Ricky Rubio, una gesta para abrir los ojos de la NBA
El base español, nómada en la Liga y reserva en Cleveland, toma el Madison con 37 puntos
Ricky Rubio lleva más de 10 temporadas luchando por alcanzar el estatus que no se le acaba de reconocer en la NBA. Su asombrosa actuación en el Madison Square Garden, donde obtuvo su mejor marca anotadora en la Liga con 37 puntos y llevó a los Cleveland Cavaliers a la victoria ante los Knicks por 109-126, subraya lo infravalorado que está en una competición que a los 31 años le ha condenado a formar parte de la fastidiosa rueda de los jugadores nómadas.
“Cada uno tiene su camino, y cada uno tiene que aprender que no tiene que depender de lo que piensen los demás, sino de lo que realmente cree y piensa”, comentó tras el partido en el que superó su récord anotador en la NBA, los 34 puntos que anotó en 2018 con Utah Jazz ante los Spurs. Frente a los Knicks, además de los 37 puntos, incluidos ocho triples en nueve lanzamientos, sumó 10 asistencias y tres rebotes en 31 minutos. Es la primera vez que un jugador de la NBA, saliendo desde el banquillo, alcanza cifras semejantes. La repercusión de su actuación fue enorme. “No tiene techo, sigue rompiendo récords y me alegro muchísimo por él”, tuiteó Pau Gasol. LeBron James, la estrella de los Lakers, comentó: “¡Ricky se está volviendo loco en el Madison!”. “Ricky, esto está fuera de control”, añadió su compañero de equipo Kevin Love, que no pudo jugar a causa de una lesión.
¡¡¡¡RICKY RUBIO!!!!
— NBASpain (@NBAspain) November 8, 2021
37 puntos (mejor marca de su carrera)
10 asistencias
8/9 en triples
🔥 @rickyrubio9 pic.twitter.com/ZsBOXz1aDA
”Creo que hay que saber gestionar esto, saber mentalmente que es un proceso diario”, declaró Ricky. “Así que no hay un momento exacto que diga: es el momento de mi evolución. Ahora, es verdad, ha llegado un momento de mucha confianza”. El base español ha cambiado de camiseta cinco veces en las últimas cinco temporadas. La última ocasión se enteró mientras disputaba los Juegos en Tokio y se disponía a ver el draft, junto a Garuba, a través de las redes. En ese momento le llegó el mensaje de que Minnesota lo enviaba a Cleveland, un equipo en reconstrucción que la temporada anterior acabó con el cuarto peor balance de la NBA. Y además, le habían reservado el papel de base suplente, mentor del titular, Darius Garland, de 21 años y en su tercera temporada en la NBA.
La lógica del mercado en la NBA no encaja a menudo con la situación particular de cada jugador. La discordancia en su caso ha sido extrema. Después de concluir su larga primera etapa en Minnesota en 2017 jugó dos buenas temporadas con Utah, las dos únicas en que ha disputado los playoffs, en los que promedió 14,6 puntos y 7,7 asistencias. Se convirtió en agente libre y firmó por Phoenix, un equipo en el que jugó a un buen nivel y con el que aspiraba a los puestos punteros de la competición. Pero los Suns ficharon a Chris Paul e incluyeron a Ricky en un acuerdo que le enviaba a Oklahoma City. Sus agentes consiguieron cambiar su destino y volvió a Minnesota.
”Vaya negocio”
Aquel traspaso, en octubre de 2020, cuando tenía las maletas preparadas para regresar a Phoenix, provocó su indignación. “Vaya negocio”, tuiteó. “Al firmar aceptas condiciones, pero hay formas y formas. Los jugadores somos unos privilegiados, pero los que se encargan de estas cosas tienen que entender que somos personas. No es plato de buen gusto que cuando estás involucrado en un proyecto, te dejas la piel y ves que va funcionando, a la primera de cambio te tengas que ir”.
Su inestable situación en la NBA no guarda relación con sus actuaciones con la selección. Con ella ganó el Mundial en 2019 y fue elegido el MVP del campeonato. En los Juegos de Tokio fue el más destacado del equipo español con una media de 25 puntos y seis asistencias, y sumó 38 puntos en el partido de los cuartos contra Estados Unidos, la mayor anotación de un jugador frente al equipo estadounidense en unos Juegos.
En mayo de 2021, había declarado: “Siento que estoy de nuevo en la cresta de la ola. Creo que mi mejor baloncesto está por llegar”. Mentalmente agotado después de una temporada muy dura porque pasó el coronavirus y Minnesota no respondió a lo esperado, estuvo a punto de renunciar a competir en los Juegos. A principios de julio llamó al seleccionador, Sergio Scariolo, y le preguntó si todavía estaba a tiempo. “Tuve muchas dudas. En algún momento tuve claro que no era el momento de venir”, declaró a EL PAÍS. “Se lo debía a mi familia. Porque había tenido a mi hijo y porque mentalmente fue una temporada muy dura. Durante un par de días había decidido ya que no. Pero me costaba mucho incluso dormir. Mi mujer, que me conoce mejor que nadie, me convenció”.
Ricky llegó a la NBA en 2011 con el aval de haberlo ganado todo en Europa. Tenía 21 años pero llevaba ya seis temporadas jugando como profesional. Había celebrado la Euroliga, la Liga y la Copa con el Barça; la Copa ULEB, la Eurochallenge y la Copa con el Joventut, y dos Europeos y una medalla de plata con España en los Juegos de 2008.
Tomó mando en plaza como base de Minnesota, pero en 2017 empezó la peregrinación que le llevó finalmente a Cleveland. Allí promedia 13,7 puntos, 6,8 rebotes y 3,7 rebotes. Este año percibe 15,3 millones de euros. Cuando concluya la temporada quedará libre y podrá elegir, entre las ofertas que reciba, su próximo equipo.
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