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Carlo Ancelotti pisa un terreno nuevo

El italiano, que ensaya otro sistema, inicia el tercer curso en el Bernabéu con una situación laboral muy singular en el Real Madrid moderno tras hacerse pública su probable salida a Brasil en 2024

Lorenzo Calonge
Carlo Ancelotti, en pretemporada contra la Juventus.
Carlo Ancelotti, en pretemporada contra la Juventus.CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH (EFE)

Hacía 20 años que Carlo Ancelotti no iniciaba una tercera temporada seguida en un mismo club. Desde su largo periodo de ocho campañas en el Milan de Silvio Berlusconi a principios de siglo. Desde entonces, en el Chelsea, PSG, el Madrid en su primera etapa, Bayern, Nápoles y Everton no pudo o no quiso superar esa frontera. Toda una anomalía en un expediente tan exitoso que, eso sí, le ha facilitado conocer el triunfo en todos los grandes torneos de Europa.

Esta circunstancia, más o menos accidental, se suma en este verano de 2023 a una situación laboral nada casual y muy singular en el Real Madrid moderno: a un año de que finalice su contrato con la entidad blanca, la opción más probable -conocida por todas las partes- es que el italiano se marche en junio a dirigir la selección brasileña con vistas al Mundial de 2026, la única cuenta pendiente en su carrera. Esa es la predisposición a día de hoy del técnico y de la federación de la Canarinha, que la cúpula del Bernabéu, al menos de momento, acepta.

De repente, en un club donde la longevidad de los entrenadores es, por tradición, bastante precaria, se abre un escenario tan excepcional como este. Un cuadro que recuerda a algo tan lejano como el balonmano, un deporte que anuncia públicamente los fichajes con años de antelación [este martes, el meta del Barcelona Gonzalo Pérez de Vargas comunicó su marcha en 2025 al Kiel], aunque con la sideral distancia entre ambos universos.

La coyuntura es, de entrada, especial y, cuando aparezcan las curvas de los resultados, una cuestión que Ancelotti tendrá que gestionar en sala de prensa, donde se sienta una media de cuatro veces por semana. Mano izquierda no le faltará para muletear el asunto; tampoco insistencia al otro lado del micrófono. “Cerramos el tema el primer día, y ya nunca hablaré de Brasil y lo que va a pasar”, soltó en un intento casi imposible de cumplir en la primera comparecencia ante los medios en la pretemporada de Estados Unidos. Unas palabras similares a las que pronunció el curso pasado cuando se conoció el interés de la federación sudamericana por sus servicios.

“Soy entrenador del Madrid y aquí me quedo. Tengo contrato hasta 2024″, añadió hace un mes al otro lado del Atlántico. ¿Si el club le ofrece la renovación, acepta?, le preguntaron al instante. “No tengo prisa por renovar. Tengo contrato hasta 2024 y la confianza en el club es total. A ver qué pasa esta temporada”, zanjó (ese día).

Esta situación tan peculiar en un club como el Madrid le coincide, además, a Carletto metiendo el bisturí táctico en un equipo que, de postre, ahora tiene que lidiar también con la larga baja de Courtois. Cauto por naturaleza, la ausencia —hasta la fecha— de un sustituto para Benzema le ha empujado a variar el dibujo, del 4-3-3 a un 4-4-2 con Bellingham en la punta del rombo.

A falta de tres semanas para el cierre del mercado, el de Reggiolo asume el déficit de un nueve puro de primer nivel tras haber expuesto sus peticiones al club, y trata de ajustar todas las piezas ofensivas teniendo en cuenta lo mucho que dispone y lo preciado que le falta. La aclimatación de Bellingham cerca de las zonas de remate, animar a Vinicius a pisar parcelas más centrales para aumentar su cuenta anotadora, y esperar un paso al frente de Rodrygo en Liga son sus prioridades. Aunque las mayores urgencias las tiene atrás, para lograr una fiabilidad defensiva que no ha mostrado en pretemporada (ocho goles encajados en cuatro partidos) y que, en parte, se ha derivado del nuevo dibujo. La grave lesión del meta le obliga aún más a acelerar ese proceso.

Todos sus ajustes tácticos

La composición actual de la plantilla está obligando a Ancelotti a afilar el aspecto que menos reconocimiento ha obtenido en su trayectoria: la parte táctica. Hace unos meses, tras superar unas semanas de dudas y ruido a su alrededor (también por las llamadas desde Brasil) con el 0-4 copero en el Camp Nou, el italiano se lanzó sin que nadie se lo pidiera a una autoreivindicación: “Todos me reconocen que soy fantástico en la gestión de la plantilla. Pero después hay otras cosas; que este equipo está bien trabajado”, soltó.

De momento, todos sus ensamblajes en el Madrid le han resultado: cuando cuadró el equipo a partir del Casemiro-Kroos-Modric en octubre de 2021 tras un inicio dubitativo; cuando colocó a Valverde por la derecha en la primavera de 2022 para ayudar arriba, en el medio y abajo; y cuando un año después y en su momento más inestable puso a Camavinga de lateral izquierdo y Kroos, de pivote. A sus 64 años, Ancelotti pisa un terreno nuevo (por el triángulo con Brasil y el Madrid, y el cambio de sistema), y hasta olvidado, por el tiempo que había pasado sin arrancar un tercer curso seguido en un mismo club.

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