El mito de Argentina contra el orgullo de Croacia
La Albiceleste de Messi, ilusionada con la muestra de carácter de su líder contra Países Bajos, busca la final ante el resistente equipo del interminable Modric
Al Mundial de Qatar llegaron cuatro Balones de Oro, y dos se fueron sin gloria. Karim Benzema, el último premiado, regresó a Francia sin despedirse de sus compañeros y sin estrenarse en el torneo, lesionado. Cristiano Ronaldo se fue llorando, solo, sin esperar a nadie, con la única compañía de una cámara que registraba sus lágrimas.
El martes por la noche, el estadio de Lusail despedirá al penúltimo de los Balones de Oro que aguantan y el ganador irá a la final del domingo, programada también en el recinto más elegante del campeonato, diseñado en el estudio de Norman Foster.
Allí se han citado la Argentina de Leo Messi y la Croacia de Luka Modric para dirimir la primera semifinal del campeonato (20.00, La1 y Gol Mundial). Llegan en momentos de robustez mental similares, pero en puntos de juego muy diferentes.
Argentina avanza enganchada a un Messi que en su país han comenzado a describir como “maradoniano”, no por lo que hace con la pelota, que ya había sucedido, sino por sus ramalazos cancheros en la victoria contra Países Bajos. El seleccionador, Scaloni, trató ayer de quitarle peso al momento: “Siempre fue así, siempre fue igual, un ganador, y tiene un orgullo y unas ganas de seguir jugando a la pelota que envidio”. Solo que durante años su hinchada no lo veía y le señalaba como “pecho frío”, los mismos que ahora celebran su arrojo maradoniano en una selección que se sobrepuso con enorme fortaleza a la remontada in extremis de Países Bajos. Y a sus presiones a los lanzadores de la tanda de penaltis.
Llegan con una convicción recién adquirida, que es en lo que más se parecen a Croacia, que no la ha perdido. La de Modric es la selección más resistente de los dos últimos Mundiales, en los que ha llevado a la prórroga todos los partidos eliminatorios, salvo la final de Rusia ante Francia. Y ese es el único que perdieron.
En lo que no se parecen nada es en el juego. Croacia juega a controlar los tiempos a partir de un centro del campo exquisito y prodigioso compuesto por Modric, Brozovic y Kovacic. Argentina ha jugado sobre todo a que no le hagan nada hasta que aparezca Messi, que igualará esta noche con 25 al alemán Lothar Matthäus como futbolista con más partidos en la Copa del Mundo. El 26º, que lo dejará solo en la cima, puede ser la sexta final de Argentina o el triste duelo por el tercer puesto del sábado en Al Khalifa.
Tampoco se parecen demasiado en el tono anímico con el que se presentan a la semifinal. A los croatas se los ve felices con el viaje, asombrados de haber llegado tan lejos otra vez, como resumió su seleccionador, Zlatko Dalic: “Pensaba que estos partidos estaban reservados para otros equipos y otras personas. Nadie se esperaba que cuatro años después Croacia llegara a la semifinal, entre los cuatro mejores del mundo. Tengo un orgullo increíble. Todos soñamos, pero yo no podía ni llegar a soñar lo que está sucediendo”, dijo. “Argentina tiene más presión que nosotros”.
Y eso es justo lo que parece, empeñados todos en impulsar a Messi hacia su primer Mundial en su quinta participación, que bien podría ser la última, a sus 35 años.
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