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Las 1.000 victorias del ‘equipo navarro’

La estructura ciclista edificada por Echávarri y Unzué en 1980 pasa el cabo del millar de triunfos de la mano de Valverde y con el patrocinio de Movistar

Carlos Arribas
Alejandro Valverde
Valverde celebra una victoria en la Dauphiné Libéré de 2021.ALAIN JOCARD (AFP)

En 1979 llega Javier Mínguez al pelotón con su Moliner-Vereco; en 1980, nace el Kelme de los hermanos Quiles con Rafa Carrasco, y José Miguel Echávarri y Eusebio Unzué aparecen con su Reynolds y el millón y medio de pesetas con que la federación de Luis Puig apoya la creación de equipos; 1989 es el año de nacimiento del ONCE de Manolo Saiz. Y por aquellos años, finales de los 80, principios de los 90, llegó a haber hasta 14 equipos ciclistas en España. La evolución del ciclismo, las diferentes crisis –económicas, morales, de dopaje, sociales—que han forjado la transformación del pelotón han hecho desaparecer a todos menos a uno de los nacidos entonces. Aún respiran fuerte las gentes que sacaron al Reynolds en Navarra. Ellas, Eusebio Unzué aún, y sus herederos, actualmente llevan al Movistar y celebran que sus ciclistas ya han pasado el cabo de las 1.000 victorias profesionales, y ya van 1.002, fruto lógico de su pervivencia durante más de 40 años, única en el deporte mundial.

Como el equipo en el que es el jefe desde 2005, en 1980 también ve su primera luz Alejandro Valverde, aún activo y ganador a los casi 42 años, y las peripecias de su carrera, las crisis, los golpes, y su capacidad para pervivir, son paralelas a las que han transformado el ciclismo mundial y las que llevaron a su equipo de ser Illes Balears a ser Caisse d’Épargne a ser Movistar. Valverde, justamente, el mejor ciclista español de los últimos años, prácticamente el único ganador, es el que se ha encargado de conseguir la victoria 1.000. Fue la victoria número 133 de su carrera profesional, que llega ya por su vigésimoprimer año; la 109ª, el 11% del total histórico del equipo, en sus 18 temporadas liderando las formaciones de Unzué. De las 1.002 victorias ya, 976 son las del equipo masculino y 26 las del femenino, un conjunto que nació hace cuatro años y llevó respeto y cierta dignidad laboral y económica a las mujeres ciclistas en España, y lo lidera la mejor corredora del mundo, la neerlandesa Annemiek van Vleuten, que ha conseguido 15 triunfos con el maillot de la M, el 58% del total del equipo.

“Quizás el equipo haya superado todos los avatares de tantos años por nuestra forma diferente de llevar las cosas”, dice José Miguel Echávarri, el director fundador del Reynolds, el impulsor de su filosofía tan navarra, tan basada en las raíces y en la paciencia, y en los ciclistas de la meseta también, que se jubiló hace una década. “Y siempre nos ganamos la confianza de sponsors muy sólidos, que incluso venían a buscarnos desde el extranjero. Pero el más sólido de todos es Telefónica”. Y eran tan sólidos y solidarios como lo era Juan García Barberena, el consejero delegado de Aluminio Reynolds, que fue capaz de seguir apoyando a su gente hasta en los años duros en los que José María García, la gran voz radiofónica del ciclismo, el gran componedor, airado porque no llevaron a Perico Delgado a una Vuelta, su carrera, les castigó llamándoles en sus transmisiones simplemente “el equipo navarro”.

Echávarri y Unzué siempre pelearon por tener con ellos a los mejores ciclistas españoles, y algunos latinoamericanos, de cada época, y, aunque la primera victoria del Reynolds, la etapa de León en la Vuelta del 80, la consiguió el francés Dominique Arnaud, su primer gran nombre fue el de José Luis Laguía, y luego llegaron Ángel Arroyo, Julián Gorospe, Perico Delgado, Miguel Induráin, Chava Jiménez, Abraham Olano, Óscar Pereiro, Alejandro Valverde, Nairo Quintana, Mikel Landa, Richard Carapaz… Y con ellos ganaron siete Tours, cuatro Vueltas, cuatro Giros, cuatro Liejas, récords de la hora, Mundiales… Y fueron tan grandes que su supervivencia se convirtió en cuestión de Estado. O casi. Con ellos y sus patrocinadores sólidos superaron las crisis económicas que sacudieron al ciclismo y borraron del mapa a los equipos pequeños y a muchas carreras, y los escándalos de dopaje como la Operación Puerto que se llevaron por delante, en 2006, a los grandes proyectos de Manolo Saiz con Alberto Contador y al Kelme.

Miguel Indurain y Pedro Delgado, en el Tour de 1989.
Miguel Indurain y Pedro Delgado, en el Tour de 1989.Cordon Press

El Banesto de Mario Conde y el forofo ciclístico Arturo Romaní comenzó a patrocinarlos en 1989, cuando el Tour de Perico perdido en Luxemburgo, y el 28 de diciembre de 1993, con Indurain ya ganador de tres Tours, estuvo a punto de desvanecerse con la intervención del Estado ante el desfalco llevado a cabo por Conde y Romaní, que acabaron en la cárcel. Los nuevos gestores comenzaron a vender activos, pero, recuerda Luis Abril, uno de los ejecutivos que guiaron el reflotamiento del banco hundido, llegados ante el equipo ciclista decidieron seguir. “Muy mal nos iba a ir si enviábamos a la sociedad española el mensaje de que no teníamos dinero ni para pagar a Indurain”, explicaba Abril hace unos años. Banesto siguió e Indurain, que ganó dos Tours más, fue su mejor escaparate. Cuando en 2003 se agotó el ciclo Banesto, y, como con metáfora describe Echávarri, el equipo se encontraba a la deriva en el océano, apareció el puerto del presupuesto de promoción turística de Illes Balears y Jaume Matas asociado a Iñaki Urdangarin. De la crisis inevitable ligada a la corrupción del Govern Balear del popular Matas, y Valverde ya era el líder del equipo, les salvó una llamada de Francia del excorredor Yvon Ledanois, que les ofrecía el patrocinio de las cajas de ahorro galas. La fuente francesa se agotó cinco años más tarde, en 2010. En mayo, Valverde comenzaba a cumplir una sanción por dopaje. El equipo estaba tocado, pero el presidente de Telefónica, César Alierta, atendió a la petición personal de Mariano Rajoy, presidente de un PP entonces en la oposición a Zapatero, y siempre gran forofo ciclista, como su consejero económico en aquellos tiempos, Juan José Toribio, y abrió presupuesto para un equipo que acaba de comenzar su duodécima temporada llamándose Movistar, y se acerca a los 14 en que Banesto fue la marca oficial de los ciclistas. Y, como gran gigante tecnológico que es, hace bandera de la globalidad y de un cierto futurismo guiado por los mitos del big data, el algoritmo, y la inteligencia artificial asociados a la planificación del deporte que más encuentra su legitimidad en sus raíces con el pasado.

Unzue y Echávarri, durante el Tour de 1996, el que no ganó Indurain.
Unzue y Echávarri, durante el Tour de 1996, el que no ganó Indurain.SANTOS CIRILO

Valverde, que como los campeones veteranos corre para que no le alcancen los más jóvenes, consiguió la victoria milenaria hace dos domingos en la nueva carrera gallega, O Gran Camiño. Y allí, escalando el Mirador de Ézaro, trepando por las carreteras estrechas de la Ribeira Sacra, brilló uno de los que podrían ser llamados sus hijos deportivos, los que corren para alcanzarle y superarle, un chaval de 19 años, Igor Arrieta, nacido de otro ciclista, José Luis Arrieta, que fue compañero y jefe de Valverde, unido hasta hace nada al mismo equipo por el mismo cordón umbilical. Y como Igor Arrieta, que crece hambriento en el Kern Pharma, los ciclistas españoles que, a la sombra de Valverde y comiéndose a las generaciones intermedias, más alimentan el ansia de la afición impaciente, son jóvenes nacidos en el siglo XXI, aprendices de campeones, y ambiciosos, como Juan Ayuso y Carlos Rodríguez, que lideran en varias carreras a grandes equipos internacionales, el UAE y el Ineos, respectivamente, son su orgullo y siempre luchan por la victoria, como en la Vuelta a Andalucía, la de Valencia, el trofeo Laigueglia por las carreteras de la San Remo o en la Provenza del Drôme. Su efervescencia anunciada ya hace meses choca con la tradición de cosecha paciente que reina chez Unzué, donde se desconfía de los llamados prematuros y se apela a la calma. Su impaciencia por ser los mejores, tan en los genes de todos los ciclistas de la generación Z guiados por Pogacar, dos Tours a los 22 años, no casa con la filosofía del modelo Indurain, el campeón que ya a los 20 años mostraba un nivel único pero al que solo a los 27 se le puso al frente del equipo, y entonces empezó a ganar Tours hasta los 31.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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