Esta vez sí, la Italia de Paolini consigue hacer cumbre
Tras ceder en la final del año pasado, el equipo transalpino bate a Eslovaquia (2-0) y aspira a lograr el doblete que se resistió hace un año añadiendo el éxito en la Davis
Así va esto, y mientras todavía se digiere y se procesa la despedida de Rafael Nadal, en Málaga triunfa, ahora sí, la Italia de Jasmine Paolini, superior en el duelo final a Eslovaquia: 2-0. Es decir, son ahora ellas las que ponen al equipo transalpino en disposición de conseguir ese doblete que se le resistió del año pasado, subrayando otra vez el músculo de un tenis que crece y va adueñándose de la escena de la actualidad. Brilla el maestro Jannik Sinner en lo más alto del circuito masculino; conquistaron el año pasado los chicos la Copa Davis; y hoy son las chicas las que alzan el trofeo de la Billie Jean King Cup y se pierden entre la brillantina de la festividad, con Jasmine Paolini como estandarte y bandera de lo diferente. La menuda jugadora de Castelnuovo di Garfagnana, Toscana, apenas 1,63, completa una temporada de ensueño y vuela por los aires manteada por las suyas.
“Ha sido un viaje increíble”, dice ella, uno de los nombres propios de este 2024 que acaba con cambio de guardia en el circuito —Sabalenka en lugar de Swiatek al mando— y también con Italia como sucesora de Canadá en el palmarés, después de que hace un año las norteamericanas vencieran por 2-0 en el desenlace de Sevilla. Ocurre que, en esta ocasión, el punto dulce de Paolini se impone a la invicta Rebecca Sramkova (6-2 y 6-1) y pone el boche en Málaga, tras la efectiva apertura de Luzia Bronzetti ante Viktoria Hruncakova (6-2 y 6-4). Italia, pues, sigue reivindicando su factoría y la intensidad de una escuela que recoge los frutos, con la oportunidad ahora de convertirse en el quinto país en lograr el dos de dos, hombres y mujeres dominando en el epílogo; de momento, hito solo alcanzado por Estados Unidos (1963, 1969, 1978, 1979, 1981 y 1982), Australia (1964, 1965 y 1973), República Checa (2021) y Rusia (2021).
“Este año ha sido una locura”, describe Paolini. Y vaya que sí. A sus 28 años y sin haber dejado pistas excesivamente reseñables antes, se eleva y remata un curso de campanillas: finalista de Roland Garros y Wimbledon, oro olímpico en dobles —en los Juegos de París y de la mano de la veterana Sara Errani (37)— y campeona en Dubái. Todo eso desde una posición distinta a la de la gran mayoría. Frente a las torres y los brazos duros que gobiernan el tenis actual, ella se desmarca a partir de la garra y la movilidad, como un meteorito que llega ahí y allá y pone casi siempre una más que la rival. Compite con el turbo Paolini, de la que no se tenían noticias y que ahora luce de nuevo, en el último fascículo de una temporada en la que ha ascendido hasta la cuarta posición del ranking y que remata con un trofeo de postín, amén del triunfo de prestigio firmado contra la polaca Iga Swiatek en las semifinales.
Once años después, vuelve Italia a la cumbre. Dirige la obra Tathiana Garbin y al ritmo del Volare en el pabellón, resuenan los éxitos: 2006, 2009, 2010, 2013 y 2024; muy lejos todavía de Estados Unidos (18) o la República Checa (11), pero no así tanto de Australia (7), Rusia o España (5). Lo lamentan las eslovacas, se terminó la estancia en la nube de un equipo que, con tan solo una jugadora entre las cien mejores de la WTA, en dirección el choque final fue capaz de apear a EE UU, Australia y Gran Bretaña. Hasta que topó con Paolini, claro. “Hace unos años nadie hubiese dado nada por nosotras”, dice la protagonista. “Tathiana (Garbin) creyó en nosotras más que nosotras mismas. Y yo jugué buen tenis todo el año. Intento conservar la sonrisa siempre”, remata la italiana, líder de un grupo triunfante completado por Elisabetta Cocciaretto y Martina Trevisan.
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