Muere Manuel Ruiz de Lopera, máximo dirigente del Betis entre 1992 y 2010
Bajo su amplio mandato, el conjunto andaluz ganó una Copa del Rey en 2005 y fue protagonista del mayor traspaso de la historia del fútbol español con el fichaje de Denilson
Manuel Ruiz de Lopera, máximo dirigente del Betis entre 1992 y 2010, ha fallecido en Sevilla a los 79 años como consecuencia de una grave enfermedad intestinal. El empresario andaluz, que estaba ingresado en la UCI desde hace semanas, no ha podido recuperarse después de ser intervenido para solucionarle una obstrucción en el colon, que ya le afectó a principios del mes de enero y por la que permanecía ingresado desde el pasado día nueve de febrero.
Ha muerto uno de los personajes más relevantes de la historia del Betis y también del fútbol español. Lopera formó parte de un escenario futbolístico inolvidable junto a presidentes como Jesús Gil, del Atlético, José Luis Núñez, del Barcelona, José María Caneda, del Compostela, Ramón Mendoza y Lorenzo Sanz del Real Madrid o Luis Cuervas y José María del Nido en el Sevilla. Con él, el Betis fue campeón de la Copa del Rey en 2005 y subcampeón de la Copa en 1997. Jugó la Champions League en el curso 2005-06, la Copa de la UEFA en las temporadas 1995-96, 1998-99, 2002-03 y 2005-06, además de la Recopa en la campaña 1997-98.
En el amplio mandato de Lopera (18 años como presidente del club) él fue uno de los principales protagonistas. Ejerció el mando del club sevillano de una manera particular y muy presidencialista. Fue protagonista de múltiples anécdotas en su relación con otros clubes del fútbol español, periodistas y políticos. Lopera, un empresario que fue creando una fortuna en la Sevilla de los años sesenta y setenta vendiendo electrodomésticos y actuando como prestamista, siempre fue un gran aficionado al Betis. Entró en la directiva bética poco antes de la conversión del club en Sociedad Anónima, el 30 de junio de 1992, pero ya con anterioridad los jugadores recuerdan la figura de un Lopera que regalaba televisores y dinero a futbolistas como Cardeñosa, Biosca, Javier López, Rafael Gordillo o José Ramón Esnaola, protagonistas del triunfo bético de la primera Copa del Rey en 1977 tras una épica final contra el Athletic de Iribar en la portería (ganó el Betis en los penaltis).
Lopera entró como vicepresidente económico en la junta del presidente Hugo Galera en 1991 y aprovechó la coyuntura de la conversión del Betis en sociedad anónima al amparo de La ley de Sociedades Anónimas Deportivas de 1992. Se convirtió en máximo accionista del Betis el 30 de junio de ese año después de proyectar una imagen de salvador de la entidad con la compra de un importante paquete accionarial. El equipo andaluz se encontraba en Segunda División. La pretensión de Lopera fue la de llevarlo a Primera lo antes posible. Un empeño que le costó dos temporadas hasta que en mayo de 1994 el Betis logró el ansiado ascenso de la mano de Lorenzo Serra Ferrer en el banquillo.
Se inició entonces una etapa formidable del Betis en lo deportivo. Lopera se mostró ante el mundo como un presidente que invertía constantemente en buenos jugadores para hacer crecer a su equipo. El Betis fue tercero en 1995, octavo en 1996 y en 1997 quedó cuarto clasificado empatado con el tercero, el Deportivo. Además, jugó la final de la Copa, que perdió en el Santiago Bernabéu ante el Barcelona de Figo y Guardiola (3-2). Momentos de gloria para Lopera, que fichó para el Betis a jugadores como Vidakovic, Jarni, Finidi o Alfonso. El presidente se convirtió en el ídolo de una afición que le adoraba. El Betis jugó tres temporadas en Europa (1995-96, 1997-98 y 1998-99) y alcanzó los cuartos de final de la extinta Recopa en 1998, cuando cayó ante el Chelsea.
El punto álgido del mandato de Lopera llegó en el verano de 1997, cuando acometió el mayor fichaje hasta el momento del fútbol español, el de Denilson, por el que pagó al Sâo Paulo 5.000 millones de pesetas, unos 30 millones de euros en la actualidad. Su potencial económico era tan grande que incluso prestó dinero a Lorenzo Sanz, presidente del Madrid, para que el club madrileño cerrara algunos fichajes. Convertido en la estrella del Betis, en un momento en el que tuvo peleas radiofónicas muy intensas con otros presidentes como Jesús Gil, en 1998 comenzó a perder peso. El Betis bajó a Segunda en el año 2000, justo cuando el máximo dirigente había remodelado la mitad del Benito Villamarín. Después de una votación popular, el estadio pasó a llamarse Manuel Ruiz de Lopera.
El Betis subió a Primera de manera angustiosa en 2001 junto al Sevilla y el Tenerife en la mejor Segunda que se recuerda junto al Atlético de Madrid, que no ascendió. Se inició una etapa en la que afloró una gran generación de canteranos, comandada por Joaquín, que tuvo su momento más importante en 2005 después de quedar sexto en 2002 y jugar la Copa de la UEFA al curso siguiente. De nuevo de la mano de Lorezo Serra Ferrer en el banquillo, y con los brasileños Edu, Oliveira, Assunçao y Denilson escoltando a los jóvenes como Doblas, Varela, Juanito, Capi, Arzu, Dani y el propio Joaquín, el Betis conquistó la Copa del Rey en 2005 (2-1 a Osasuna) y quedó en la cuarta posición en Liga, siendo el primer equipo andaluz en disputar la Liga de Campeones en el curso 2005-06. El conjunto sevillano todavía dejó para el recuerdo alguna noche mítica como la victoria ante el Chelsea de Mourinho (1-0, gol de Dani), pero a partir de ese curso 2005-06 el Betis entró en una deriva deportiva que Lopera fue incapaz de atajar. Ya no era el presidente admirado por su gente de mediados de los noventa. Su forma de llevar el club no se correspondía con los nuevos tiempos de un fútbol que acabó devorándolo. Aferrado al cargo y al poder de sus acciones, Lopera fue incapaz de crear una transición eficiente tras su amplio periodo de poder en el Betis. Cada vez más alejado de la realidad, llevaba el club desde sus oficinas personales, sin acudir al estadio bético y peleado hasta con el entonces presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves.
Al mismo tiempo, fue surgiendo una oposición a su gestión personalista que acabó en los tribunales para denunciar las formas de Lopera al mando del club. Con el equipo en depresión deportiva, el descenso a Segunda de 2009, ya en medio de un importante clima de protesta a su gestión por parte de la afición, lo sentenció. Más de 60.000 béticos se manifestaron el 15 de junio de 2009 para que abandonara la entidad. Aguantó un año más en el cargo en medio de fuertes presiones y, después de que el Betis no lograra el ascenso en 2010, vendió su paquete de acciones en julio de ese año al empresario Luis Oliver por 18 millones de euros. Una venta que fue paralizada por la justicia tras ser intervenido el club por la jueza Mercedes Alaya ante la denuncia presentada por una cada vez más sólida oposición. Después de múltiples procedimientos judiciales, esta oposición pudo probar que Lopera se convirtió en máximo accionista del Betis de manera irregular en 1992. No obstante, un pacto con el resto de los accionistas en 2017 había saldado su relación con el club.
Dice adiós el presidente del Betis que tuvo como entrenadores entre otros a Sergio Kresic, Lorenzo Serra Ferrer, Luis Aragonés, Javier Clemente, Carlos Timoteo Griguol, Guus Hiddink, Faruk Hadzibegic, Fernando Vázquez, Luis del Sol, Juande Ramos, Víctor Fernández, Javier Irureta, Luis Fernández, Héctor Cúper o Francisco Chaparro. Con Lopera, en el Betis jugaron futbolistas como Cuéllar, Alexis, Roberto Ríos, Pier, Stosic, Alfonso, Finidi, Jarni, Denilson, Cañas, Merino, Oli, Joaquín, Oliveira, Capi, Edu o Assunçao. Dice adiós, también, el protagonista de innumerables anécdotas y situaciones estrafalarias en la historia del Betis. Como ejemplos, su irrupción en la casa del jugador Benjamín durante una fiesta de los jugadores en la noche de Halloween de 2001 o la pelea fortísima que mantuvo con José María del Nido, presidente del Sevilla, al que le colocó un busto de su persona a su lado en el palco en un derbi copero de 2007. El mismo derbi en el que Juande Ramos recibió un botellazo que lo sacó en camilla del entonces Manuel Ruiz de Lopera. El hombre, también, que pagaba con talones de El Corte Inglés solo a los jugadores casados, que concentraba a los futbolistas cuando llegaba la Feria de Sevilla y que negociaba los fichajes hasta la madrugada en reuniones eternas donde no servía comida para desgastar a los agentes de los futbolistas.
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