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Los "siete" contra el proteccionismo

Juan Cruz

Los siete países representantes en la cumbre económica de Downing Street, en Londres, estuvieron de acuerdo ayer en rechazar toda clase de proteccionismo para defender sus economías respectivas. La iniciativa, que fue sobre todo bien acogida por Japón, partió de Jimmy Carter, que dijo que su Gobierno seguiría tomando «decisiones tan cuidadosas» como las que han afectado favorablemente a la exportación de zapatos españoles a Norteamérica. Los restantes países representados en esta cumbre estuvieron de acuerdo con el líder americano en que la única manera de resolver los problemas con los que se enfrenta el mundo tras la recesión es la de conseguir acuerdos comunes sobre estrategias conjuntas a seguir y sobre las iniciativas individuales que son convenientes en cada caso.

Hoy sigue la cumbre con la participación formal de la Comunidad Económica Europea, representada por Jenkins, presidente de su comisión europea.Para Jimmy Carter, es esencial que Occidente adopte una postura generosa en sus actitudes económicas de repercusión internacional, y en ese contexto situó su decisión de abolir los proteccionismos. La gratitud japonesa por su intervención la hizo patente Fukuda, primer ministro nipón, de fórma inmediata. Para discutir una agenda cuyo contenido no se reveló, el líder japonés citó ayer a Carter, que en la primera sesión de la cumbre parecía dominar la situación.

Consenso

Los siete líderes «industriales» consiguieron un «amplio consenso» sobre la situación económica mundial. Todos estuvieron de acuerdo en que «la recuperación económica está en camino» y que es necesario «restaurar la confianza internacional en esa recuperación».Para salir de la recesión, los tres poderosos de la cumbre de Londres se han comprometido de una manera formal a cumplir sus objetivos de crecimiento económico, señalados ya en la última cumbre de Puerto Rico, el verano pasado. En el caso de Estados Unidos, Jimmy Carter, anunció ayer que su Gobierno tiene el propósito de alcanzar un índice de crecimiento económico cercano al 6% en el año inmediato. «Los países con una economía en condiciones de superávit tienen la responsabilidad de contribuir a ayudar a los países que se hallan en fase de desarrollo o que en este momento sufren los efectos de la recesión», resumió después de la primera sesión de la cumbre el ministro de Hacienda, Blumenthal, las palabras de Carter.

La importancia política de las declaraciones que salgan de esta cumbre, que termina en la tarde de hoy, fue subrayada por el ministro de Hacienda británico, Denis Healey, quien en una rueda de prensa paralela a la de Blumenthal explicó la difícil situación interna de algunos de los países representados, lo que aconseja que se ofrezca tras esta reunión un conjunto de soluciones concretas. Por ejemplo, los británicos estiman que las condiciones de préstamo del Fondo Monetario Internacional deben suavizarse para que no sólo no sea difícil obtener dinero de esa entidad sino para que las condiciones en que esos fondos se obtienen, no entorpezcan los programas políticos de los Gobiernos implicados.

Escepticismo británico

Ni Callaghan ni Healey, han creído demasiado en las intenciones del Japón, la República Federal Alemana y Estados Unidos, de mantener sus objetivos de crecimiento económico y cumplirlos en el plazo de un año.

El encuentro más espectacular de esta cumbre ha sido el que han protagonizado Carter y Schmidt, a quienes a priori se les calificaba de enemigos. El «estilo» americano se ha trasplantado a Londres en esta primera visita que hace a Europa el nuevo presidente demócrata. Ante los periodistas, Carter se mostró muy cuidadoso en mantener su brazo por encima del hombro del canciller alemán. El asunto de la venta de la central nuclear alemana a Brasil no fue discutido. «Carter y Schmidt parecen ahora verdaderos amigos», nos dijo un portavoz alemán. Los dos han estado de acuerdo en «mantenerse en desacuerdo» con respecto a las políticas nucleares respectivas.

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