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Pogacar conquista su noveno Monumento en la Lieja-Bastoña-Lieja

Como todo el mundo anticipaba, el esloveno ataca en La Redoute, a 35 de meta, donde Evenepoel ya había desaparecido, y gana en solitario

Pogacar
Carlos Arribas

Los Monumentos, como la Iglesia, escriben su liturgia en la piedra y el asfalto de viejas carreteras a lo largo de las décadas y eligen a sus sumos sacerdotes, que la ejecutan hermosamente, envidiablemente, Van der Poel en el Poggio de San Remo y en Mons en Pévèle de la Roubaix, y Pogacar, en el Viejo Quaremont de Flandes, y este domingo todos sus fieles quieren ser él, libres, atacante, despreocupado en La Redoute, la cuesta de las Ardenas en la que habitualmente, este domingo también, como ya se sabía, resuelve la Lieja-Bastoña-Lieja, la Decana, que gana por tercera vez.

Como los artistas grandes, Pogacar, de 26 años, convierte lo genial en rutina, el golpe de pedal en pincelada, y emboba al espectador bajo el sol perezoso de abril, su culotte blanco refulge, las motos aceleran para adelantarle como queriendo abrir su cortejo, la parada del arcoíris, y su mechón rubio huye del casco, y detrás suenan trompetas de sumisión. Le persigue un pelotón de 40, alianza imposible de heridos soñando con ser segundos y de la que penan para huir los rebeldes incansables Tom Pidcock y Ben Healy, el casi resucitado Alaphilippe, el tenaz Ciccone. En el que no está Evenepoel, agotado, sin gas para alimentar su deseo.

La tercera Lieja, la clásica, dicen, más previsible, es el noveno Monumento de Pogacar --tres Liejas, dos Flandes, cuatro Lombardías, y ya es tercero en la lista histórica, empatado con Coppi, Girardengo y Kelly tras los 19 de Eddy Merckx y los 11 de Roger de Vlaeminck-- y el segundo, tras Flandes, de la primavera del 25, en la que, como Merckx en el 72, no ha bajado del podio, tercero en San Remo, segundo en Roubaix. Los números de un sweet caníbal, versión light del ogro Merckx.

Como los campeones del pasado que solo conocemos de leídas, poemas épicos a sus victorias, a su generosidad, su derroche sin cálculo, su fiereza, Pogacar, el campeón del ciclismo tecnológico, el gran campeón del siglo XXI, recorre el camino de las clásicas con la misma dedicación con la que, a partir de junio, afrontará, siempre como máximo favorito, las grandes pruebas por etapas, el Tour. En la lista de salida, era el único de los 175 participantes que no se había saltado ninguna desde septiembre pasado, los caminos de polvo de Siena, los cabos del mediterráneo en San Remo, las piedras y los montes de Roubaix y Flandes, las rutas del arcoíris en el otoño suizo, los montes de Lombardía, las colinas de Holanda y el muro de Huy. Y en todos ha dejado su huella, hasta cayéndose o equivocándose, engañado por el entusiasmo, como en la Amstel. Solo él resiste ese ritmo, y minimiza su dificultad, clásicas de más de 250 kilómetros que representan el absoluto del ciclismo, el precipicio.

¿Duro este calendario?, para nada. Un esfuerzo de entre seis y siete horas los domingos, y una semanita entre medias, para recuperarse del daño muscular con paseos. Ningún otro ciclista lo aguantaría.

Fue la primera vez que Remco Evenepoel y Pogacar, los ganadores de las cuatro últimas clásicas, campeones nacidos con el siglo, cruzaban sus bicicletas en los montes de oscuros bosques y lúgubre, bélicas, resonancias, y valles profundos, y su amor por La Redoute, reducto militar de 1.300m al 10%, con topes de 20%, y un falso llano final abierto al viento de cara, y una curva y una nueva cuestecita, a 30 kilómetros de la meta. Atacando allí, el local Evenepoel, doble campeón olímpico en París, se impuso en 2022 y 2023, con Pogacar ausente o caído. Y fue allí, en el mismo punto, donde el campeón del mundo, Evenepoel ausente, se impuso para conseguir, en 2024, su segunda Decana, el último Monumento de la Primavera. Antes, los ciclistas ya llegan tocados, casi hundidos, por la dureza del trío Wanne, Stockeu, tan amado por Merckx, y Haute Levée, la cuesta en escalones, Después, solo Les Forges y la Roche aux Faucons. Evenepoel llega muerto. Todo el pelotón, también. No hay combate.

“No, atacar en La Redoute en realidad no era el plan, pero mi equipo había puesto un ritmo tan duro que vi que los demás ya no tenían muchos compañeros, y me dije, “vale, voy a probar un poco las piernas a ver si consigo abrir hueco en cabeza. Luego decidiré si sigo o no”, dice el esloveno, tres Tours y un Giro también en su contador. A 34,7 kilómetros de la meta en la ciudad ardiente, a 818 metros de la cima de La Redoute, deja que las piernas hablen y las piernas cantan armoniosas y hasta bailan en las cuestas de La Redoute. Mira para atrás, incrédulo, y no ve a nadie, y la ventaja crece, y llega a más de minuto 30. Después, solo queda el goce. “A Remco ni lo vi. Al principio su Quick Step controlaba el pelotón, corriendo en cabeza todo el día, y luego, en un momento dado, todos desaparecieron de la cabeza, no sé por qué. Pensaba que quizá estaban reservando las piernas para La Redoute, porque se puede ahorrar mucho en el sprint, eso es lo que pensaba, pero luego, llegado el momento, miré a mi alrededor y no tenía a Remco a rueda, y eso sí que fue una buena motivación para atacar”.

Pogacar no está solo. Lidera una generación, la de Van der Poel y Evenepoel en las clásicas, la de Vingegaard en el Tour, que no deja rendijas para que algún rayo de sol alegre la vida a sus rivales. Desde la Lieja de abril de 2022, hace tres años, se han disputado 17 Monumentos y tres Mundiales. Exceptuando la San Remo de 2024 que Van der Poel regaló a su amigo, y de Pogacar, Philipsen, las 18 carreras restantes se las reparten entre los tres: ocho Pogacar, siete Van der Poel y tres Evenepoel. Le preguntan al esloveno si ahora que termina se declara feliz con su campaña de clásicas de primavera, y él responde: “Estoy feliz por poderme ir por fin a casa”. Hasta mediados de junio Pogacar hibernará. Unos días en su Mónaco, unas semanas en altura y Dauphiné. Le espera el Tour. Le espera Vingegaard. Y también la historia, claro.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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