La desilusión de un lector
Con pena y con sincera desilusión he leído en el número del pasado 23 de julio la carta que hace unos días le envié.Y digo esto por haberla visto mutilada, en su esencial contenido, que, tal vez, la hubiera hecho mucho más válida ante la opinión de los muchos lectores de su periódico. De esta forma, incluso la imagen de su autor queda un tanto empañada, porque eso de pedir el racionamiento de la gasolina no está demasiado bien visto...
La prensa de estos días está dedicando muchos espacios a nuestra actual coyuntura económica. Hay muchas opiniones muy valiosas en contra y en torno a esa nefasta devaluación, pero no se profundiza en los posibles remedios al efecto. Uno se esfuerza en expresar criterios y críticas, incluso en textos tan concretos y breves (para que puedan ser publicados íntegramente), aun cayendo en la posibilidad indudable de escribir de forma agria y pueril, y aun así los textos no, aparecen íntegros.
No creo que la clásica excusa de la falta de espacio pueda ser esgri-, mida, en el intento de que pueda ser creída. Me he dedicado unos minutos a hojear el número en cuestión y hasta hubiera deseado remitírselo con unas anotaciones en rojo, que presumo que a la gente, eso, de lo mucho que podría señalar, le interesa muy poco, pero me temo que así sería incorrecto, y es lo que en modo alguno deseo. Creo que usted mismo, mucho mejor que yo, sabrá en conciencia qué es lo que al lector puede interesar de EL PAIS y qué cosas le interesan bien poco o nada.
Por ejemplo, y es sólo uno: en la página nueve de¡ mismo número aparece un largo artículo de Consuelo Berges titulado «Un paso urgente hacia la legalización de la historia». No analizo su contenido y toda la posible razón de¡ mismo, pero creo que la escritora muy bien podía haber dirigido su artículo en carta privada al señor Jiménez de Parga, ya que lo que allí dice ni al pueblo ni a la nación le puede interesar más que muy sectorialmente. Sin embargo, ahí está publicado íntegramente, sin limitaciones ni llamadas a la brevedad.
Creo. que los directores de los periódicos pueden hacer con ellos, como es natural, lo que deseen, para eso son suyos, pero de esta forma, y sin poder alcanzar porqué confusos motivos, ocultan una verdad o mil verdades que el pueblo de España quiere y necesita saber.
Realmente, ignoro a quién se trata de proteger de esta forma, o qué verdades se quieren ocultar.
Como he sentido todo esto que le digo, no me ha parecido honrado ni leal el silenciarlo.
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