Los apuros del Movistar
El equipo más longevo y laureado del pelotón está exigido a ganar puntos en La Vuelta a España y en el resto del calendario si no quiere perder la categoría UCI World Tour
La lluvia y una furgoneta repleta de productos de la Vuelta, también la canción de C’Mon C’Mon de Lorena Medina, The Inner Kids y Sophie Francis, dan la bienvenida al salir de la estación central de tren de Utrecht. La ronda española comienza mañana —las tres primeras etapas serán en los Países Bajos— y los coches de los equipos ya se agolpan en los hoteles aledaños. Todo son nervios, ilusiones, optimismo. También incertidumbres y exigencias, como las que tiene Movistar, el equipo más longevo y laureado del pelotón, la referencia durante muchas épocas, siempre el rival a batir. Ocurre que ya no son días de vino y rosas para el equipo español —el único en la categoría de élite—, que atiende con preocupación al retrovisor, pues no le sobran los puntos y descender de categoría es una opción cruel y posible, obligado a hacer una buena Vuelta a España. Y aunque desde la dirección ya se han confeccionado un calendario B porque entienden que todas las carreras hasta el final del curso importan y mucho, estas tres semanas son capitales para el equipo telefónico.
Resulta que el ecosistema del nuevo ciclismo les va en contra, lejos del “estilo de historia de filosofía” que defendía José Miguel Echávarri —cofundador con Eusebio Unzué del equipo en 1980— en el documental De Reynolds a Movistar. Creen que las grandes pruebas son las únicas que atraen la atención a aquellos que no son muy aficionados al ciclismo, y sus programaciones y fichajes tratan de ir en ese sentido. Táctica que no replican los demás, pues buscan conseguir puntos en pruebas de todo tipo para mantenerse en el World Tour. “Habría que cambiar el sistema”, apunta Unzué; “tenemos que correr para dar espectáculo, no para sumar puntos”. En cualquier caso, Movistar suma 65 etapas sin ganar en el Tour, Valverde se quedó el undécimo en el último Giro y la Vuelta será decisiva.
Estará Valverde, que mira de reojo la clasificación pero también ganar etapas en su última Vuelta antes de bajarse de la bici, y tirará del carro Enric Mas, que no se ha ratificado en el año que se presuponía suyo, sino que se ha bloqueado en los descensos, tres caídas en la temporada, todavía lejos de ser el líder que se le pedía como aceptó Unzué. Pero Movistar les necesita, equipo que puede presumir de estar 43 años en el pelotón y sumar 1.026 victorias de etapa (126 en las grandes vueltas) selladas con ocho Tours, cinco Giros, cuatro Vueltas, cuatro Campeonatos del Mundo... También tiene el galardón de acabar primero en el ranking mundial por equipos en seis ocasiones: 1992; 2008 y desde 2013 a 2016. Pero eso queda lejos porque tiene 4.140 puntos —clasificados en la posición 17ª— por los 3.984 del Israel Premier-Tech, un puesto por debajo y la frontera del descenso. Un palo para su historia.
Fue el 17 enero de 1980, en el Hotel Ciudad de Pamplona, cuando se dio color y forma al proyecto impulsado por Echávarri y Unzué. Entonces nació como Reynolds y ascendieron a Perico Delgado, que estaba en las filas del equipo juvenil —ya existía de antemano— y convencieron a Julián Gorospe, a José Luis Laguía (ganó la Vuelta al País Vasco como primer laurel importante del equipo) y a Ángel Arroyo, que en 1982 conquistó la Vuelta pero una semana después le quitaron el premio por un positivo en metilfenidato y facetoperano, sustancias que prohibía la UCI, que por entonces incluía productos a borbotones. Porque eran otros tiempos, en los que las bicicletas eran de aluminio y muy pesadas, el cambio no iba en el manillar y tampoco existían los pinganillos.
El disgusto no mermó la competitividad de Reynolds, que con los años cambió de patrocinadores (Banesto, Illes Balears, Caisse d’Epargne y Telefónica en la actualidad) y líderes (Arroyo, Perico Delgado, Indurain, Mancebo, Pereiro, Quintana y Valverde…), pero no de hoja de ruta. Aunque ahora está en una encrucijada porque de perder la categoría ya no tendría garantizada la plaza en las grandes vueltas. Pero en el autobús de Movistar aguardan esos gritos de Valverde —”¿Qué somos? ¡Guerreros!”— o los chillidos de ánimo de Chente García Acosta, el director deportivo: “¡Venga, que la vamos a liar, me cago en sos!”. La Vuelta y Movistar tienen una cita con la historia.
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