Muere Bill Russell, leyenda del baloncesto y activista de los derechos civiles
El pívot jugó toda su carrera con los Boston Celtics, con los que ganó once títulos de la NBA, además de dos campeonatos colegiales y un oro olímpico en 1956
Difícil encontrar alguien en la historia del deporte que haya ganado tanto como Bill Russell lo hizo con los Celtics. Antes de Nadal y las Williams, de Michael Jordan y los Bulls de Chicago, Tom Brady o Pelé en la canarinha, este hombre de dos metros consiguió once títulos en trece temporadas con los de Boston, entre 1956 y 1969. Es una marca inigualable en NBA que, en su caso, se extiende también con dos campeonatos colegiales con la Universidad de San Francisco y un oro olímpico en los Juegos de Melbourne de 1956. Russell ha muerto este domingo a los 88 años en su casa, ha informado su familia, quien no ha dado a conocer la causa del fallecimiento.
“Fue el más grande campeón de todos los deportes en equipo”, lo ha calificado este domingo Adam Silver, el comisionado de la NBA, en un comunicado. Silver se detiene en su despedida en uno de los rasgos que han hecho que Russell destaque más allá de las canchas, su activismo por los derechos civiles de las minorías negras. “Bill luchaba por algo más grande que el deporte: los valores de la igualdad, el respeto e inclusión, que se han estampado en el ADN de nuestra liga”, indica el comisionado, un amigo cercano de la leyenda fallecida este domingo. “Usualmente lo llamo el Babe Ruth del baloncesto por cómo su figura trasciende el tiempo”, añade. Junto a Wilt Chamberlain, fue uno de los primeros astros de la liga nacida en 1946. Desde 2009, el trofeo al MVP de las finales de la NBA lleva su nombre.
Russell, originario de Luisiana, se convirtió en la primavera de 1966 en el primer entrenador negro de la NBA. Lo hizo en la turbulenta década en la que surgieron varios movimientos por los derechos sociales para acabar con la segregación racial en varias partes del sur de Estados Unidos. En la primera conferencia de prensa que dio, una incómoda cuestión que todos esperaban llegó en el tercer turno de preguntas. ¿Puede entrenar a blancos sin prejuicios? “No recuerdo que nadie preguntara entonces a un entrenador blanco si podía entrenar negros sin prejuicios, así que todo lo que respondí fue sí”, dijo Russell en 2011 a The New York Times.
Dos de los títulos que ganó con los Celtics los consiguió también dirigiendo el equipo desde el banquillo, un rol que compaginaba con el de pívot en una época en la que la NBA no era tan profesional como la de ahora. Los entrenadores entonces no se sometían a un exhaustivo proceso de selección, sino que eran líderes de la manada. Red Auerbach, el genio que hizo de Boston una potencia, fue quien lo convenció para dar un paso al frente y hacer historia. Las tres últimas temporadas de Russell con los Celtics las hizo con esta doble tarea. No visitó otra camiseta como jugador, pero sí entrenó después con éxito a los Supersonics de Seattle, a quienes llevó a los playoffs dos temporadas, y a los Kings de Sacramento.
El presidente Barack Obama entregó en 2010 a Russell la Medalla de la Libertad, una de los más distinguidos reconocimientos que se entregan en Estados Unidos. “Cuando estaba en la secundaria, Bill Russell fue apartado del equipo de baloncesto... Mejoró después de eso”, bromeó el mandatario en el evento en la Casa Blanca, donde también fueron condecorados Angela Merkel, Warren Buffett y Maya Angelou. “Ningún otro deportista de su época definió la palabra ganador como Russell”, aseguró Obama, quien recordó que fue un hombre que marchó junto a Martin Luther King y Muhammed Ali para luchar por la dignidad de los afroamericanos. “Cuando un restaurante se negó a servir a los negros de los Celtics él se negó a jugar en un partido, soportando insultos y vandalismo”, dijo.
En 1963, Medgar Evers, un reconocido activista por los derechos de los afroamericanos fue asesinado en su casa de Mississippi, por un supremacista blanco, Byron de la Beckwith. Russell, quien acababa de ganar su quinto título, y tercer MVP consecutivo, viajó a Jackson, la capital del Estado, para abrir el primer campamento integrado de baloncesto para blancos y negros. Esto en una época donde la segregación era total. Los negros no podían utilizar los mismos bebederos públicos que los blancos, ni los baños. Ni siquiera podían votar. El campamento se llevó a cabo en un tenso ambiente. Miembros del Ku Klux Klan vigilaban los entrenamientos dirigidos por la estrella de la NBA, quien era protegido por un grupo de activistas negros. El hermano de Evers dormía en la misma habitación que Russell, armado con una escopeta.
“Bill señalaba las injusticias con una sinceridad implacable, con la que esperaba alterar el status quo y con un poderoso ejemplo, aunque no era su intención, inspirara a trabajar en equipo de forma desinteresada y para lograr el cambio”, señala su familia en un comunicado. A pesar de ser una de las grandes estrellas, nunca pisó el Salón de la fama de Springfield porque, creía, él representaba el juego en equipo y no los logros individuales.
Notablemente, Russell era llamado el hombre de los brazos largos y las opiniones fuertes. Durante su trayectoria, promedió 22 rebotes y 15 puntos por partido. En la postemporada de 1961, promedió 30 rebotes por encuentro. Su estilo de juego cambió la forma de defender para siempre. Comenzó a estudiar las formas de bloqueos y tapones para entender la trayectoria de la pelota y así poder comenzar la ofensiva de una forma más veloz. Fuera de las canchas, sin embargo, era un tipo complicado para los fanáticos. No daba autógrafos y esperaba satisfacer a sus seguidores con un apretón de manos. Como entrenador despreciaba absolutamente las entrevistas.
El mundo del deporte se ha rendido a los pies de la leyenda de Russell. Desde Martina Navratilova, quien lo ha llamado “un gigante en todo sentido de la palabra”, hasta el propio Michael Jordan, quien lo ha llamado un “pionero” y “un ejemplo para todo jugador negro que llegó a la liga después de él”. Las figuras de la NBA actual, como Jayson Tatum y James Harden, lo han despedido, pero también lo han hecho figuras de la cultura y la sociedad estadounidense.
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