Paul Pogba, fiscal general de Francia
El líder francés, lugarteniente de Deschamps, destaca por su liderazgo y por su despliegue físico y técnico
No hubo fiesta en el vestuario de Francia tras la victoria ante Alemania en Múnich. Cerrada la jornada inaugural del grupo F con un 0-1, lo primero que hizo Didier Deschamps el miércoles por la mañana fue convocar a los jugadores para pronunciar una alocución más propia de un presidente ante su gabinete que de un entrenador ante sus futbolistas. Preocupado ante las señales de indiferencia que percibía en la plantilla Deschamps les reclamó compromiso, esfuerzo, lealtad, generosidad, compañerismo. Fuera y dentro del campo. El mensaje quedó claro a todos. Si el grupo no era capaz de proyectar una idea de unión, no habría táctica ni virtuosismo técnico que valiera para evitar el desplome de la selección más potente del Europeo en el difícil trayecto que tenía por delante, comenzando por el duelo ante Hungría en Budapest, este sábado (15.00, Cuatro).
Paul Pogba secundó al seleccionador. Deschamps, que piensa como un estadista, acierta en emplearle para llegar a donde él no puede o no se atreve. La estrella del United venía de convalidar el poder que ejerce dentro del vestuario con un partido descomunal ante Alemania. Al nivel único de sufrimiento físico que son capaces de alcanzar Pogba, Kanté y Rabiot, los tres interiores, fue el único que logró añadir un puñado de perlas de calidad singular. Sobreponiéndose a la falta de oxígeno, agotado después de unos esfuerzos interminables para recuperar la posesión, Pogba fue capaz no solo de robar más pelotas que nadie (14) sino que tomó decisiones lúcidas con una finura técnica poco frecuente en la mayoría de las jugadas que desequilibraron a Alemania. Sus tres regates, sus tres faltas recibidas y los dos pases con los que dejó a Mbappé solo ante la portería de Neuer le convirtieron en el jugador más productivo en fase ofensiva. Por encima de Mbappé, Griezmann y Benzema.
“Paul tiene una gran determinación y sabe transmitirla al grupo”, dijo Varane, tras el debut. “Sabe cómo hacerse respetar y escuchar. Proporciona una atmósfera propia al equipo y, como es un jugador completo, lleva ese liderazgo al campo”.
MVP del partido contra Alemania, el centrocampista de 28 años ha consolidado su autoridad de jefe en el momento en que Francia necesita, más que nunca, un timonel moral. Según fuentes de la federación, la entrada de Benzema ha desencadenado un movimiento jerárquico tan profundo que hay muchos jugadores descontentos. Rumoreando en los rincones o mediante el lenguaje corporal, que suele ser el más expresivo en los equipos de fútbol, hombres como Coman, Giroud, Tolisso o Dembélé, campeones del Mundo en 2018, no hacen más que manifestar su desapego ante la decepción de sentirse desplazados por Benzema. Tan mala pinta les vio a los suplentes Deschamps, el martes contra Alemania, que prefirió someter a sus titulares a un desgaste terrible antes que confiar la defensa del 0-1 a los tipos que le rodeaban en el banquillo. Pudiendo hacer cinco cambios, el seleccionador solo sustituyó a Benzema por Tolisso en el minuto 89 y a Rabiot por Dembélé en el 95.
“Liberación”
Le preguntaron a Pogba por el secreto de su “liberación” y su respuesta fue la de un proselitista: “No soy yo, es el grupo el que ha hecho que me sienta liberado sobre el campo. No olvidemos que a mi lado ha estado N’Golo [Kanté], Adrien [Rabiot] y Antoine [Griezmann]. Y atrás la línea de cuatro ha estado muy sólida y nos ha dado confianza a todos”.
Que dejara fuera de la lista a Benzema y a Mbappé —los futbolistas menos solidarios en los esfuerzos defensivos— no fue casual. Dicen en el entorno federativo que a Pogba le gusta dar confianza a los “más débiles” del vestuario. Amparado en su amistad con Griezmann, Varane y Kimpembe, su liderazgo arrastra a la mayoría, que no son precisamente los más famosos. Y la mayoría de los jugadores de Francia coinciden con Deschamps en que todos deben hacer los mismos sacrificios, sea cual sea su pedigrí.
Fiscal de la egalité de Francia, Pogba tiene fama de justiciero radical. Viene de sufrir tres años de abatimiento en Manchester, en donde se ha visto atrapado en un proyecto sin horizonte. Allí, los 18 millones de euros netos que cobra cada año no le estimulan tanto como la posibilidad de ganar un gran trofeo, cosa que, hoy por hoy, solo Francia le ofrece. El olor del éxito le ha devuelto a su condición de futbolista total lo mismo que ha afinado su instinto para detectar a aquellos que conspiran contra la unidad del grupo. Benzema y Mbappé están advertidos.
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