Empieza la Liga de Mbappé: claves de una temporada marcada por la llegada del francés
La llegada del delantero revaloriza un campeonato que tiene al Madrid como favorito ante un Atlético muy reforzado con Julián Alvarez y un Barça entregado a la Masia
La Liga empieza con viento de cola en San Mamés, la catedral en la que oficia el campeón de Copa, que es el Athletic de Nico Williams, una de las figuras de la Eurocopa. El fútbol español vive tiempos de vino y rosas después de ganar el título continental en Berlín y la medalla de oro olímpica en París. Los éxitos de la selección estimulan a una dominante competición de clubes que intenta recuperar el protagonismo universal perdido una vez que se acabó el duelo iniciado en 2009 entre Messi y Cristiano Ronaldo, que de alguna manera fue la continuación del pulso Beckham-Ronaldinho en 2003, un contencioso aparente por la manera como se impuso el 10 de Brasil.
El Madrid, actual ganador de la Champions y de la última Liga, ha sabido esperar hasta conseguir el fichaje de Mbappé, el futbolista del momento por su impacto futbolístico y modelo de negocio, abducido por el gen ganador del club de Florentino Pérez, el presidente que sigue la trayectoria victoriosa de Bernabéu. Ya tiene a su figura en Mbappé, estrena un reluciente estadio y sigue a la espera de la Superliga. Justo cuando cumplirá su 125 aniversario, el Barça también presumirá a final de año de un nuevo Camp Nou. Las deudas, sin embargo, le han dejado sin dinero y sin más figuras que las de Dani Olmo y Lamine Yamal, un juvenil que acaba de cumplir 17 años, muy amigo de Nico Williams.
El club azulgrana quería juntar a los dos extremos internacionales españoles y por ahora no le ha quedado más remedio que entregar su suerte a la cantera y a la residencia de la Masia. La escalofriante herencia de la junta de Bartomeu y el desapego social por el traslado forzoso a la montaña del calvario de Montjuïc han consentido la improvisación de Laporta desde su regreso al palco en 2021. El presidente sabe, sin embargo, que la paciencia se acaba y el tiempo empieza a apremiar, no solo para competir con el Madrid, sino también para mantener distancias con clubes que han despertado con vigor como es el Atlético de Madrid del Cholo Simeone.
La continuidad del técnico argentino, titular del banquillo rojiblanco desde diciembre de 2011, solo tenía sentido si el equipo daba un salto de calidad a partir de una buena inversión —el total puede alcanzar los 200 millones con una ampliación de capital que rondará los 80—. Así se explica el fichaje por unos 90 millones de Julián Alvarez. La Araña, campeón del mundo, de la Copa de América y también de la Champions y de la Premier a sus 24 años, ha forzado su salida del Manchester City para abanderar a una plantilla muy mejorada con jugadores como Sorloth y Le Normand —y puede que incluso Gallagher si acaba bien la negociación con el Chelsea— después de la salida de Morata y Memphis.
La activación del Atlético ha sido decisiva para explicar el movimiento de un mercado que no cierra, como ya es costumbre, hasta el día 31 y, por tanto, está abierto a muchas sorpresas, aunque el campeonato empiece mañana en Bilbao. El gasto del club rojiblanco asciende a 141,5 millones sobre un total de unos 400. La inversión del Atlético es muy superior a la del Barça (57,7) y a la del Madrid (49) porque la llegada al Bernabéu de Mbappé con la carta de libertad contrasta con la contratación de Endrick. Hay muchas cábalas ahora mismo sobre la alineación que dispondrá Ancelotti, por más que su equipo pueda llegar a jugar hasta 72 partidos en la temporada 2024-2005.
La ausencia de Kroos
A la espera de ver si se da la incorporación de Laporte y de calibrar el impacto de la ausencia de Kroos, los recursos parecen infinitos para Ancelotti, un técnico cuya importancia aumenta en función de los problemas que se le plantean, acostumbrado a tratar con mandos de la personalidad de Florentino. El desafío del Madrid siempre fue el de ganar cada partido como si fuera el último, sabedor además de un detalle sorprendente si se atiende a su trayectoria, como es el de que no gana dos ligas seguidas desde que salió campeón en 2006-2007 y 2007-2008. El Madrid, con siete, y el Barça con nueve, se han repartido desde entonces 16 de los 18 títulos, mientras que los otros dos fueron para el Atlético.
El último equipo que ganó la Liga sin ser el Madrid, el Barça o el Atlético es el Valencia en la temporada 2003-2004. Uno de los futbolistas de aquel equipo campeón es el actual entrenador: Baraja. No parece una casualidad si se tiene en cuenta que para sobrevivir a la actual crisis institucional y de propiedad del club se precisa de una figura carismática que canalice el fulgor de Mestalla. Baraja ha optimizado los recursos y recurrido a la cantera para sostener a un equipo que está acostumbrado a perder cada verano a sus piezas capitales por sus problemas financieros —nadie puede asegurar la continuidad de futbolistas como Javi Guerra o del portero Mamardashivili en vigilias de recibir el próximo sábado al Barça—.
Aunque los euros están contados, el movimiento de futbolistas es continuo en muchos de los clubes de la Liga. No solo pasa en el Valencia, sino también en el Villarreal o el Betis. Hay algún equipo que incluso tiene dificultades para completar las once fichas imprescindibles antes comenzar un partido de competición oficial después de una pretemporada, con muchos cambios y partidos en distintos países, incluido Estados Unidos. Y es que ya no se trata de fichar, sino de poder inscribir a los jugadores contratados después de cumplir con la política salarial de la Liga.
La garantía de la mayoría de los afectados está en sus entrenadores: Pellegrini en el Villamarín o Marcelino en La Cerámica. El Sevilla intenta precisamente alcanzar por fin la estabilidad con un técnico que trabajó muy bien en Las Palmas como es el exazulgrana García Pimienta.
Nadie confía más en su entrenador que el Girona con Michel. El equipo catalán logró el tercer puesto del pasado campeonato y se clasificó por vez primera para la Liga de Campeones después de abatir doblemente a rivales como el Barça por el poder de su ataque, formado por Savinho, Dovbyk y Yan Couto, y el despliegue de Aleix García. Ninguno continua en Montilivi. El técnico ya ha expresado su preocupación durante el verano sin haber perdido su confianza en Quique Cárcel. El director deportivo sabe cómo manejar las situaciones más complejas después de haberse asegurado las altas del olímpico Abel Ruiz, Van de Beek, Bryan Gil y el regreso de Oriol Romeu.
También está en ascuas Imanol Alguacil porque no sabe qué pasará con Merino ni con Zubimendi, tentados por la Premier, de la misma manera que Valverde aspira a retener a Nico Williams después de incorporar a Djaló del Sporting de Braga. Tanto García Plaza (Alavés) como Giraldez (Celta), Bordalás (Getafe) e Iñigo Pérez (Rayo) se ganaron la continuidad en sus equipos, mientras que Joseba Arrasate cambió Osasuna por Mallorca —Vicente Moreno entrenará al equipo navarro— y Luis Carrión dejó el Oviedo por el Las Palmas. La meta de los ascendidos —Leganés, Valladolid y Espanyol— será la permanencia si se repasa sus nóminas en Primera y Segunda. La novedad inicialmente más impactante en los banquillos será la de Flick en el Barcelona.
La falta de liquidez condiciona la política deportiva en el Camp Nou y, ante la imposibilidad de pagar cualquier cláusula de rescisión de una figura —como pasó por ejemplo en 1997 con Rivaldo en vísperas del Trofeo Gamper—, resulta más fácil contratar a un entrenador de la talla de Flick. La gestión de la entidad y su modelo de propiedad son motivo de debate continuo en el Barça después de que ni siquiera se hayan aprobado todavía las cuentas de la pasada temporada y no se sepa qué será del futuro de jugadores considerados bandera en su momento como son Vitor Roque o Ansu Fati. Las dificultades del Barça contrastan con la ambición del Madrid e incluso del Atlético frente al poder del PSG.
El club francés entrenado por Luis Enrique ha sido incapaz de retener a Mbappé y perdió su pulso por Julián Alvarez. Tampoco parece muy probable que Vinicius atienda a la oferta multimillonaria del Al Ahli. El brasileño parece dispuesto a continuar su pelea contra el racismo frente a los hinchas más radicales de los campos españoles y también mantiene firme su deseo de alcanzar el Balón de Oro. No parece de momento presionado ni impresionado por la llegada de un conciliador Mbappé.
A ambos les conviene ponerse al tanto de las reglas modificadas después de la intervención de los árbitros con vistas a la próxima Liga; se aplicará el fuera de juego semiautomático, se penalizarán más los agarrones en las áreas, los únicos interlocutores válidos con los colegiados serán los capitanes de los equipos y se tendrá más cuidado con el tiempo añadido de los partidos después de los desmanes advertidos en la última Eurocopa y los Juegos Olímpicos de París. Nadie duda en cualquier caso de que el mejor alimento de las tertulias continuará siendo el VAR.
La discusión se agranda por la intervención en el juego, al mismo tiempo que el negocio intenta limitar la incertidumbre, a pesar de que ni siquiera el más rico tiene asegurado el título de Liga. Aunque el Madrid de Mbappé parte como favorito, las exigencias del calendario y el cartel del torneo —habrá que ver el comportamiento de la clase media— juegan también a favor de equipos reforzados como el Atlético o siempre futboleros como el Barcelona. No hay mejor ejemplo que el de la selección española en Berlín. Nico, Laminel, Rodri, Olmo, Fabián o Carvajal fueron más decisivos y emotivos que cualquiera de las figuras de la Eurocopa, incluido el enmascarado Mbappé.
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