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Violento motín en el penal de Ocaña

Juan Cruz

El 95 % de las celdas del penal de Ocaña fueron completamente destruidas ayer por más de 150 presos que se amotinaron al unísono sobre las tres y media de la tarde. Intervinieron las fuerzas antidisturbios, hubo ruidos de disparos y se escucharon algunos gritos. El motín duró cerca de tres horas. Hubo «contusionados», pero no heridos, según fuentes oficiales. Los últimos reclusos en ser reducidos fueron sesenta, que se negaron a bajar de los lugares que habían ocupado en los entretejados.

Los presos amotinados, todos ellos condenados por delitos comunes, están en el penal de Ocaña desde hace poco tiempo.

Fueron recluidos en este centro penitenciario después de protagonizar incidentes parecidos al de ayer en las cárceles de Carabanchel, en Madrid, y la Modelo, de Barcelona.

Los reclusos vivían en régimen de observación de conducta desde primeros de noviembre. Por esa razón estaban confinados y no podían participar en reuniones colectivas. Algunos de sus abogados alegan que no existe sanción alguna que haya permitido a las autoridades de la prisión llevar a cabo ese confinamiento.

Todos los amotinados son miembros o simpatizantes de la Coordinadora de Apoyo al Preso en Lucha (Copel).

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Destrozadas casi todas las celdas del penal de Ocaña

(Viene de primera página)El motín que protagonizaron ayer se adivinaba desde hacía algunos días. Cinco reclusos habían destruido sus celdas, y uno de ellos intentó cortarse el pene, aunque como comentó el médico de la prisión por fuera del penal de Ocaña anoche, al final no se atrevió y sólo se produjo un corte sin importancia «con una cuchillita».

El propio inspector general de Instituciones Penitenciarias, señor Gálvez, que. también visitó anoche el lugar del motín, afirmó que, en efecto, se vivía una atmósfera de violencia en el penal de Ocaña.

Los reclusos, según el director del centro penitenciario, actuaron al unísono. A las tres y media en punto comenzaron a dar patadas a las puertas, a desguazar camas y romper las puertas con los objetos más contundentes que tuvieran a mano. Por grupos se refugiaron luego en los entretejados, y algunos intentaron abrir boquetes con la intención de subirse al tejado. En el proceso quemaron colchones, petates y otros elementos inflamables. Los bomberos -dos coches que venían de Aranjuez y de Toledo- no intervinieron hasta que las fuerzas antidisturbios de la Policía Armada habían sofocado por completo la rebelión utilizando para ello botes de humo y disparos de fogueo.

El médico del penal aseguró que no había habido heridos, y en la misma afirmación se ratificó el inspector general, en unas declaraciones que, hizo después de las diez de la noche. Seis fueron los contusionados, de acuerdo con ambas versiones. Sin embargo, en el comunicado oficial ya se habla de heridos. El médico volvió por segunda vez a la prisión horas después de sofocado el motín, pero dijo que en esa ocasión acudía para curar a un enfermo que no tenía nada que ver con el motín. Dos policías armados fueron atendidos también afectados por los gases que se desprendían de las hogueras avivadas por los reclusos. Según algunos bomberos, cuando se decidió su intervención, el fuego seguía estando localizado en dos focos y podía extenderse peligrosamente por el penal. Sin embargo, ese no fue el caso. Al final, como señaló el señor Gálvez, se impuso «una calma expectante», que el párroco de Ocaña, que también fue al penal, definió mucho más gráficamente: «Ahora están todos cenando, tomándose unos huevos fritos y diciendo tonterías y bromas.»

El director de la prisión asegura que no hubo ningún intento de evasión, aunque en una de las llamadas telefónicas que hizo uno de los periodistas a la cárcel, un funcionario no identificado aseguró que una vez sofocado el motín se había procedido al recuento de los presos, por si acaso.

En total hay ahora en el penal de Ocaña 265 reclusos comunes. Anoche no se sabía si se iban a tomar acciones contra los amotinados y tampoco se tenían noticias sobre un posible traslado, obligado por las condiciones caóticas en que han quedado prácticamente todas las celdas. No se han evaluado los daños que serán estudiados hoy, El inspector general de Instituciones Penitenciarias no se mostró sorprendido por la violencia del motín; lo igualó con otros que se han producido en cárceles españolas y se limitó a señalar que «esta situación tiene que acabar. No está en mis manos decir cómo». En cuanto a las reivindicaciones de los reclusos, el señor Gálvez dijo que la posibilidad de una concesión de amnistía «está fuera de nuestras atribuciones».

Abogados de algunos de los amotinados dijeron anoche en Ocaña que la violencia que se había manifestado ayer en el penal podría ser la consecuencia directa de un confinamiento para el que ellos no ven razón legal, alguna. El párroco de Ocaña, Tomás Domingo Hernando, consideró que ese confinamiento en celdas era «sumamente duro, aunque yo no me meto en las ordenes que dan las autoridades». El padre Domingo Hernando no es párroco del penal, que ahora no tiene titular, pero fue anoche, como otras muchas veces, «a prestar mis servicios morales a los directivos de la prisión y a los presos».

Por la tarde se produjo en Ocaña, mientras duraba el motín, una verdadera ocupación armada de las calles que van al penal. Las fuerzas de la Guardia Civil se apostaron en las entradas inmediatas a la prisión y sólo alrededor de las nueve de la noche se nos permitió a los periodistas que nos acercáramos al lugar. Antes había habido. entrada y salida de ambulancias, lo que hizo pensar en la existencia de heridos.

Un incidente relacionado con las operaciones de seguridad montadas a raíz del motín tuvo como consecuencia la muerte de un conductor de la Guardia Civil, Valeriano Cayetano, cuando se trasladaba desde Toledo a Ocaña. Un teniente coronel y un capitán del mismo cuerpo fueron levemente heridos y trasladados a la Residencia de la Seguridad Social de Toledo.

Comunicado oficial

La Dirección General de Instituciones Penitenciarias dio anoche este comunicado:

«Sobre las 15.30 horas de ayer 156 internos del departamento celular de la cárcel de Ocaña, que se habían significado en los motines llevados a cabo en otros establecimientos penitenciarios, prosiguiendo en su actitud reivindicativa con respecto a la exigencia de amnistía y libertad, iniciaron un amotinamiento al unísono, forzando las puertas de sus respectivas celdas.

Los internos, una vez en los pasillos, se apoderaron del departamento celular e iniciaron de forma sistemática la destrucción de los enseres y servicios higiénicos de las celdas, el 95% de las cuales han quedado totalmente inútiles.

Para la destrucción de estas celdas se valieron los internos de las camas, que desguazaron, para con sus cabezales y somieres utilizarlos de arietes, así como las banquetas y mesas que tenían en cada una de sus celdas, ya que, a excepción de siete internos, que por su gran peligrosidad solamente disponían de colchón y mantas, todos los demás poseían equipo y utensilio completo en sus celdas.

Al tiempo, se producía en el departamento el incendio de petates, colchas y mantas, que produjeron diversos focos de fuego, para cuya extinción se precisó la intervención de los bomberos de Aranjuez y Toledo, a lo que hay que añadir que ya en las cámaras superiores, al tiempo que gritaban: «¡ Viva Copel!» y mostraban tres trapos con esta inscripción, iniciaron nuevos incendios que prendieron en la techumbre del centro.

A consecuencia de la actitud extraordinariamente violenta de los internos del departamento fue necesaria la intervención de las fuerzas antidisturbios, precisándose para restablecer la normalidad la utilización de botes de humo. Un grupo de internos, de aproximadamente unos sesenta, subieron a las cámaras superiores. En los enfrentamientos con las fuerzas antidisturbios se han producido seis heridos leves entre los reclusos y tres heridos, asimismo leves, entre las fuerzas de orden público.»

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