Francia se tiñe de ‘oranje’ en el Tour femenino

En el macizo de los Vosgos, a 1.140 metros de altitud, sol afable y público entusiasta, ha vuelto a sonar este domingo el himno más repetido en la historia del ciclismo femenino. La causante, Annemiek van Vleuten, nacida a las afueras de Utrecht, mirada encendida, entonaba exultante en honor a los Países Bajos: “Soy libre y valeroso”, igual que su pedalada, apabullante por los valles alsacianos, bosques verdes y rampas infinitas.

A su lado, en el segundo cajón del podio final, con los lunares que premian a la mejor escaladora del Tour, Demi Vollering, 26 años, amante de los muros imposibles, esos que surca sin despegarse del sillín pese a haber crecido en la planicie próxima a La Haya: “De pequeña veía una rampa y pensaba, ¿cómo sería subir ahí en bicicleta? Tiene algo especial”. Y añadía, relajada: “Estoy muy satisfecha con mi actuación. Lo he dado todo, no tengo ni un reproche que darme. El año que viene volveré a por más”.

Ellas son las dos mejores ciclistas, primera y segunda, del primer Tour de Francia femenino de la era moderna. Ambas neerlandesas. Igual que Marianne Vos, maillot verde en el fin de fiesta de La Super Planche, prenda que honra a la mejor ciclista en las volatas del Tour. “Ha sido una semana dura, intensa y apasionante. He disfrutado cada segundo, cada metro, aunque también lo he sufrido”, aseguraba, aún sudor en la frente, tras llegar a la meta 36 minutos por detrás de Van Vleuten.

Anna Van der Breggen, nacida en Zwolle, a una hora en coche de Ámsterdam, fue la gran rival de Van Vleuten en las grandes citas hasta su retirada. Siete años más joven que la nueva reina del Tour, Van der Breggen dijo adiós al profesionalismo hace dos años, todavía con 30. “No estoy a mi mejor nivel”, justificó. Ahora, líder del potentísimo SD Worx, también neerlandés, la ganadora de cuatro Giros de Italia, dos Mundiales y un oro olímpico, se contenta con tratar de reeditar sus triunfos dirigiendo desde el coche.

Ellen Van Dijk, también neerlandesa, 30ª en la clasificación general del Tour, a 41 minutos de Van Vleuten, no llegaba a la ronda francesa con tal objetivo. La corpulenta corredora del Trek —1,82 metros—, 35 años, fue convocada para escudar a Elisa Longo Borghini, cabeza visible de la escuadra norteamericana. Sin embargo, Van Dijk, nacida en una campiña a las afueras de Utrecht, igual que Van Vleuten, hizo su agosto mucho antes, en primavera: récord de la hora de ciclismo en pista, subiendo el listón hasta los 49,254 km y acechando, cada vez más, la barrera de los 50.

Reinas del mundo

Entre el 18 y el 25 de septiembre, el circuito ciclista mundial —masculino y femenino — hará las maletas para viajar al otro extremo del globo: Australia. Allí, en la ciudad de Wollongong, bañada por el Mar de Tasmania, se celebran este año los Mundiales en ruta y contrarreloj.

Hasta ahora, en la modalidad femenina, los Países Bajos arrasan: 13 oros, 17 platas y cinco bronces. 35 neerlandesas en el casillero histórico. Detrás, Italia, apenas supera la mitad. Pero hay más. Seis de las últimas diez campeonas han sido neerlandesas; triunfo similar a la prueba contra el crono, donde las oranje se han llevado cuatro de los últimos cinco arcoíris. En los Juegos Olímpicos, más de lo mismo: dos de los tres últimos oros en ruta y triunfo en la última contrarreloj, obra de, quién si no, Annemiek Van Vleuten.

Con la retirada de la reciente ganadora del Tour, pospuesta para 2023 tras pactar un último baile con el Movistar, el ciclismo femenino abrirá un nuevo capítulo, desconocido. Demi Vollering, sabedora de su potencial, está llamada a ser la gran sucesora, pero no es la única: con tan solo 20 años, Shirin Van Anrooij (Trek), se ha llevado el maillot blanco como la mejor joven de este Tour.

Pleno absoluto. Ganadoras de los cuatro maillots más importantes del Tour —amarillo, Van Vleuten; lunares, Vollering; verde, Vos; y blanco, Van Anrooij—, las neerlandesas dominan el ciclismo femenino gracias, dicen, al desarrollo de las canteras, las estructuras, más profesionalizadas que en otros países, la visibilidad en los medios y, sobre todo, al alto nivel competitivo de sus ciclistas.

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