Tadej Pogacar, cada vez más cerca de correr París-Roubaix y Vuelta en 2025

Es la carta a los Reyes Magos de Tadej Pogacar, cuyos deseos son órdenes. Al ciclista esloveno, camino de los 27 años, seis de ellos ya en la cima, le urge completar la lista de victorias obligatorias, los cinco monumentos más las Strade Bianche y el Mundial y las tres grandes carreras por etapas. Ha ganado ya el Tour (tres veces), el Giro, el Mundial, Strade Bianche (dos), Flandes, Lieja (dos) y Lombardía (cuatro). Le falta nada para el primer repaso: San Remo (ha sido tercero, cuarto y quinto), Roubaix, que nunca ha corrido, y Vuelta, que corrió solo una vez, en 2019, ya gran promesa a los 20 años, y quedó tercero. Y, según diversas fuentes que el periodista italiano Ciro Scognamiglio plasma en la Gazzetta dello Sport, ha decidido que 2025 deberá ser el año en el que el círculo quede completo. Así, en su menú de gourmet, que inicialmente constaba de ocho clásicas de primavera y una de otoño, dos carreras de una semana y el Tour de Francia, el caníbal del siglo XXI, o el ogro, según prefieran, ha añadido la Roubaix y la Vuelta. Serán, al menos, 67 días de competición, 67 días que la afición se conviertan en 67 duelos con los corredores más apreciados, con los especialistas máximo de cada prueba, y con él, sus fieles del UAE, quizás el mejor equipo de la historia.

Que Pogacar regresaría en 2025 a la Vuelta para ganarla ya se daba por seguro después de un 2024 en el que añadió el Giro a su palmarés; lo de la Roubaix comenzó a sospecharse e imaginarse hace tres semanas, el 9 de febrero, un domingo cualquiera en el que colgó en Instagram una película en la que se le veía acelerando hasta convertir en una alfombra lisa los adoquines criminales del bosque de Arenberg. Al día siguiente se supo que no solo se había entrenado en el tramo más afamado del Infierno del Norte, sino que había recorrido los 58 kilómetros totales, con Mons en Pévèle y el Carrefour de l’Arbre también. La llama del deseo, y de un soñado duelo el 13 de abril con Mathieu van der Poel, ganador de las dos últimas Roubaix, aparte de los que vivirá en Strade (8 de marzo), E3 (28 de marzo), Gante 30) y Flandes (6 de abril), se apagó rápido, pero quedó un rescoldo que el propio Pogacar reanimó este viernes. “Siempre está la posibilidad. Ya veremos. Dejemos la sorpresa para después de San Remo”, declaró a los micrófonos de RMC, la radio de Mónaco, su país de residencia. “Me encanta la Roubaix. Pensé que era demasiado dura para mí, pero cuando hice el reconocimiento, vi que podía hacerlo”. Los aficionados, que desean que por fin domine las sutilezas de la Cipressa y el Poggio para conquistar la San Remo y decidir ya definitivamente correr en Roubaix, ya sabían que se le daba bien, que más que pedalear flota sobre el pavés, lo recorre de puntillas, como un bailarín, desde la etapa del Tour de 2022 en la que Jonas Vingegaard y su Jumbo penaron por las averías de sus bicicletas.

Si hay una carrera contraindicada con el Tour esa es la Roubaix, que implica un gran riesgo de caída y lesiones e impone un peso, una morfología, una manera de correr y un tipo de preparación opuestos al concepto moderno de lo exigido para el Tour. Ningún ganador de la grande boucle se ha impuesto en la Roubaix desde que lo hizo Bernard Hinault hace 44 años, y antes, en la posguerra, solo lo hicieron Fausto Coppi (1950), Louison Bobet (1956), Felice Gimondi (1966), Jan Janssen (1967) y Eddy Merckx (tres veces: 1968, 1970, coincidiendo con su segundo Tour, y 1973). Y muy pocos ganadores se han arriesgado desde entonces siquiera a participar. Y lo mismo sucede con el Tour de Flandes, la carrera de las tres victorias de Van der Poel que solo Bobet (1955), Merckx (1969 y 1975) y el propio Pogacar (2023) han ganado entre los laureados del Tour de Francia.

“No pienso en lo que he ganado, sino en nuevos desafíos, así siempre mantengo la motivación”, añade el esloveno en la RMC. Nada teme Pogacar, que ha modificado su preparación incrementando el entrenamiento con pesas en el gimnasio, sin miedo a coger músculo y peso a cambio de desarrollar más potencia. Y tampoco son muchos los corredores que han empalmado la San Remo con la temporada de pavés y con las clásicas de las Ardenas (Amstel, 20 de abril, Flecha, 23, y Lieja, 27), como lo hará Pogacar, que allí se encontrará con otro de sus coriáceos rivales, Remco Evenepoel, casi siempre derrotado.

Después de un mayo de descanso y altura, Pogacar, que ha iniciado el año ganando el Tour de Emiratos, se las verá con Vingegaard en la Dauphiné (8 a 17 de junio), Tour (5 a 27 de julio) y Vuelta (23 de agosto a 14 de septiembre). Y cerraría la temporada con la busca de su quinta Lombardía el 11 de octubre.