La directiva socialdemócrata portuguesa confía en el regreso de Sa Carneiro
«Las divergencias con el presidente Francisco Sa Carneiro son tácticas y no ideológicas. Esperamos convencerle de retirar su petición de dimisión», afirmó ayer, el diputado Rui Machete, miembro de la comisión política del Partido Social-Demócrata portugués (PSD).
El consejo nacional del partido se reúne hoy en Lisboa y Sa Carneiro parece ya haber aceptado participar en ella. El consejo nacional deberá pronunciarse sobre la convocatoria anticipada del congreso, previsto para diciembre. Magalhaes Mota, otro dirigente del PSD, nos aseguraba que la reunión de la instancia suprema del partido era «prácticamente inevitable», y que un plazo de diez días podría ser suficiente para convocarla.Entretanto, la mayoría de los comentaristas políticos no creen en un alejamiento voluntario de Sa Carneiro.
Sobre este punto hay precedentes. Ya en 1975, Sa Carneiro había abandonado la dirección del partido alegando motivos de salud. Bajo la dirección de Emidio Guerreiro, elentonces PPD había llevado a cabo un nítido viraje a la izquierda. La vuelta de Sa Carneiro, y su exigencia de plenos poderes para reorganizar el partido, llevó al congreso de Aveiro, a la anulación del ala izquierda, encabezada por Emidio Guerreiro.
El Partido Comunista interpreta la crisis presente como un reflejo del «fracaso del intento de constituir un Goblerno aún más a la derecha que el actual».
Parece más acertado buscar las causas de las presentes tensiones en la ofensiva contra el presidente de la República Eanes. Un discurso de Sa Carneiro en Bragança, el mes pasado, ahora revelado por la prensa portuguesa, ha creado a este nivel una situación que parece irreversible. Sa Carneiro acusa al general Eanes de «no saber qué hacer», de haberse convertido en el «Costa Gomes del PS o de una clique presidencialista».
Los rumores de la organización de un partido presidencialista, que han encontrado eco hasta en la prensa extranjera, forman parte de esta campaña de alarmismo, destinada a crear dentro y fuera de Portugal el miedo a una solución «a la peruana» o «a la argelina», cuando todo indica que el general Eanes no ha abandonado su posición inicial: dar al Gobierno constitucionalmente y democráticamente formado -ya que la oposición no es capaz de vencerle en el Parlamento- los medios necesarios para gobernar efectivamente el país.
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