Djokovic y Murray, un gran ejemplo para la sociedad
La unión de ambos engrandece al deporte porque demuestra que, en un mundo en el que cada vez existe mayor desprecio por los rivales, se puede conservar el respeto recíproco
Sin duda, una de las noticias más curiosas y sorprendentes en los prolegómenos de esta nueva temporada tenística fue la incorporación de Andy Murray al plantel técnico de Novak Djokovic. A finales de noviembre, el serbio anunció en sus redes sociales que su buen amigo y antaño rival trabajaría a su lado en la preparación y desarrollo del primer Grand Slam del año y que ambos evaluarían y se plantearían la continuidad al final del citado torneo. El reto de Andy, en mi opinión, no va a resultar nada fácil.
Entrenar a Nole supone aceptar que el éxito solo se puede alcanzar si se consigue la victoria final. Y, aunque a sus 37 años descartarlo de la lista de los máximos aspirantes al título sería un gran error, superar a Jannik Sinner (23 años) o Carlos Alcaraz (21), en estos momentos, se me antoja tarea realmente complicada, incluso para él.
Murray, de 37 años y retirado desde julio, cuenta con la ventaja de conocer a la perfección a su actual pupilo, no en vano, en su etapa de jugador se enfrentó a él en multitud de ocasiones; en concreto, se encontraron en 36 veces, con un balance favorable al serbio de 25-11. Creo, además, que gracias a su conocimiento del tenis, el británico tendrá la capacidad de aportar algún cambio estratégico positivo a Novak en su anhelo de conquistar su vigesimoquinto Grand Slam.
A estas alturas de la carrera de Djokovic —después de haber conquistado 24 majors y de haber obtenido prácticamente todos los récords de nuestro deporte— no es necesario implementar grandes cambios que, ni tan siquiera, creo que sea necesario buscar. Estoy convencido de que sabrá aportarle estos pequeños detalles que en muchas ocasiones son determinantes para afrontar los partidos importantes con mayor tranquilidad y un plus de confianza. De momento, el tándem está funcionando de manera eficaz; han superado con facilidad las tres primeras rondas —más allá de que se haya dejado un par de sets por el camino— y las sensaciones son buenas para encarar los próximos encuentros.
Si a nivel deportivo la unión puede ser muy acertada, pienso que a nivel mediático también lo es; tanto para el tenis en general, como particularmente para el tenista de Belgrado. Contar con un exjugador de la talla del escocés en el box de un gran campeón —después de haber logrado 46 títulos y de haber alcanzado la cima— añade un aliciente más al circuito y lo prestigia. Creo, además, que engrandece al deporte. En un mundo en el que, cada vez más, se tiende a ver a los rivales como verdaderos enemigos, merecedores de nuestro mayor desprecio, su colaboración es un gran ejemplo para la sociedad. Demuestra que se puede estar durante años luchando por los mismos objetivos sin perderse nunca el respeto y el aprecio.
Finalmente, creo que para Novak también es algo muy positivo. De la misma manera que Roger Federer y Rafael Nadal han sido capaces, a pesar de su gran rivalidad, de mantener y prolongar una buena amistad, el haber incorporado a su equipo a uno de sus máximos rivales demuestra que él también es capaz de sentir lo mismo.
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