Italia se consuela ante Bélgica
La campeona de Europa finaliza tercera en la Liga de las Naciones tras recibir tres remates a los palos
En un partido con más chicha de la esperada, Italia se quedó con la tercera plaza en la Liga de las Naciones, pírrico botín para la campeona de Europa que al menos le supone sumar puntos en el ranking FIFA en busca de asegurarse un espacio como cabeza de serie si sella el pase para el próximo Mundial. A Bélgica le preocupa menos esa coyuntura porque hace tres años que lidera una clasificación que refleja un dominio apenas estadístico. Cuando llega a los grandes escenarios, el equipo que adiestra Roberto Martínez siempre se queda por detrás de las expectativas. La derrota en Turín ante Italia puede propiciar, además, que más pronto que tarde caiga también de su estadístico trono.
Italia le mostró a Bélgica cuál es el camino. Se exhibió pasional como es, vibrante por momentos, audaz de inicio para aplicarse en una presión que tuvo más gaseosa que poso, pero que mostró músculo. En un duelo con cariz de trámite y marcado por las ausencias (Hazard y Lukaku ya no estaban con el equipo y De Bruyne se pasó la primera hora de partido en el banquillo, donde también se sentaron Verratti, Jorginho e Insigne), Italia exhibió un pelaje similar al que le llevó al trono europeo el pasado año. Interpreta un modelo de presión sobre el poseedor del balón que convierte cada partido en una exigente prueba para cualquier rival. Aunque esta vez no le sobró físico para interpretarlo.
A Bélgica le sobran mimbres y categoría para zafarse de la presión, pero le acompaña un aire melancólico. Además en esta cita le abandonaron la fortuna y la puntería. Hasta tres veces remató al palo. Saelemaekers, Batshuayi y Carrasco los cataron. Tuvo más ocasiones que fútbol el equipo belga, también tuvo orgullo para no dejarse llevar. Pero ganó Italia, más concreta. Pudo marcar en la última acción de la primera parte, pero Courtois frustró a Chiesa en el mano a mano. El gol le llegó en la primera acometida tras la reanudación, un remate desde la frontal de Barella tras un saque de esquina, una desatención defensiva al cerrar posiciones de rechace.
Cuando Bélgica se revolvía ante la derrota y De Bruyne llegaba al rescate, un penalti de Castagne a Chiesa, siempre en las mejores salsas, definió el partido. Marcó Berardi y alivió a Italia, que con el paso de los minutos se fue cayendo. Los belgas porfiaron y su esfuerzo revistió de mérito el triunfo de los italianos, que se apuraron para defender la victoria con uñas, dientes y piernas frescas de reemplazos cuando a falta de cinco minutos De Ketelaere redujo distancias en un marcador que ya no se volvió a mover.
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