vigilante de su técnico, Juan Carlos Ferrero, y el resto del equipo, que no le quita ojo para que no caiga en la menor tentación del despiste. Aplicado, progresa y progresa sin parar, y la meta que se propuso a comienzos de año ya está a un solo palmo. Además del rodaje adquirido, ocupa virtualmente el puesto 52º del ranking, por lo que la barrera del top-50 también está al caer, otra más. Suma y sigue sin parar. “Estoy dando pequeños pasos, pero siempre hacia adelante”, precisa en un discurso tan prudente como ambicioso.

“Estoy muy contento por el nivel que estoy dando. Creo que soy otro jugador y otra persona con respecto a principios de temporada”, prosigue Alcaraz, que hace poco más de un mes estrenó su palmarés en la ATP con el título de Umag (Croacia) y evoluciona como uno de los exponentes más brillantes de su generación. ”Es mi primera vez aquí y ahora que nos dejan salir, así que hay que aprovechar. He dado algunos paseos por Manhattan para airearme y el público neoyorquino es increíble, lo estoy disfrutando muchísimo”, subraya.

Junto a él —citado con el griego Stefanos Tsitsipas, 6-3, 6-4, 6-7(4) y 6-0 a Adrian Mannarino— progresaron ayer Roberto Bautista (6-1, 6-3 y 6-2 a Ruusuvuori) y Pablo Andújar (6-4, 6-3 y 6-1 a Kohlschreiber). En cambio, cedieron Pedro Martínez (7-6(2), 6-7(5), 6-1 y 6-1 con Rublev) y Bernabé Zapata (7-6(5), 6-3 y 6-2 contra Felix Augger-Aliassime).

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