La venezolana Yulimar Rojas conquista el oro mundial en triple salto y se convierte en la primera atleta en ganarlo tres veces
La atleta entrenada en Guadalajara por el cubano Iván Pedroso realiza una marca de 15,47 metros y se impone a la jamaicana Shanieka Ricketts y la estadounidense Tori Franklin
Yulimar Rojas está tensa. Esperaba Hayward Field a la plusmarquista mundial de triple salto con expectación. “¿Hasta dónde puede saltar Rojas?”, se preguntaba World Athletics en el análisis de la prueba que la organización del Mundial suele publicar antes de que se celebre. “¿Ocurrirá en Eugene?”, añadía el texto, lanzando al aire la pregunta de si rompería en Oregón la ansiada barrera de los 16 metros.
Sin embargo, llega el primero de los seis saltos, 14,60m, por debajo de su nivel habitual, superada incluso por la jamaicana Shanieka Ricketts, que toma vuelo para marcar 14,89m. Y la venezolana habla y habla con su entrenador, Iván Pedroso, para tranquilizarse. “Me sentía un poco tensa, venía de una lesión y no había tenido muchas competencias. Tenía que encontrarme a mí misma, encontrar sensaciones, encontrar el ritmo”, explicará al acabar.
El margen para ser campeona es todavía grande. Cinco saltos más son muchos saltos frente a la de Puerta La Cruz. Y la conversación surte un inmediato efecto curativo: engancha un segundo salto de 15,47m (+1,9 de viento), el mejor del año, el quinto más largo de la historia en una lista en la que ella posee siete de los diez mayores. “A partir del segundo salto, cuando liberé toda esa tensión, fue distinto. Solo quería que disfrutara, que lo hiciera en grande, que me la pasara genial y ha sido así”, explica la atleta sobre las instrucciones de Pedroso, al mando en Guadalajara de uno de los grupos de entrenamiento de saltos más potente del mundo, en el que también progresan Ana Peleteiro, Jordan Díaz o Tessy Ebosele.
Ese segundo salto, inalcanzable para sus rivales —solo una de ellas había logrado en su carrera superar los 15 metros, la portuguesa Patrícia Mamona, con 15,01m—, le asegura el título mundial, el tercero al aire libre en su haber. Y la deja ya sola en la cúspide de la historia. Nunca una mujer ha obtenido el triple entorchado —hasta ahora estaba empatada con la colombiana Caterine Ibargüen, la cubana Yargelis Savigne y la rusa Tatyana Lebedeva—.
Aparca entonces la batalla terrenal la campeona olímpica en Tokio, y se pone manos a la obra a tratar de saldar otras cuentas con la historia: se ha quedado a solo tres centímetros de batir el récord de los campeonatos, y hace tiempo que ha expresado que su objetivo es convertirse en la primera mujer en romper la barrera de los 16 metros.
El récord con el que llega a Eugene, 15,74m, logrado en el Mundial de Belgrado en marzo —donde consiguió su tercer mundial en pista cubierta—, está a solo 26 centímetros de esa frontera, tan arbitraria, pero a la vez tan redonda, que se ha propuesto traspasar. Al aire libre está ligeramente más lejos, 15,67m. Pero lo intenta con fe Yulimar Rojas, que se dirige al público de Hayward Field para que ponga de su parte en la animación hacia la gesta. En el tercer intento recula un poco, 15,24 metros. Se dirige para obtener consejo a Pedroso, el laureado saltador de longitud que la dirige desde que ella le contactara a través de Facebook para pedirle que la entrenara.
Pero el 18 de julio no será el día en que la mujer salte más allá de los 16 metros: arriesgando más en busca de la proeza, hace nulos en el cuarto y el quinto, y marca 15,39m en el último. Entre sus contrincantes, la jamaicana Shanieka Ricketts se queda con la plata con los 14,89m de su primer salto, y la estadounidense Tori Franklin es bronce con 14,72m.
“No ha sido con la marca que quería por algunos factores. Lo primero que no competí mucho este año”, declara Rojas al terminar, contenta por la victoria, pero consciente de que no ha explotado al máximo su potencial, en parte por el viento, al que culpa de no poder encontrar la mejor carrera de impulso.
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