Un nuevo atentado contra la libertad de expresión
Con motivo de la visita de los Reyes a Guadalajara el pasado jueves día 20, un grupo de ciudadanos quiso expresar a los monarcas su preocupación ante la inminente supernuclearización de Guadalajara (una central de 160 MW en funcionamiento, otras dos de 1.032 MW en construcción, un cementerio nuclear y la explotación de yacimientos de uranio). Para esto, y haciendo uso de la tan cacareada libertad de expresión que dicen habernos dado los que nos han dado esta democracia, mostraban una pancarta en la que se leía: «Bienvenidos a Guadalajara nuclear». Se dio el caso de que mientras que las Fuerzas Especiales de la Policía Armada hicieron caso omiso ante su exhibición, dos miembros de la Brigada Político-Social se abalanzaron sobre la pancarta, llevándosela, no dando más razones que la de su condición de policía. Ante la insistencia de las demandas por parte del portador de la pancarta sobre el porqué de esta acción, la única respuesta que obtuvo fue «que no se podía armar jaleo porque estaba el Rey».¿Es acaso armar jaleo manifestar públicamente un acuciante problema provincial?
Si el Rey es la máxima autoridad y no podemos exponerle nuestros problemas, ¿a quién se los vamos a exponer? Porque a nosotros tampoco nos dejan solucionarlos.
¿Es que la libertad de expresión sólo se traduce (en estos casos) a exteriorizar la adhesión al Rey?
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