El balón quema a Alemania
El seleccionador Hansi Flick, que afronta su primera gran crisis como técnico después de dos décadas, admite que Gündogan tiene razón cuando dice que sus jugadores no querían la pelota ante Japón
“No todo el mundo quería la pelota”, dijo Ilkay Gündogan, después de que Alemania perdiera ante Japón (1-2) su partido de debut en el Mundial de Qatar. “Me parece bien”, respondió el seleccionador alemán, Hansi Flick, cuando le pidieron que opinara sobre una de las peores acusaciones que se pueden hacer en el fútbol profesional, ya que señala falta de valentía y ausencia del sentido de la responsabilidad más elemental. “Ilkay lo dijo en pocas palabras”, dijo Flick; “es importante que cuando estás bajo presión tengas el coraje de ofrecerte para que tus compañeros te den la pelota. Todos los jugadores tienen que participar más”.
“Ya no nos quedan más balas que desperdiciar”, dijo Hansi Flick, en una conferencia de prensa improvisada este jueves en Al-Shalam, en la base de Alemania en Qatar. “Nos jugamos todo contra España el domingo”.
A sus 57 años, el seleccionador alemán afronta la primera crisis de su exitosa carrera. Después de trabajar en el cuerpo técnico de Alemania en el Mundial de 2014, cuando se proclamó campeón, y tras hacerse cargo del Bayern que conquistó dos Bundesligas y una Champions entre 2020 y 2021, la trayectoria de Flick dibujaba una proyección brillante y tranquila. La derrota ante Japón señala el primer percance. Más que bache, una zanja que se profundiza por momentos y en todos los frentes. Más allá de los errores tácticos del propio Flick en la gestión de unos cambios que precipitaron la derrota, la selección se tambalea por efecto de un vestuario revuelto, una afición que le da la espalda en pleno torbellino político y mediático, y un capitán, Manuel Neuer, que da síntomas de no haberse recuperado de la lesión que sufrió en el hombro izquierdo.
El Mundial no solo no entusiasma a la gente en Alemania. Provoca rechazo. Si el debut de la Mannschaft en el Mundial de Rusia fue seguido por 26 millones de personas, según las audiencias de la televisión alemana, el partido contra Japón no superó los tres millones. Ni el Gobierno ni la opinión púbica alientan un cambio de tendencia.
Primera remontada en contra desde 1978
Robert Habeck, el ministro germano de Economía y Acción Climática, que hace un mes visitó Doha para suplicar al emir que le suministrara gas natural licuado, compareció el martes en la televisión púbica para pedir a los jugadores que saltaran al campo con el brazalete arcoíris del movimiento LGTBI, algo que ninguna selección se ha atrevido a hacer, ya que la FIFA lo castiga con sanciones. Lo mismo hizo el Bild, el tabloide más difundido del país, que señaló que este era “el Mundial de la deshonra” y propuso a sus lectores que se expresaran si creían que el equipo no debía retirarse de la competición. La mitad de los encuestados se mostraron favorables al abandono inmediato de Qatar.
Alemania no perdía un partido mundialista después de llegar al descanso con ventaja desde que la Austria de Krankl le dio la vuelta al marcador en Córdoba, durante la Copa del Mundo de 1978 en Argentina. La racha se interrumpió ante Japón sin que Manuel Neuer, el capitán, diera la impresión de haberse recuperado de la lesión en el hombro izquierdo que le ha mantenido inactivo durante más de un mes desde el verano. El portero hizo un escorzo antinatural en el segundo gol de Japón y se frotó la articulación dando muestras de dolor tras pararle un tiro a Ito.
“No me consta que tenga ningún problema”, replicó Flick, cuando le preguntaron por la salud de Neuer. “Le he preguntado varias veces, y [él asegura que] está en plena forma física. Los dos goles eran evitables, y tendríamos que haberlos evitado entre todos”.
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