Se retira Óscar De Marcos, el multiusos que sedujo a Bielsa

Como siempre se ha comportado desde que llegó al Athletic, Óscar De Marcos (Laguardia, 35 años) anunció que a final de temporada se retira del fútbol. No hubo despedidas dramáticas, ni lágrimas en la conferencia de prensa a la que se presentó solo, sin sus compañeros, únicamente con la presencia de los responsables de comunicación del club. Respondió a las preguntas con su habitual buena educación y su sonrisa permanente, después se retiró, montó en su coche, camino de casa, y al salir de Lezama se apeó para fotografiarse con los dos aficionados que aguardaban su salida. Saludó con la mano a los periodistas que desfilaban hacia su trabajo y enfiló hacia su domicilio en el centro de Bilbao.

Uno a uno, algunos de sus compañeros fueron sabiendo en los últimos meses que De Marcos no renovaría, y todos guardaron el secreto. “Se lo dije a Iñaki Williams, Lekue y Ruiz de Galarreta. El mayor alivio fue cuando se lo conté al mister en Arabia. Lo comprendió, porque ya lo intuía”. No le apretó. “Esta vez no, me respetó mucho. Lo entiende”. Nombra a Ernesto Valverde y quiso completar con su nombre el listado de agradecimientos que había enumerado cuando, en el corrillo previo al entrenamiento, se lo contó a sus compañeros. “Tenía tantas cosas que decir que se me olvidó, él y Jon Aspiazu, y los demás auxiliares, que me han mimado para que esté en buenas condiciones”.

El capitán del Athletic cumple su promesa de que la rojiblanca sería la última camiseta que vestiría. Aunque debutó en Segunda División con el Alavés, el hijo del vicepresidente de la peña del equipo bilbaíno de su pueblo siempre imaginó jugar en el Athletic. “Se han cumplido con creces todos mis sueños”, les decía a sus compañeros antes del entrenamiento matutino en Lezama, “y el año pasado, el más grande, que tenía desde niño, el de sacar la gabarra y además conmigo dentro”.

El domingo pasado, De Marcos igualó a Muniain como el segundo jugador con más partidos en el Athletic, después de que recalara en el club el 13 de julio de 2009. Apareció en la concentración rojiblanca en Isla Canela (Huelva) con cara de susto, un polo amarillo chillón y unas bermudas de cuadros, repitiendo a los periodistas: “Yo vengo para el Bilbao Athletic, ¿eh?”. Pero Joaquín Caparrós le incorporó al primer equipo, le hizo debutar en la previa de la Liga Europa frente al Young Boys, el mismo día que Iker Muniain y luego en la Supercopa, donde le marcó su primer gol al Barcelona en San Mamés. Poco a poco fue sumando minutos, pero su gran avance llegó con Marcelo Bielsa, que le convirtió en uno de sus fijos, jugando como volante ofensivo.

Se ganó el respeto del técnico argentino después de jugar durante una hora de un partido ante el Zaragoza con un desgarro en el escroto y la uretra por el que, al final del choque, le tuvieron que dar 25 puntos de sutura en el hospital. En el descanso, él mismo se puso unas gasas. Estuvo una semana con sonda.

Reconvertido en lateral por necesidades del equipo, el alavés vistió en principio el número 10, tal vez uno de los más codiciados en cualquier club, pero cuando se retiró Gurpegui, que lucía el 18, prefirió quedárselo, en otro ejemplo de una modestia nada impostada que le acompañó durante toda su carrera.

De Marcos siempre ofreció un rendimiento extraordinario al Athletic y todos los técnicos que pasaron por el banquillo lo consideraron titular, aunque una lesión recurrente de tobillo en 2019, de la que tardó en recuperarse, le hizo pensar en la retirada hace un lustro. Pero se recuperó, volvió a hacerse con el puesto en la derecha de la defensa, y prefirió renovar año a año para cumplir su promesa de que solo se marcharía del Athletic cuando el club lo dispusiera o creyera que había llegado el momento. La directiva siempre respetó su decisión. “Tengo tres hijos y me gustaría pasar más tiempo con ellos. Me cuesta además recuperar después de los partidos. Voy más justo. Tengo que ser honesto”, confiesa. “Hablo con compañeros y exfutbolistas porque tengo que estar mentalmente preparado para después del fútbol”, reconoce.

“Lo anuncio ahora porque quedan tres meses ilusionantes y no quiero que mi decisión interfiera”, dice. Y bromea con el mayor de los Williams: “Somos muy amigos, pero no quiero que me dediques ningún gol por esto”. Le queda por cumplir su último sueño. Levantar el trofeo de la Liga Europa, cuya final se celebra en San Mamés: “Es muy difícil, pero lo podéis hacer”.

De Marcos no podrá alcanzar la marca de 614 partidos de José Ángel Iribar con el Athletic, algo que podría haber logrado de seguir un año más, aunque, dice, no da importancia a los números. “Para coger al Chopo tienes que estar 80 años defendiendo al Athletic y sus valores”.

Esperará al final de temporada y dirá adiós con la misma discreción con la que visitaba a niños con cáncer a espaldas de los focos. Por supuesto, sentirá el vértigo. “Claro que sí. He dedicado toda mi vida al fútbol. Somos unos privilegiados. Vivimos una realidad que no es tan real. Es irreal. Ahora pasaré a una que no conozco y es difícil, pero es lo que quiero”.